Filas de pacientes, clínicas cerradas,
riesgo de infección y centros de atención improvisados constituyen
pruebas de la emergencia médica vigente en zonas de Estados Unidos
golpeadas por el huracán Ike, señala hoy el diario USA Today.
La fuente cita funcionarios de salud de la ciudad de Houston y la
isla de Galveston, ambas en Texas, donde se reportan las mayores
afectaciones por el meteoro que dejó en este país más de 50 muertos
y cuantiosos daños materiales.
Estamos ante un gran desastre, lamentó el supervisor Jim Parisi,
quien controla departamentos de los 14 hospitales adscritos al
sistema Memorial Hermann, ubicado en Houston, la cuarta ciudad más
poblada de la nación norteña.
A seis días del impacto inicial de Ike, varias instalaciones de
esa red asistencial carecen de camas para recibir una avalancha de
individuos con fracturas en extremidades, dificultades estomacales y
otras dolencias.
Nuestra área está saturada, solíamos tratar unas 130 personas
diarias y ahora la cifra supera las 200, comentó Jamie McCarthy,
directora de emergencias en el Texas Medical Center, una de las
sucursales del Memorial Hermann.
Según autoridades del sector, el panorama gana en complejidad por
las múltiples instalaciones médicas que permanecen inoperantes, en
algunas falta la energía eléctrica, mientras el resto recibió
severos daños por inundaciones y vientos huracanados.
Dicha situación mantiene fuera de servicio al hospital de
Galveston University of Texas Medical Branch (UTMB) y a una decena
de clínicas de urgencias en la propia isla, lo cual motivó el
surgimiento de puntos móviles para recibir a los ciudadanos con
problemas menos graves.
Respecto al peligro de infecciones, especialistas en la materia
alertaron sobre la amenaza representada por la mezcla de
desperdicios, escombros, lodo y aguas albañales dejada por el
meteoro.
Las bacterias ya tuvieron tiempo de desarrollarse, creo que
avanzamos hacia una fase de mayor riesgo de contaminación, apuntó el
presidente de la UTMB, David Callender, quien pidió a los residentes
abstenerse de retornar a sus casas.