El sector agropecuario de la localidad de La Palma en Pinar del
Río, habitada fundamentalmente por campesinos, tiene una estrategia
para reanimar la producción de alimentos, prioridad de la
recuperación tras el azote de los huracanes Ike y Gustav.
El municipio de la Palma fue blanco perfecto de ambos meteoros,
que eligieron a la norteña comunidad Manuel Sanguily en su salida al
mar.
Hubo daños sustanciales en la agricultura, correspondientes a 470
casas de tabaco y 39 mil latas de café, de las cuales las
recuperables movilizarán a cientos de pobladores para su
recolección.
Esta localidad eminentemente montañosa se distinguía antes del
paso de los huracanes por la alta producción de cultivos varios, y
hoy reporta la pérdida de casi todas las plantaciones de plátano y
yuca, mientras únicamente es salvable cierta cantidad de arroz.
La Palma dedica especial atención a rediseñar la única granja
avícola de la provincia especializada en aves rústicas, y por otra
parte no renuncia, con duro trabajo, a declararse de referencia
nacional en agricultura urbana en octubre.
Si bien de 87 micro ordeños, 38 fueron arrasados, nunca se
interrumpió la producción de leche, aunque más de 55 funcionan a la
intemperie.
Con el mayor patrimonio forestal del país, ascendente a 40 mil
500 hectáreas, los huracanes dañaron 12 mil, y los forestales se
proponen sanear los bosques y extraer madera útil para reparar
viviendas y luego ocuparse de la resiembra.
Paralelamente, se intensifican labores de reparación de la
telefonía y la electricidad, y donde no llega este servicio se
informa a la población mediante la prensa, altoparlantes y
proyección de videos en centros con grupos electrógenos.
La Palma tiene 622,9 kilómetros cuadrados de superficie -más del
70 por ciento montañosa-, y los huracanes afectaron una cifra
superior a las nueve mil viviendas, incluidas siete mil en la
comunidad Manuel Sanguily