La provincia de Pinar del Río vive una mañana soleada y a la vez
expectante, tras los estragos del potente huracán Gustav, hace algo
más de una semana, y la trayectoria de Ike de oriente a occidente
del país.
Los pobladores del territorio continúan inmersos en la
recuperación, fundamentalmente en labores de higienización,
embellecimiento y reanimación de las producciones industriales y
agrícolas, la electricidad y la telefonía.
Otras labores tampoco se paralizan, pues son imprescindibles ante
la devastación causada por Gustav, fenómeno que el 30 de agosto
provocó rachas de vientos de hasta 340 kilómetros por hora, y dejó
un rastro patético que perdurará en la memoria de los pinareños.
Sumaron, preliminarmente 90 mil las viviendas damnificadas, y si
bien los recursos llegan a la provincia para reparar o edificar
facilidades temporales, de condiciones decorosas, esa tarea sí se
detuvo a modo preventivo ante el posible embate de Ike y su impacto
en los nuevos techos.
El curso escolar aún no ha comenzado en el territorio más
occidental de Cuba, dañado de modo directo o indirecto por 150
ciclones desde 1900 a la fecha: por supuesto sin incluir a Ike,
aunque muchos pinareños preferirían que el impacto más fuerte
hubiera sido aquí para evitar más pérdidas a la economía.
Ike penetró anoche por la oriental provincia de Holguín y avanza
sobre todo el país, rumbo al oeste, con varios pronósticos acerca de
su salida al mar; de ese "caprichoso "modo se comporta el quinto
huracán del Atlántico en la actual temporada ciclónica, del primero
de junio al 30 de noviembre.