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El presidente de Bolivia, Evo Morales, calificó como una masacre el
asesinato de alrededor de 16 personas en el norteño departamento de
Pando, declarado la víspera en estado de sitio.
El mandatario valoró la situación en ese territorio y en su
capital, Cobija, de muy grave y aseguró que allí no ha habido ningún
enfrentamiento, sino una masacre de campesinos por sicarios peruanos y
brasileños.
En rueda de prensa celebrada en el Palacio Quemado indicó que esos
hechos constituyen un delito de lesa humanidad, ante los cuales el
Gobierno tenía la obligación de actuar y sentar cierta autoridad en
ese lugar.
Morales destacó que la declaración de estado de excepción busca
defender la vida de la población y negó la posibilidad de establecer
esa situación en otras regiones del país si los grupos opositores
abandonan la toma de entidades públicas.
Si los prefectos (opositores) devuelven las instituciones del
Estado, si dejan de atentar contra el patrimonio del pueblo, que son
gasoductos y refinerías, no hay por qué pensar en la ampliación del
estado de sitio a otras regiones, subrayó.
El gobernante confesó que frente a la gravedad de los hechos en
Pando, abogados y expertos en temas legales le comentaron que si no
declaraba ese régimen en el referido departamento podría estar sujeto
a un juicio de responsabilidades.
La víspera, el ministro de Defensa, Walker San Miguel, explicó que
dicha decisión responde a los numerosos crímenes cometidos por grupos
delictivos, y al clima de alteración del orden y la tranquilidad
ciudadana.
Esa medida prohíbe portar todo tipo de armas de fuego o blancas,
celebrar reuniones sin autorización, organizar medidas de presión y
otras actividades habituales.
A su vez, el viceministro de Coordinación con los Movimientos
Sociales, Sacha Llorenti, culpó por los asesinatos al prefecto del
territorio, Leopoldo Fernández, acérrimo adversario de la actual
administración.