El 23 de agosto de 1957, el periódico mexicano Esto publicó con
gran despliegue la siguiente nota:
"WILLIAMSPORT, Pennsylvania.—El equipo de Monterrey, México, se
convirtió hoy en el primer equipo de béisbol extranjero que gana la
Serie Mundial de las Ligas Pequeñas, cuando derrotó a La Mesa, de
California, 4-0 en un juego que lanzó sin hit ni carrera un chamaco
de 12 años".
"Ángel Macías entusiasmó a una muchedumbre de 10 000 personas
lanzando un juego perfecto y ponchando a once bateadores. Esta es la
primera vez en los once años de las Series Mundiales de aquí, donde
Las Ligas Pequeñas fueron fundadas, que un equipo extranjero gana la
corona. Los mexicanos hicieron todas sus carreras en la quinta
entrada con una combinación de dos sencillos, un sacrificio ayudado
por un error de los californianos y dos bases por bolas".
Ese hecho, inscrito entre los momentos culminantes de los anales
del béisbol mexicano, motivó al cineasta canadiense, exiliado en
México, Hugo Butler —en la película, por razones que a continuación
se explicarán, aparece como Hugo Mozo— a rodar en 1959 Los
pequeños gigantes, que se estrenó al año siguiente.
Los
negativos de la cinta fueron recuperados en el 2007, lo cual
facilitó la reedición de la película que hoy se exhibe a las 5:00
p.m., en la sala Chaplin, de la Cinemateca de Cuba, como parte de la
Semana de Cine Mexicano, y a cuya proyección se espera concurran
glorias del béisbol cubano y comentaristas de esta disciplina.
Algo curioso de este filme, que estéticamente le debe mucho al
neorrealismo italiano y a la impronta de Luis Buñuel, radica en que
sus protagonistas son los propios muchachotes que conquistaron el
preciado galardón.
Hugo Butler carenó en México por ser un cineasta maldito. La
persecución desatada por el Comité de Actividades
Antinorteamericanas, liderado por el oscuro senador McCarthy, contra
la izquierda y el pensamiento progresista de su país a partir de
1947 implicó a Butler.
Escritor, periodista y guionista de cine, había nacido en
Calgary, Canadá, el 4 de mayo de 1914. Murió en Hollywood el 7 de
enero de 1968. Tal era su oficio que incursionó en oestes, comedias
y melodramas, en los cuales trató de imprimir sus ideas socialistas.
Escribió guiones para Jean Rendir, Luis Buñuel y Joseph Losey. En
México su máximo logro fue el guión de Torero (1956), de
Carlos Velo, producida por Manuel Barbachano Ponce.
Los pequeños gigantes adquiere en la actualidad, más de su
valor testimonial, un relieve artístico meritorio, cuando se le
compara con la nueva película realizada a partir del mismo suceso,
un largometraje de ficción titulado El juego perfecto,
protagonizado por el niño Jake T. Austin, Cliffton Collins Jr. y
Cheech Marin, vapuleada por la crítica.