En julio de 1958, Delio Gómez Ochoa, entonces delegado nacional
de Acción del Movimiento 26 de Julio, nombró a Alberto Álvarez Díaz,
jefe del Movimiento en Regla.
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Clodomira Acosta |
Lydia Doce |
Alberto era profundamente martiano, un joven de poca estatura,
delgado y pudiera decirse desgarbado, pero al mismo tiempo tenía un
gran carisma y don de mando que ejercía en todo lo que hacía.
Numerosas fueron las acciones ejecutadas por el grupo dirigido
por Alberto, por citar algunas, días antes de su asesinato, el
ajusticiamiento el 29 de agosto del confidente Leonardo Figueroa del
Pino (Tuto), el 5 de septiembre el secuestro de la imagen de la
Virgen de Regla, acción que impidió la celebración de las fiestas y
procesiones. El 10 de septiembre ocurre el ajusticiamiento de otro
confidente de la policía batistiana, Manolo Sosa (El Relojero).
Por aquellos días habían llegado a La Habana dos mensajeras de la
Sierra Maestra, primero Lydia Doce Sánchez y después, el 9 de
septiembre, Clodomira Acosta Ferrales.
Anteriormente, habían conocido a los compañeros de Regla, con los
que tenían una gran afinidad. Al tener dificultades Clodomira para
hospedarse, Reinaldo Cruz Romero, segundo de Alberto, le ofreció que
se quedara esa noche en el apartamento de la calle Rita número 271
en el reparto Juanelo, en San Miguel del Padrón, en el que se
escondían. Al conocer Lydia que Clodomira se quedaría allí esa
noche, decidió unirse a ella para acompañarla.
Mientras tanto, el ajusticiamiento del Relojero había desatado
una gran represión en Regla. esa noche fueron detenidos, entre
otros, Gilberto Soliguera de la Rúa y José A. Piñón Veguilla (Popeye).
Gilberto fue asesinado en presencia de Popeye, el que,
desmoralizado, delató el lugar donde se refugiaban los combatientes.
En la madrugada del día 12 de septiembre ingresaron al
martirologio de la Patria Alberto Álvarez Díaz, de 21 años de edad;
Reynaldo Cruz Romero, de 20 años; Leonardo Valdés Suárez, de 23
años, y Onelio Dampiel Rodríguez, de 20 años. Vecinos del lugar,
testigos excepcionales, testimoniaron sobre lo ocurrido: Mobi Ortiz,
quien vivía en el apartamento 19, narró lo siguiente: "Nos
encontrábamos despiertos, por dedicarse mi esposo a la compra de
verduras en la plaza, se levantaba a las cuatro de la madrugada...
"Tocaron con fuerza a la puerta del apartamento 11, abran la
puerta, que soy yo, Popeye.
"Al abrir irrumpieron en el apartamento como bestias rabiosas.
Durante más de una hora se sentían quejidos por las terribles
torturas que al parecer les hacían. En ese momento una mujer gritó:
¡Asesinos, cobardes, mátenlos de una vez!
"Cerca de las cinco y media escuché que gritaron ¡vírense de
espalda a la pared! Y acto seguido un gran tiroteo.
"A dos de los revolucionarios los lanzaron desde el primer piso a
la acera. A los otros dos los arrastraron amarrados por las
escaleras.
"Clodomira y Lydia se fajaron a golpes con ellos. Las arrastraron
escaleras abajo, las montaron en una perseguidora y se las llevaron
vivas."
Otros vecinos también testimoniaron sobre la crueldad de aquellos
monstruos. Todos coincidieron en las palabras groseras y el regocijo
que manifestaban los bárbaros, vanagloriándose ante tan atroz
crimen. Ellos eran los esbirros Ramón Calviño, José Sánchez Ramírez,
Eladio Caro y José Luis Alfaro que estaban bajo las órdenes del
coronel Esteban Ventura Novo. presentes también estuvieron los
coroneles Conrado Carratalá Ugalde y Lutgardo Martín Pérez. Los tres
escaparon de la justicia revolucionaria el Primero de enero de 1959
y fueron acogidos como exiliados políticos en los Estados Unidos.
Lydia y Clodomira fueron llevadas a la Oncena Estación de
policía. Ariel Lima y Eladio Caro, después de ser juzgados y antes
de ser fusilados en enero de 1959, se refirieron en forma similar a
los últimos momentos de aquellas valientes mujeres. Eladio Caro
dijo: "¿Ve usted esta cicatriz? Me la hizo la bandolera esa de
Clodomira clavándome los colmillos en el hombro. Del reparto Juanelo
fueron conducidas a la Oncena Estación, herida la mujer más gruesa y
mayor (Lydia), con un tiro a sedal en un glúteo del que sangraba
mucho.
"El día 13 de septiembre las mandó a buscar Ventura conmigo, y
las trasladé a la Novena Estación. Al bajar al sótano que hay allí y
empujarla Ariel Lima, Lydia cayó de bruces y casi no podía
levantarse, por lo cual Ariel le dio con un palo en la cabeza y ella
se dio un golpe con el contén, tan fuerte que casi se le saltaron
los ojos.
"La mulata flaquita se me soltó y le fue arriba, arrancándole la
camisa, mientras le clavaba las uñas en el rostro. Traté de
quitársela y ella se viró saltando sobre mí, y en forma de horqueta
se encajó sobre mi cintura y para que se soltara tuve que golpearla
a palo limpio, hasta noquearla.
"Ventura vino después a interrogarlas y se puso furioso al ver el
estado en el que estaban. El día 14 por la noche, Laurent llamó a
Ventura para preguntarle si ya las prisioneras habían hablado,
terminó solicitando que se las enviaran. Y Ventura se las mandó
conmigo prestadas, en el carro de leche.
"Después de fracasar Laurent en sus torturas, sin lograr sacarles
ni una sola palabra (en la madrugada del día 15), ya moribundas las
metieron en una lancha en La Puntilla, al fondo del castillo de La
Chorrera, y en sacos con piedras las sumergieron y las sacaron del
agua tantas veces sin resultado alguno, hasta que el propio Laurent
las soltó en el mar."
Al referirse a ellas, Fidel dijo: "Mujeres heroicas... Clodomira
era una joven humilde, de una inteligencia y una valentía a toda
prueba, junto con Lydia torturada y asesinada, pero sin que
revelaran un solo secreto ni dijeran una sola palabra al enemigo".
Hoy, a 50 años de aquellos hechos, el pueblo de Cuba les rinde
tributo a esos inolvidables héroes y heroínas de la Patria, que
viven eternamente en la obra de la Revolución.