La distribución de materiales constructivos, trabajos eléctricos
y de comunicaciones y la higienización de las calles ocupa a los
pobladores de una de las localidades más dañadas por Gustav en la
provincia de Pinar del Río.
El tercer huracán más potente de la historia de Cuba, penetró al
territorio precisamente por el municipio de Los Palacios, convertido
hoy en un fenómeno, pero no meteorológico, sino de recuperación,
muestra del cual los vecinos se convierten como nunca en familias
para colocar techos y otras faenas.
Según el periódico provincial, suman unas 10 mil las viviendas
dañadas, de ellas seis mil con perjuicios graves; la recuperación
conlleva tiempo y gran cantidad de recursos, en tanto el pueblo ha
recibido de forma directa fibras de asbesto cemento, distribuidas
por las FAR.
Destaca la colocación inmediata de las cubiertas, sin esperar
brigadas de techadores, y la calidad la garantiza la propia
experiencia de ciudadanos como Antonio Miranda, un veterano,
atrapado en plenas labores por la prensa, cuando ayudaba a Juana,
una vecina sin otra compañía.
Autoridades de la localidad, abatida por la racha de 340
kilómetros por hora en Paso Real, informan de la entrada de otros
recursos, entre ellos destinados a la edificación de facilidades
temporales, mientras esperan reactivar la fábrica de bloques para
hacer unos 30 mil mensualmente.
Otra de las alternativas del municipio es el acopio y expendio de
las viandas, frutas y demás cultivos recopilables, con calidad,
unido a la facturación de unas 100 toneladas del cereal en el
Complejo Arrocero Los Palacios, para distribuirlas a distintos
lugares.
Ya el panorama en la localidad es distinto, y la provincia
pinareña, azotada desde 1900 por 150 ciclones sufre el estar ubicada
en su ruta, en tanto la reanimación y el hecho de no haber perdido
una sola vida humana demuestra de cuanto es capaz un pueblo
entrenado