Vivimos
un momento decisivo en la historia de la humanidad. Las amenazas que
se ciernen sobre el mundo atentan contra la propia existencia de la
especie humana.
La promoción de la paz, la solidaridad, la justicia social y el
desarrollo sostenible es el único camino para asegurar el futuro. El
orden internacional vigente, injusto e insostenible, debe ser
sustituido por un nuevo sistema verdaderamente democrático y
equitativo, que se fundamente en el respeto al Derecho Internacional
y en principios de solidaridad y justicia, poniendo fin a las
desigualdades y a la exclusión a las que han sido condenadas las
amplias mayorías de la población de nuestro planeta.
No existen alternativas. Los responsables de este estado de
cosas, los países industrializados y, en particular, la única
superpotencia, deben asumir sus responsabilidades. No se pueden
seguir derrochando fabulosas fortunas mientras millones de seres
humanos padecen hambre y mueren de enfermedades curables. No es
posible seguir contaminando el aire y envenenando los mares, lo que
destruye las condiciones de vida para las generaciones futuras. Ni
los pueblos ni el propio planeta lo permitirán sin grandes
convulsiones sociales y gravísimos desastres naturales.
Sr. Presidente:
Las guerras de conquista, la agresión y ocupación ilegal de
países, la intervención militar y el bombardeo a civiles inocentes,
el armamentismo desenfrenado, el saqueo y usurpación de los recursos
naturales del Tercer Mundo y la ofensiva imperial para doblegar la
resistencia de los pueblos que defienden sus derechos, constituyen
las mayores y más graves amenazas a la paz y la seguridad
internacional.
Conceptos como los de limitación de soberanía, guerra preventiva
o cambio de régimen, son expresión de la pretensión de mutilar la
independencia de nuestros países.
El supuesto combate al terrorismo o la pretendida promoción de
las libertades, sirven de pretexto a la agresión y la ocupación
militar, a la tortura, la detención arbitraria y la negación de la
libre determinación de los pueblos, a injustos bloqueos y sanciones
impuestas unilateralmente, a la imposición de modelos políticos,
económicos y sociales que faciliten la dominación imperial, en
franco desprecio a la historia, las culturas y la voluntad soberana
de los pueblos.
Cada día se profundiza más el abismo entre ricos y pobres. Los
muy modestos Objetivos de Desarrollo del Milenio constituyen un
sueño irrealizable para las amplias mayorías.
Mientras que en el mundo se gasta un millón de millones de
dólares en armas, más de 850 millones de seres humanos padecen
hambre; mil cien millones de personas no tienen acceso a agua
potable, 2 mil 600 millones carecen de servicios de saneamiento y
más de 800 millones son analfabetas.
Más de 640 millones de niños carecen de vivienda adecuada, 115
millones no van a la escuela primaria y 10 millones perecen antes de
cumplir cinco años de edad, en la mayoría de los casos como
consecuencia de enfermedades que pueden ser curadas.
Las poblaciones de los países del Sur sufren cada vez con mayor
frecuencia los desastres naturales, cuyas consecuencias se han visto
agravadas por el cambio climático. Haití, Jamaica, Cuba y otros
países del Caribe son ejemplo de ello. Hacemos, en especial, un
llamado a la solidaridad con el hermano pueblo de Haití ante su
dramática situación.
El crecimiento de los precios del petróleo es resultado del
consumo irracional, la fuerte actividad especulativa y las aventuras
bélicas imperiales. La desesperada búsqueda de nuevas fuentes de
energía ha empujado la criminal estrategia impulsada por el gobierno
de Estados Unidos de convertir granos y cereales en combustibles.
Sr. Presidente:
Para una buena parte de los países No Alineados la situación se
torna insostenible. Nuestras naciones han pagado y tendrán que
continuar pagando el costo y las consecuencias de la irracionalidad,
el derroche y la especulación de unos pocos países en el Norte
industrializado, que son los responsables de la crisis alimentaria
mundial. Impusieron la liberalización comercial y las recetas
financieras de ajuste estructural a los países en desarrollo.
Provocaron la ruina de muchos pequeños productores; negaron, y en
algunos casos destruyeron, el desarrollo agrícola incipiente de
países del Sur, convirtiéndolos en importadores netos de alimentos.
Son los que mantienen escandalosos subsidios agrícolas, mientras
imponen sus reglas al comercio internacional. Establecen precios,
monopolizan tecnologías, imponen injustas certificaciones y
manipulan los canales de distribución, las fuentes de financiamiento
y el comercio. Controlan el transporte, la investigación científica,
los fondos genéticos y la producción de fertilizantes y plaguicidas.
Sr. Presidente:
No hemos venido aquí a lamentarnos. Hemos venido, a nombre del
Movimiento de Países No Alineados, a exigir y defender las
reivindicaciones de miles de millones de seres humanos que reclaman
justicia y sus derechos.
