La primera y mayor biblioteca institucional para ciegos en Cuba
antes de 1959, cumpliría este año el aniversario 65 de su creación,
y radicó en la Fundación Cultural para Ciegos Varona Suárez, más
tarde Escuela Especial Abel Santamaría.
El centro llevó el nombre de Raimundo Cabrera y llegó a tener más
de 600 títulos, mientras que allí laboraron varios bibliotecarios
discapacitados visuales, entre ellos Irma Massó, quien recientemente
fue homenajeada por sus compañeros en ocasión de su cumpleaños 80.
Irma recuerda que, además de atender a los usuarios, se dedicaban
a la transcripción de libros en el sistema Braille, lo cual
contribuyó a incrementar el fondo bibliográfico y a garantizar los
textos para los alumnos de la escuela.
En aquel mismo local, funciona hoy el Centro cultural recreativo
de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI), el que cuenta con la
mayor biblioteca para invidentes del país, con unos tres mil
títulos, así como la imprenta Braille de la organización.
Actualmente brindan sus servicios en toda Cuba más de un centenar
de bibliotecas y áreas especiales de lectura para ciegos, aunque en
algunas de ellas pueden encontrarse ejemplares copiados a máquina en
aquella primera institución cultural de ese tipo en la isla.