Elecciones en EE.UU.

McCain se arriesga y sube, mientras demócratas se preocupan

RAMÓN SÁNCHEZ-PARODI MONTOTO*

John McCain complementó la designación de Sarah Palin como compañera de candidatura con otra jugada arriesgada: tomar distancia de Bush y de las políticas republicanas de los últimos años, declarándose como el verdadero candidato del "cambio". Ya había dicho en un anuncio electoral: "Estamos peor que hace cuatro años" y en su discurso del jueves 4 de septiembre al aceptar su nominación como candidato presidencial en la Convención Republicana dijo: "El partido de Lincoln, (Theodore) Rossevelt y Reagan vuelve a sus posiciones básicas". Agregó: "Fuimos elegidos (los republicanos) para cambiar a Washington y dejamos que Washington nos cambiara a nosotros".

Al lanzar la etapa final de la campaña electoral acompañado de Sarah Palin, el 5 de septiembre en Michigan, hizo aparente dejación de las actuaciones republicanas cuando instó a sus partidarios: "Envíen a Washington un par de maverick que no tengan miedo de romper algunos platos". (La palabra "maverick" se aplica por extensión a una persona que actúa de manera independiente a la de su grupo o partido. El nombre se toma de John Maverick, un ganadero norteamericano del siglo XIX que tenía la práctica de no marcar a sus terneros).

John McCain complementó la designación de Sarah Palin como compañera de candidatura con otra jugada arriesgada: tomar distancia de Bush y de las políticas republicanas de los últimos años.

McCain, por una parte, designa a Palin para atraer las bases conservadoras fundamentalistas del Partido Republicano y, por la otra, opta por presentar su candidatura como la de una pareja de independientes, que se proponen romper con todo el andamiaje de poder en el cual está involucrado su propio partido. El propio McCain ha participado de esas prácticas desde su cargo por 26 años, aunque es cierto que ha ganado alguna fama al disentir en ocasiones de las posiciones tradicionales republicanas.

Esta jugada de demagogia electoral apunta en dos direcciones: una, quitarle a Obama el cetro de promotor del "cambio" y, otra, desvirtuar los intentos demócratas de presentar a McCain como un "clon" de George W. Bush. (El lector debe hacer caso omiso al hecho de que lo que supuestamente se quiere "cambiar", son los mecanismos y prácticas de dominación internas y externas de las propias clases dominantes a quienes representan los candidatos de cada partido; en esas circunstancias se requiere una gran imaginación para poder visualizar ese "cambio").

A juzgar por los resultados inmediatos de las encuestas, la estratagema le ha dado buenos resultados a McCain; la del Washington Post/ABC News del 5-7 de septiembre muestra que el 49% de los que piensan votar lo haría por McCain y el 47% por Obama. (En encuesta similar del 22 de agosto, el resultado fue 45% McCain, 49% Obama). Entre los votantes registrados, el resultado es 47% por Obama, 46% por McCain, mientras que en la del 22 de agosto, en esa categoría de votantes, Obama aventajaba a McCain 49% versus 43%. Las encuestas de las próximas semanas serán un indicador de la inclinación de los votantes a favor de uno u otro candidato. Cualquiera de los dos que alcance más del 52% de las preferencias en el ámbito nacional en las encuestas de las principales empresas encuestadoras, podría ganar por una avalancha de votos electorales.

En cuanto a Obama, ha sido más estable y coherente en su campaña, incluyendo en esto su tendencia a gravitar hacia posiciones más centristas a partir de que asegurase la nominación a comienzos de junio. La Convención Demócrata fue un espectáculo, bien montado y orquestado, casi impecable, aunque no se reflejó con la misma fuerza en un salto a su favor en las encuestas.