La fórmula no es difícil ni requiere de grandes sacrificios. Se
precisa solo la voluntad política necesaria, menos egoísmo y una
comprensión objetiva de que si no actuamos hoy, las consecuencias
podrían ser apocalípticas y afectarían también a los ricos y
poderosos.
Es por ello que Cuba llama una vez más a los gobiernos de los
países desarrollados, a nombre del Movimiento de Países No
Alineados, al cumplimiento de sus compromisos y, en particular, los
insta a:
- Poner fin a las guerras de ocupación y al saqueo de los
recursos de los países del Tercer Mundo y liberar al menos una parte
de sus millonarios gastos militares, para destinar esos recursos a
la asistencia internacional en beneficio del desarrollo sostenible.
- Condonar la deuda externa de los países en desarrollo, que ya
se ha pagado más de una vez, con lo cual se liberarían recursos
adicionales que podrían dedicarse al desarrollo económico y los
programas sociales.
- Honrar el compromiso de destinar al menos el 0,7% del Producto
Interno Bruto para la Asistencia Oficial al Desarrollo, sin
condicionalidades, para que los países del Sur dispongan de esos
recursos en función de sus prioridades nacionales y promover el
acceso de los países pobres a montos sustanciales de financiamiento
fresco.
- Destinar a la producción de alimentos una cuarta parte del
dinero que cada año se derrocha en publicidad comercial, lo cual
posibilitaría contar con casi 250 mil millones de dólares
adicionales para combatir el hambre y la desnutrición.
- Destinar al desarrollo agropecuario en el Sur, el dinero que se
utiliza para subsidios agrícolas en el Norte. Con ello, nuestros
países dispondrían de alrededor de mil millones de dólares diarios
para invertir en la producción de alimentos.
- Cumplir con los compromisos del Protocolo de Kyoto y fijar
compromisos de reducción de emisiones más ambiciosos a partir del
2012, sin pretender que se amplíen las restricciones para países
que, aún hoy, mantienen niveles de emisión per cápita muy inferiores
a los de los países del Norte.
- Promover el acceso del Tercer Mundo a las tecnologías y apoyar
la capacitación de sus recursos humanos. Hoy, por el contrario, el
personal calificado del Sur es sometido a la competencia desleal y
al estímulo que plantean las políticas migratorias de naturaleza
selectiva y discriminatoria que aplican Estados Unidos y Europa.
- Y lo que es hoy más apremiante que nunca, establecer un orden
internacional democrático y equitativo, y un sistema de comercio
justo y transparente, en el que todos los Estados soberanamente
participen en las decisiones que les atañen.
Es nuestra más profunda convicción que la solidaridad entre
pueblos y gobiernos es posible. En la América Latina y el Caribe, el
ALBA y PETROCARIBE así lo demuestran.
Sr. Presidente:
El Movimiento de Países No Alineados se ha mantenido fiel a sus
principios fundacionales.
Apoyamos la causa del pueblo palestino y su derecho inalienable a
la autodeterminación en un Estado independiente y soberano, que
tenga su capital en Jerusalén Oriental.
Apoyamos la causa de aquellos otros pueblos cuya soberanía e
integridad territorial se ven amenazadas, como los de Venezuela y
Bolivia, y respaldamos el derecho de Puerto Rico a ser
independiente.
Condenamos la imposición de medidas coercitivas unilaterales,
violatorias del Derecho Internacional, y los intentos de implantar
un modelo único de sistema político, económico y social. Objetamos
las negativas prácticas de certificar países en función de los
patrones y los intereses de los poderosos. Nos oponemos firmemente a
la manipulación política y la aplicación de dobles raseros en el
tema de los derechos humanos, y rechazamos la imposición selectiva
de resoluciones políticamente motivadas contra los países miembros
del Movimiento.
El establecimiento del Consejo de Derechos Humanos ofrece la
oportunidad de abrir una nueva etapa en la promoción y protección de
todos los derechos humanos para todos, sobre la base de la
cooperación internacional y el diálogo constructivo. Aquellos que
provocaron la desaparición de la antigua Comisión de Derechos
Humanos ahora tratan de descalificar al Consejo porque no han podido
doblegarlo en función de sus intereses. Se niegan a participar en
sus trabajos para eludir el escrutinio de la comunidad internacional
en el marco de su mecanismo de Examen Periódico Universal.
La legitimidad del Consejo no depende de la percepción que sobre
sus labores tenga el Imperio, sino de su capacidad de cumplir su
mandato con estricto apego a los principios de universalidad,
objetividad, imparcialidad y no selectividad en el tratamiento de
las cuestiones de derechos humanos.
El Movimiento de Países No Alineados continuará defendiendo los
intereses del Tercer Mundo y promoviendo la construcción de un mundo
más justo, democrático y solidario.
