La cadena devastadora de huracanes y tormentas tropicales que ha
azotado al Caribe desde el mes pasado; Fay, Gustav, Hanna y Ike; ha
dejado cientos de muertos y decenas de miles de personas heridas y
desplazadas en Haití. Las cosechas del país parecen haberse
arruinado. En Cuba, Gustav y Ike destruyeron o dañaron cientos de
miles de hogares. La quinta parte de la población fue evacuada a
terrenos más elevados.
La magnitud de la devastación requiere una campaña de ayuda
extraordinaria que, hasta ahora, no está ocurriendo. Aunque Ios
Estados Unidos le ofrecieron ayuda de emergencia a Haití, no han
hecho lo suficiente con una nación pobre, con la cual EE.UU. tiene
la responsabilidad moral de ayudar. Asimismo, la obsesión peculiar
de la administración Bush con un embargo comercial obsoleto y que
busca llenarles los bolsillos a los anticastristas de línea dura en
Miami interfiere con el envío urgente de la ayuda necesitada para
Cuba.
Washington anunció, la semana pasada, 10 millones de dólares en
asistencia para Haití. Envió el barco de asalto anfibio Kearsarge,
que transportó helicópteros y aviones, para cooperar en la gestión
de ayuda. Es un buen comienzo. Pero Haití, el país más pobre del
Hemisferio Occidental, necesitará más. Solo la mitad de la ayuda
estadounidense son fondos nuevos; el resto es desviado de otros
programas necesarios menos urgentes. La ONU ha solicitado más de 100
millones de dólares para apoyar a aquellos afectados por la
tormenta.
La ayuda para Cuba se ha complicado por las políticas anticuadas
de la guerra fría. Los Estados Unidos han ofrecido solamente, hasta
el momento, 100 000 dólares en ayuda; con la promesa de aumentarla
si Cuba permite la entrada de un equipo estadounidense para evaluar
los daños. La Habana la ha rechazado tontamente (*). Y EE.UU.
se niega a relajar temporalmente aspectos básicos del prolongado
embargo comercial para ayudar a Cuba a lidiar con la emergencia.
El Departamento del Tesoro incrementó el límite de dólares que
las organizaciones autorizadas a trabajar con los disidentes cubanos
pueden enviar a Cuba. Pero Washington no acepta la solicitud de Cuba
para comprar materiales de construcción con el fin de reconstruir
casas y reparar la red eléctrica destrozada. No permitirá que Cuba
compre comida de EE.UU. a crédito, y hasta ahora, se ha negado a
levantar las restricciones sobre el dinero que los cubanoamericanos
pueden enviar a sus familiares.
Consideramos que el embargo contra Cuba es una de las políticas
más mal dirigidas que uno pudiera concebir. Le da credibilidad al
régimen en La Habana mientras contribuye a la miseria de cubanos
ordinarios; todo por el bien de algunos electores en la Florida.
Pero ni siquiera le estamos pidiendo a la administración Bush, que
levante el embargo para siempre. Lo que hay que hacer para aliviar
la crisis causada por las tormentas es eliminar temporalmente todas
las restricciones sobre las remesas privadas y el flujo de ayuda
privada a Cuba.
Traducción no oficial: Mónica Montes Mesina
*
Nota de la Redacción
Cuba no ha rechazado "tontamente" la ayuda del gobierno de
Estados Unidos. Lo que ha reafirmado son sus inviolables principios
éticos y morales. Y no aceptará jamás ninguna condicionalidad.
Como expresó el Ministerio de Relaciones Exteriores, el pasado 6
de septiembre, lo único correcto, ético, apegado al Derecho
Internacional y a la voluntad casi unánime de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, sería eliminar total y definitivamente el
férreo y cruel bloqueo económico, comercial y financiero aplicado
durante casi medio siglo contra nuestra Patria. Cuba no ha pedido al
Gobierno de los Estados Unidos que le regale nada. Simplemente que
le permita comprar.
No es posible aceptar condicionadas "ayudas humanitarias", por
demás ridículas ante el terrible impacto que ha sufrido la nación
cubana, devastada por dos poderosos huracanes en una semana, del
mismo gobierno que durante 50 años ha pretendido matar por hambre y
enfermedades a su población.
Paradojas de la política norteamericana: la Agencia Internacional
para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) ofrece ahora "ayuda
humanitaria" al pueblo de Cuba por cien mil dólares, mientras que
para la subversión contra este mismo pueblo asignó este último año
45 millones de dólares del presupuesto del Gobierno norteamericano