.— La crisis financiera en
Estados Unidos desató una aguda polémica en torno al debate previsto
para mañana entre los candidatos presidenciales, el republicano John
McCain y el demócrata Barack Obama.
Los turbulentos tiempos de Wall Street, con sus quiebras, ventas
y transformaciones, ponen en riesgo la celebración del primer duelo
televisivo de los aspirantes a la Casa Blanca.
McCain anunció la suspensión de todas las actividades de su
campaña, además de proponer al senador por Illinois la posposición
del encuentro previsto en Mississippi.
Lo más importante ahora es llegar a un consenso en el Congreso
para rescatar al sector, todos mis esfuerzos estarán concentrados en
esa dirección, señaló el legislador por Arizona, quien aseguró que
se acaba el tiempo para superar la crisis.
Por su parte, Obama coincidió con la prioridad de salvar la
economía doméstica, sin embargo, descartó suspender el debate.
Este es el mejor momento para que los pretendientes muestren a la
opinión pública sus posturas y propuestas de solución, estimó el
político afro-norteamericano.
De acuerdo con expertos, las alicaídas finanzas afectan en
particular las aspiraciones del correligionario del presidente
George W. Bush.
Resulta muy difícil para McCain desvincularse de los fiascos de
la actual administración, coincidieron.
Ambos candidatos llegarán en unas horas a esta capital, donde se
reunirán con Bush, así como los líderes republicanos y demócratas de
la Cámara de Representantes.
La víspera, el mandatario convocó a los pretendientes y a
dirigentes partidistas para intentar sacar a flote un plan de
rescate por 700 mil millones de dólares, estancado en el Capitolio.
En su discurso a la nación, además de solicitar el referido
encentro, Bush admitió la crisis existente.
El mercado no funciona adecuadamente, tenemos riesgo real de
cierre de sectores financieros y los estadounidenses han perdido
confianza, reconoció.
Según el gobernante, urge la aprobación del plan o de lo
contrario -alertó- la economía pudiera entrar en recesión.
Este miércoles, el jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke,
calificó la situación financiera norteamericana como la peor de los
últimos 60 años.