Las elecciones en Estados Unidos
En medio del torbellino financiero
Ramón Sánchez-Parodi
Montoto *
En
dos semanas, la crisis de la economía se propagó con inusitada
rapidez, profundidad e intensidad. Desaparecieron las más
importantes instituciones financieras de Estados Unidos, el gobierno
echó a un lado el dogma del libre mercado recurriendo a una
intervención estatal sin precedentes y dejó de tener sentido el
debate sobre si se estaba o no en una recesión. Durante el fin de
semana la crisis parece extenderse con la quiebra del Washington
Mutual, un banco de depósitos y préstamos, considerado el sexto de
Estados Unidos en términos de activos.
Pasada media hora de la medianoche del domingo 28 de septiembre,
como cuando en una novela de Agatha Christie se revela al asesino,
un grupo de risueños legisladores demócratas y republicanos,
acompañados del secretario del Tesoro, Henry Paulson, emergieron de
las oficinas de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy
Pelosi, para anunciar a los periodistas que finalmente se había
llegado a un acuerdo sobre el contenido del plan de rescate
financiero, cuya primera versión había sido presentada al Congreso
diez días antes por la administración Bush.
Más de nueve horas de intensas negociaciones fueron necesarias en
la sesión final para acordar el contenido del proyecto de ley que
están redactando funcionarios del Congreso para ser llevado a
votación hoy lunes. El objetivo inmediato es evitar un derrumbe de
las bolsas de valores en el mundo y que el Congreso recese para que
los legisladores puedan continuar con la campaña electoral. A más
largo plazo, lo que se pretende es restablecer el flujo del crédito
a las actividades económicas.
A pesar del optimismo con que las autoridades han presentado el
plan de rescate (cuyo costo total de 700 000 millones de dólares
supera los 650 000 millones de dólares empleados en la guerra en
Iraq, según el Servicio de Investigación del Congreso), los
economistas coinciden que tomará varios años para que la economía
norteamericana pueda liberarse de los efectos de esta debacle, si es
que en definitiva la crisis puede ser controlada.
Desde el punto de vista electoral, el desencadenamiento de la
crisis ha favorecido las posiciones de Obama. Una encuesta de
ABCNews/Washington Post tomada entre el 19 y el 22 de septiembre,
apunta que nacionalmente Obama era favorecido por el 52% de los
votantes y McCain por el 43%. Además, Obama aventajaba a McCain por
14% en cuanto a confianza en el manejo de la economía; en 13% en
confianza sobre cómo lidiar con la crisis financiera; en 24% en
cuanto a entender mejor los problemas económicos de la población; y
se había empatado con McCain en cuanto a confianza para manejar una
crisis de envergadura. Un 62% de los seguidores de Obama se
manifestaban "muy entusiasmados" por su candidatura.
Los resultados del debate presidencial del viernes 26 de
septiembre han reforzado la tendencia. La misma encuesta que hemos
citado, señalaba que el 91% de los votantes registrados encuestados
decía "seguir de cerca" los debates, y el 55% afirmaba hacerlo "muy
de cerca".
En realidad, nada espectacular ocurrió en el debate. Ambos
candidatos fueron cautelosos, especialmente en el tema de la crisis
financiera, que ocupó casi la mitad del tiempo, y en las restantes
cuestiones de política exterior tratadas (especialmente lo referente
a la guerra en Iraq, las relaciones con Irán y con la República
Democrática Popular de Corea) no hicieron más que repetir las
posiciones ya expresadas durante la campaña.
Pero el debate es más una cuestión de imagen y de percepción
pública sobre los candidatos y en este aspecto ni uno ni otro
cometieron errores garrafales. Por el contrario se desenvolvieron
correctamente, cada cual con su estilo. Sin embargo, el debate era
sobre política exterior y seguridad nacional, tema que se supone sea
donde más dominio posee McCain y más inexperiencia tiene Obama. Y
los comentaristas consideraron que el demócrata demostró manejar con
habilidad los asuntos y ser "presidenciable", lo cual constituye en
sí una ventaja sobre su rival republicano.
Dos encuestas tomadas en la misma noche del viernes, una por CNN/Opinion
Research Corporation y otra por CBSNews/Knowledge Networks dan
amplia ventaja a Obama en la opinión pública. Según la primera, el
51% de los adultos encuestados considera que Obama ganó el debate,
mientras que el 38% da a McCain como vencedor. La mayor parte de los
encuestados piensan que Obama mostró ser más inteligente, más
agradable, más en contacto con los problemas de las personas, más
fuerte como líder y más sincero. La otra encuesta, realizada a
votantes independientes, resultó en un 39% que considera a Obama
vencedor; el 24% a McCain y el 37% piensa que fue un empate. El
doble de encuestados cree que Obama entiende sus necesidades, en
comparación con quienes creen así de McCain. Este último mantiene un
68% de personas que lo consideran preparado para ser presidente,
mientras que el 60% tiene esa opinión sobre Obama, un aumento de 16%
para Obama sobre la última encuesta.