Sr. Presidente:
Cuba ha tenido que pagar un precio muy alto por la defensa de su
independencia y soberanía.
El heroico pueblo cubano ha resistido el bloqueo más largo y
cruel de la historia, impuesto por la potencia más poderosa de la
Tierra. A pesar de que esta Asamblea se ha pronunciado reiterada y
abrumadoramente por el cese de esta política genocida, el gobierno
de los Estados Unidos no solo ha ignorado la voluntad de la
comunidad internacional, sino que en franco desprecio a la misma, ha
recrudecido cada vez más su guerra económica contra Cuba.
Jamás la política exterior en contra de un país ha sido dotada de
tan amplio y sofisticado arsenal de medidas agresivas en los ámbitos
político, económico, cultural, diplomático, militar, psicológico e
ideológico.
Cuba acaba de ser azotada por dos intensos huracanes, que han
devastado su agricultura y seriamente afectado parte de su
infraestructura y dañado o destruido más de 400 mil viviendas.
Permítame aprovechar la oportunidad para, en nombre del gobierno
y el pueblo cubanos, agradecer a todos aquellos países,
organizaciones y personas que de una forma u otra han contribuido
honesta y sinceramente, con recursos o con apoyo moral, a los
esfuerzos de reconstrucción emprendidos por mi país.
Ello contrasta con la posición que ha asumido el gobierno de los
Estados Unidos, que se empeña en seguir aplicando despiadadamente el
bloqueo.
Cuba no le ha solicitado regalo alguno al gobierno de los Estados
Unidos. Simplemente le ha pedido y reiterado que le permita adquirir
los materiales que resultan indispensables para la reconstrucción de
viviendas y redes eléctricas y que autorice a las empresas
norteamericanas a brindarle créditos comerciales privados a Cuba
para comprar alimentos. La respuesta ha sido negativa, y se ha visto
acompañada de un intento de manipular la información de tal forma
que el gobierno de los Estados Unidos aparezca como el preocupado
por el bienestar del pueblo cubano mientras que se perciba al
gobierno de Cuba como el que rechaza el ofrecimiento.
Si a Estados Unidos le preocupa realmente el pueblo cubano, el
único comportamiento moral y ético sería levantar el bloqueo
impuesto a Cuba durante cinco décadas que viola las normas más
elementales del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones
Unidas.
Esta política irracional tiene un claro objetivo: destruir el
proceso de profundas transformaciones revolucionarias emprendido por
el pueblo cubano a partir de 1959. En otras palabras, pisotear su
derecho a la libre determinación, arrebatarle su libertad y sus
conquistas políticas, económicas y sociales y retrotraerlo a su
anterior condición de neocolonia.
La administración Bush pretende justificar el recrudecimiento de
su política contra Cuba recurriendo una vez más al fraude y al
engaño, con el cinismo y la hipocresía que la caracterizan. Su
determinación de dominar y recolonizar a Cuba se presenta nada menos
que como una empresa liberadora y democratizadora.
¿Quién, con excepción de sus cómplices, reconoce en este mundo
autoridad alguna al gobierno de los Estados Unidos en materia de
democracia y derechos humanos?
¿Qué autoridad podría reclamar un gobierno que caza y maltrata
del modo más cruel a los migrantes irregulares en su frontera sur,
que legaliza la aplicación de la tortura y que mantiene en campos de
concentración, como el que ha sido instalado en el territorio que
ilegalmente ocupa la base estadounidense en Guantánamo, a personas a
las que no les ha sido probado y ni siquiera presentado cargo
alguno?
¿Qué respeto merece un gobierno que arremete contra la soberanía
de otros Estados bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo,
al tiempo que garantiza la impunidad a terroristas anticubanos?
¿Qué justicia puede promover una administración que mantiene
ilegalmente detenidos en sus cárceles a cinco patriotas cubanos que
solo buscaban información para neutralizar las acciones de los
grupos terroristas que operan contra Cuba desde Estados Unidos?
Sr. Presidente:
Cuba agradece la solidaridad que ha recibido de esta Asamblea
General en su lucha contra el bloqueo y las agresiones que ha debido
enfrentar durante casi cinco décadas.
Cuba reafirma su inquebrantable decisión de defender su soberanía
e independencia.
Cuba reitera su voluntad de proseguir, junto con todos los
integrantes del Movimiento de Países No Alineados, la batalla por un
mundo mejor, en el que se respete el derecho de todos los pueblos a
la justicia y el desarrollo.
Termino recordando las palabras del Comandante en Jefe de la
Revolución cubana, compañero Fidel Castro Ruz: "Un mundo sin hambre
es posible (¼ ) Un mundo justo es
posible. Un mundo nuevo, del que sobradamente es acreedora nuestra
especie, es posible y será realidad."
Muchas gracias.