SANTIAGO DE CHILE, 17 de octubre.— Cuando el historiador cubano
Eusebio Leal salió esta semana del palacio de La Moneda, tras
entrevistarse con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, estaba
muy contento, casi eufórico.
La mandataria le había prometido hacerle llegar una bandera
chilena para ser colocada, junto a las de las demás naciones
latinoamericanas, en la Sala de Banderas del Museo de La Habana,
donde actualmente está una que fue donada por el presidente Salvador
Allende y entregada por su canciller Clodomiro Almeyda.
Leal dijo a Prensa Latina que, al ser sustituida por el nuevo
pabellón, aquella ocupará ahora un espacio especial y único dentro
del museo.
El tema de las banderas de Chile y de Cuba fue abordado con
pasión por el Historiador de la Ciudad de La Habana durante su
visita, tanto por su similitud en diseño como por el profundo
significado de solidaridad histórica entre ambos países.
Homenajeado con un Doctorado Honoris Causa de la Universidad
Central de Chile y con las Llaves de la Ciudad de Valparaíso, dictó
seis conferencias en universidades e instituciones culturales sobre
restauración patrimonial y monumental y en todas profundizó sobre la
actual bandera chilena y el primer pabellón nacional cubano.
El destacado investigador reiteró muchas veces: "son idénticas,
pero con los colores invertidos", despertando la curiosidad de
varios académicos, que indagaron sobre esa aparente coincidencia.
Leal explicó que patriotas cubanos en Nueva Orleans, sur de
Estados Unidos, consideraban en 1849 que ese país podría contribuir
a que Cuba y Puerto Rico alcanzasen su Independencia Nacional y
precisó que crearon una bandera —masónica, con un triángulo
equilátero y una estrella— con los colores de la Revolución Francesa
y de Norteamérica.
Relató que años después, cuando España lanzó sus escuadras a
bombardear Valparaíso (Chile) y el Callao (Perú), provocando la
formación de una alianza defensiva entre Chile, Perú, Ecuador y
Bolivia, los españoles "salieron espantados de esos puertos ante una
resistencia heroica".
Pero, el Gobierno chileno nombró embajador a Benjamin Vicuña
Mackenna con instrucciones de impedir en Estados Unidos cualquier
otro propósito armamentista de España que pudiera significar una
nueva agresión.
Relató luego que un intento español de adquirir torpederas
rápidas en Nueva York para impedir expediciones a Cuba fue
interpretado por los chilenos como una pretensión de volver a
Valparaíso y el Callao, por lo que ambos países pidieron la
intervención de Estados Unidos, que alegó neutralidad. Pero, de
hecho, la producción de las torpederas quedó postergada.
Durante los dos años que duró ese diferendo, Cuba pudo sobrevivir
en los primeros capítulos su revolución, añadió Leal. Los cubanos,
que estaban alzados, conocieron los hechos y el Padre de la Patria
cubana, Carlos Manuel de Céspedes, supo entonces de la solidaridad
de Vicuña Mackenna, de los hermanos Matta y de otros intelectuales
chilenos.
Estando tan lejos, esos chilenos sentían admiración por la causa
antiesclavista y redentora del pueblo cubano, agregó.
Según Leal, "a partir de allí, Céspedes toma la bandera de Chile,
con los colores rojo y azul invertidos, y la convierte en la bandera
nacional cubana".
Después se produjeron otros acontecimientos y, cuando en 1869 se
reunió el Congreso fue presentada la nueva bandera cubana (la
actual), pero con el acuerdo de conservar la primera para siempre,
donde quiera que se reúna un congreso cubano.
Por eso, indicó Leal, en la Asamblea Nacional del Poder Popular
(parlamento cubano) está la bandera de Cuba y la bandera de Chile
con los colores invertidos.
Tras recorrer por invitación de Bachelet la recién restaurada
oficina privada de Allende en el palacio de La Moneda, Leal dijo a
Prensa Latina que el presidente chileno se había referido al tema de
las banderas en uno de sus más importantes discursos.
Dijo que le había comunicado a la mandataria —como muestra de los
históricos lazos entre ambos países— la próxima celebración del 140
aniversario de la llegada a Valparaíso del primer embajador de Cuba
en América del Sur, el ministro Enrique Piñeiro, enviado por Carlos
Manuel de Céspedes, con esa bandera en lo alto del palo mayor del
buque.
Fue ese inspirado relató que dio origen a la solicitud de la
nueva bandera chilena para el museo habanero y, además, despertó el
interés de algunos investigadores chilenos por buscar y preservar
todos los datos que identifiquen la presencia del primer abanderado
cubano en Valparaíso.