Todas estas encuestas y resultados están sujetos a cambios y
vaivenes a favor de uno u otro candidato y faltan unas cinco semanas
para las elecciones. Aún hay muchas personas indecisas y en algunos
sectores como las mujeres blancas, los católicos y los
independientes pueden producirse variaciones importantes en sus
intenciones de voto, según se muevan los acontecimientos. Lo que
suceda en el terreno financiero y la forma en que la población acoja
o rechace el plan de rescate, cuya aprobación por el Congreso es
inminente (quizás este mismo lunes) o los resultados de los dos
restantes debates presidenciales del 7 y el 15 de octubre y el más
cercano vicepresidencial del 2 de octubre, pueden influir en la
decisión final de los votantes. (Por cierto, el entusiasmo por la
candidatura de Sarah Palin se ha ido apagando en las semanas
recientes).
Hay otro aspecto de la campaña que sí es vital para cada
candidato: la situación en los estados calificados como campos de
batalla y especialmente los que a esta altura de la campaña resultan
cruciales.
Aunque hay 15 estados donde se mantiene la atención principal de
las respectivas campañas, hay unos 10 donde se llevan a cabo los
mayores esfuerzos, según se desprende de las apariciones en ellos de
los candidatos. En el caso de Obama se destacan Ohio, Florida (estos
dos de tendencia republicana en las últimas elecciones) Virginia
(que hasta ahora ha sido sólidamente republicano), Pennsylvania
(donde McCain está montando un fuerte desafío al control tradicional
demócrata), New Mexico, Colorado y Nevada. Más recientemente ha
incorporado a North Carolina e Indiana.
Por su parte, McCain ha desarrollado una fuerte presencia en
Ohio, Florida y Pennsylvania, así como los estados del Oriente
Medio, tales como Missouri, Minnesota, Iowa, Colorado, Nevada y New
Mexico. A estos estados se agregan Michigan y New Hampshire.
El New York Times presenta un recuento de la lucha electoral,
individualizada por estados, donde adjudica a Obama un total de 255
votos electorales, entre aquellos que considera sólidamente
demócratas o que se inclinan por el candidato demócrata, mientras
que le da a McCain 227 votos electorales de estados sólidos o que se
inclinan a los republicanos. De acuerdo al New York Times, hay seis
estados en los cuales el resultado puede ser cualquiera: Colorado,
New México, Nevada, Ohio, Virginia y New Hampshire; entre todos
acumulan 56 votos electorales. De esta lista, Obama aparece en las
encuestas con ventaja importante (más allá del llamado margen de
error) en Colorado, New México y New Hampshire y con una pequeña
ventaja en Ohio (2%). McCain, por su parte, saca ventaja de menos de
2% en Nevada y de un 3% en Virginia.
Por su parte, la National Public Radio, basándose en cálculos de
promedio de diferentes encuestas hechas por la organización Real
Clear Politics, otorga a Obama 231 votos electorales (entre sólidos
y que se inclinan) y 227 a McCain. Coloca seis estados: Nevada,
Michigan, Ohio, Pennsylvania, Virginia y New Hampshire, con un total
de 80 votos electorales, en la categoría de indecisos. De estos seis
estados, las encuestas indican una ventaja para Obama por encima del
margen de error en Michigan y Pennsylvania (38 votos electorales en
total) y una ligera ventaja de 1,8% en Virginia (13 votos
electorales), mientras que McCain aventaja por 1,3% en New Hampshire
(4 votos electorales) y por 1,7% en Nevada (5 votos electorales), en
todos estos casos dentro del margen de error.
No obstante, en estos momentos, al analizar diferentes datos
disponibles (no solamente de las encuestas), podemos concluir que
hay diez estados que resultan decisivos en las elecciones de
noviembre: Minnesota, Wisconsin (que hoy se inclinan por los
demócratas), Indiana, Florida y North Carolina (donde la ventaja es
republicana) y Nevada, Ohio y Virginia (de tradición republicana) y
Pennsylvania y New Hampshire (de estirpe demócrata). Estos diez
estados suman 133 votos electorales, más que suficientes para
inclinar la balanza a favor de uno u otro candidato.
Hacer combinaciones con estos números resulta una tarea ingrata y
poco confiable. Es como tratar de adivinar quién ganará la Serie
Nacional de Béisbol en una campaña reñida cuando quedan pocos
juegos. Aquí también la cuestión se decidirá en el terreno. Pero el
hecho cierto es que, en el resto de los estados hay poco margen para
moverse hacia otro candidato. La elección en ellos está decidida de
antemano. Es la "crónica de una muerte anunciada". El campo de
batalla del 4 de noviembre se ha definido.
* El autor es especialista en relaciones internacionales y fue
jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos de
septiembre de 1977 a abril de 1989. |