Dos cuestiones serán cruciales en el tiempo que falta hasta el 4 de noviembre: los cuatro debates televisados en vivo, tres entre los aspirantes a la presidencia (26 de septiembre, 7 y 15 de octubre) y uno entre los vicepresidenciales, el 2 de octubre; y la definición de la lucha en los estados claves. En el primer caso, en los debates, la cuestión esencial es de imagen, no de temas. Dependerá de la impresión que la compostura, la agilidad mental y la gracia que cada candidato deje impresa en los votantes. (Abordaremos en detalle el asunto después del debate del 26 de septiembre, que enfocará la política externa y la seguridad nacional).

En cuanto a los estados claves, la atención se concentrará en una decena de ellos, ya que en general hay mucha certeza sobre el resultado de las elecciones a favor de uno u otro candidato en unos 40 estados. La lucha será intensa en Ohio, Virginia, Pennsylvania, Missouri, Florida y, en un segundo plano, en Carolina del Norte, Montana, Oregon, Michigan y Nevada. Las encuestas específicas en esos estados y el calendario electoral que sigan los candidatos presidenciales y vicepresidenciales, así como las más destacadas personalidades de cada partido, darán una idea de la situación que se presenta en el llamado "campo de batalla". Serán esos diez estados los que aporten el peso decisivo para que un candidato llegue a los ansiados 270 votos electorales.

No obstante, algunos temas podrán también contribuir decisivamente a inclinar la balanza por Obama o por McCain. Entre ellos el destaque principal está en la situación de la economía. El nivel récord del desempleo en los últimos años reflejados en las cifras oficiales correspondientes al pasado agosto (que golpea fundamentalmente a los negros, los hispanos y la mujer adulta), la crisis del sector financiero de la economía cuyo más reciente y prominente elemento ha sido la intervención gubernamental en las dos empresas pilares del sector hipotecario (las llamadas Freddie Mc y Fanny Mae), junto con los rumores de posible quiebra de la centenaria casa financiera Lehman Brothers, han puesto un virtual sello en el dictamen de que el país se encuentra inmerso en una recesión que se prolongará a lo largo del 2009.

La situación exterior sigue en un distante segundo lugar, incluyendo cuestiones como las guerras en Iraq, en Afganistán y contra el terrorismo. En cuanto a Iraq, la mayor parte de la población considera que ha habido "mejoras" en la situación, aunque prevalece la idea de que la decisión de ir a la guerra fue un error. Sin embargo, la administración Bush no ha logrado llegar a acuerdos con el gobierno iraquí sobre la futura presencia de las tropas norteamericanas en ese país, se anuncia la retirada de algunos contingentes de la llamada "coalición", no se piensa que el Consejo de Seguridad extienda su visto bueno a la presencia militar extranjera en el país y las últimas revelaciones incluidas en el libro de Bob Wooddward, ponen de manifiesto las contradicciones entre el Pentágono y Bush sobre la conducción de la guerra. Todo apunta hacia la inestabilidad.

En Afganistán la administración Bush se empeña en arreciar sus ataques sobre el territorio fronterizo entre ese país y Paquistán, lo que ha provocado agudas contradicciones con las autoridades paquistaníes y hasta la condena de Kabul por los criminales bombardeos aéreos que han provocado la muerte de decenas de civiles, especialmente mujeres y niños. Talmente parece que Bush trata de buscar desesperadamente un éxito en la "lucha contra el terrorismo" que en esta ocasión pudiera ser la muerte o captura de Osama Bin Laden, a quien se ubica en algún lugar de esa zona fronteriza.

Después de una fugaz "tregua" electoral entre Obama y McCain con motivo del aniversario de los ataques del 11 de septiembre del 2001, los contendientes han reanudado las acciones en lo que pudiéramos llamar el "primer round" de la pelea por la medalla de oro, luego de las etapas eliminatorias y clasificatorias que comprendieron las primarias y las convenciones. Continuaremos con la narración del "combate".

* El autor es especialista en Relaciones Internacionales y fue jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos de septiembre de 1977 a abril de 1989.

 

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