Rusia condicionó hoy la puesta en
marcha de los acuerdos adicionales con la Unión Europea (UE) para un
arreglo del conflicto georgiano-oseta a una garantía de Tiflis del
cese de acciones bélicas contra las repúblicas rebeldes.
Los presidentes Dmitri Medvédev y el francés Nicolás Sarkozy, en
calidad de titular de turno de la UE, concertaron algunos puntos
adicionales al plan de paz suscrito el 12 de agosto último, para
sellar las hostilidades de Georgia contra Osetia del Sur.
Al ofrecer detalles de los acuerdos, Medvédev indicó en rueda de
prensa conjunta que dicho documento cobra vigencia de inmediato por
la garantía de la UE y de Francia, en particular, sobre el no uso de
la fuerza por parte de Georgia.
Rusia está dispuesta dijo- a retirar las fuerzas pacificadoras de
cinco postas en la línea de Poti hasta Senaki durante siete días
como máximo teniendo en cuenta la firma hoy de documentos que
obligan jurídicamente a Tiflis a no agredir a Abjasia, subrayó.
Moscú en principio se comprometió a un total repliegue de los
pacificadores hacia la línea anterior a las acciones combativas del
8 de agosto, después de que instalen en ambas zonas de conflicto los
mecanismos internacionales para el control de alto al fuego.
Se trata en parte de una misión civil según alegan los promotores
en la UE-, de 200 observadores como enviados de Bruselas, fijada con
fecha tope el 1 de octubre.
Con anterioridad, el canciller ruso, Serguei Lavrov, declaró que
la presencia de los veedores europeos en la conflictiva región del
sur del Cáucaso era asunto concerniente a Abjasia y Osetia del Sur.
Las partes acordaron también el retorno de las fuerzas armadas
georgianas a la posición anterior, antes del 1 de octubre próximo,
así como la permanencia del mandato de la ONU y de la Organización
de Seguridad y Cooperación de Europa.
Según el plan Medvédev-Sarkozy, el 15 de octubre en Ginebra
arrancarán las consultas internacionales sobre las medidas garantes
de la seguridad en torno a Abjasia y Osetia del Sur, además de la
estabilidad regional, que sigue siendo una asignatura pendiente.
Al calificar de constructivas y fructíferas las pláticas con
Moscú, el mandatario galo admitió las discrepancias por el
reconocimiento del Kremlin a la independencia de las repúblicas
rebeldes, separadas de Georgia desde 1992.