Desde las alturas el caos parece imperar en territorio pinareño.
Basta elevarse solo unos metros, esta vez 300, en un helicóptero de
la Fuerza Aérea Revolucionaria, para captar en toda su extensión la
magnitud del desastre. A los estragos provocados por la furia de los
vientos de Gustav ahora se suman las aguas de Ike que inundan
poblados y cosechas. Dos huracanes que han trastocado la vida y el
entorno de los pinareños.
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El río Cuyaguateje mantiene incomunicado el
municipio de Guane. |
Casa de tabaco inundada. |
Más de un centenar de viviendas de Isabel Rubio, en el municipio
de Guane, están bajo las aguas del río Cuyaguateje. Lugar al que es
imposible acceder tras la crecida alcanzada por el mayor torrente de
la región occidental. Las fuertes lluvias también amenazaron la vida
de los moradores de Sanguily, más de 7 000, que tuvieron que ser
evacuados en pocas horas. Dos poblados que desde el aire ofrecen una
imagen sobrecogedora: uno por la fuerza del río que lo invade; el
otro por la soledad que impera en sus calles.

De las 31 presas del territorio, hoy alivian 18. |
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El central Sanguily tras el paso de ambos huracanes.
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Algunas cifras hablan por sí solas de las lluvias en Pinar del
Río: con la llegada de Ike los embalses estaban al 63% de la
capacidad; tras su paso sobrepasaron el 80%. De las 31 presas del
territorio, hoy alivian 18, entre ellas La Juventud, la mayor de la
provincia.
Luego de los fuertes vientos de Gustav, llegaron las aguas de Ike
y las labores de recuperación se paralizaron. Según explica Marbel
Piloto Hernández, miembro del Buró del Partido en Pinar, en los días
que siguieron al primer meteoro la provincia ya había reparado más
de 3 000 viviendas, creado 1 500 facilidades temporales y devuelto
la electricidad al 70% del territorio. Ahora cuantificamos los
daños, el trabajo vuelve a comenzar, pero con más fuerzas que antes,
asegura.
Y es cierto que el quehacer regresa con más ímpetu. La tenacidad
de 800 linieros y 200 constructores de varias provincias del país,
que luego de las aguas regresaron al trabajo, así lo confirman.
También las brigadas creadas en los consejos populares para reparar
viviendas apoyan tal certeza. Jorge Luis Izquierdo y Juan Fernández,
dos hombres con la piel cuarteada luego de poner tantos techos,
forman parte de una de las brigadas. Y enseñan con orgullo las
nuevas cubiertas que el Ike no pudo arrancar.
Podría pensarse que la naturaleza se ensañó con Pinar. La
coincidencia de dos huracanes que en menos de diez días decidieron
surcar el mismo camino parece increíble. Desde la altura la imagen
de destrucción vuelve a repetirse; pero poner un pie en tierra sigue
confirmando la valía del pueblo pinareño, ese que ahora vuelve a
inundar de esfuerzos su territorio.