Actualizado 5:45 p.m. hora local

Guantanamera, guajira guantanamera

ROBERTO GILI COLOM

Cuba rinde homenaje hoy a Joseíto Fernández, aquel humilde intérprete cuyo canto ascendió tan alto que devino paradigma de la música más allá de la caprichosa geografía de la isla donde nació y murió.

Coloquios, conferencias, conciertos, exposiciones y un concurso de interpretación se suman al reconocimiento gubernamental y popular a quien se considera un símbolo de pertenencia por excelencia.

Más allá de su emblemática Guajira Guantanamera, la composición que lo empujó a una fama que parece no tener fin, José Fernández Díaz es hoy un nombre que se vacía de contenido y nos deja una palabra tan pequeña como inmensa: Cuba.

Lo recuerdo ascendiendo por la calle Estrella desde Gervasio, con rumbo a la populosa avenida de Belascoaín, en pleno corazón de Centro Habana, donde se aprende temprano, y pronto se pasa de la niñez a los asuntos, como dijera el poeta peruano César Vallejo.

Y lo veo de nuevo, víspera de cumplir 100 años, con su andar pausado, como si marcara un ritmo interior; bigote bruno, copioso y bien cuidado; seis pies de estatura; guayabera de hilo, blanca, impecable, con los puños y el cuello tersos, almidonados con bora; sombrero panameño alón, pantalón de lino inmaculado con corte francés y bajo ancho; zapatos de dos tonos con resplandor de espejo; mulato legítimo. Identidad y cubanía indiscutibles.

Joseíto, el de voz inigualable, nació el 5 de septiembre de 1908, sin saber que su singular canción –y él mismo- serían un día un emblema, una divisa distintiva para su generación y quién sabe cuántas más en el devenir del tiempo.

"Mi biografía es la Guantanamera", respondió, sin titubear, a dos investigadores que lo entrevistaron con el fin de escribir un libro sobre este hito de la historia musical cubana.

Un programa radial denominado "El suceso del día" lo hizo popular, aunque ya había cantado e inspirado con anterioridad su contagiosa pieza, una guajira-son, según coinciden especialistas.

El espacio alcanzó fama en la década de los años 40 del siglo pasado, por narrar sucesos sociales de la época, teniendo siempre como telón o cortina de fondo la contagiosa melodía.

Lo mismo felicitaban a una muchacha de Villa Clara, que pedía empleo para un desocupado, que se narraba la adversa historia de un anciano degollado en pleno atraco.

"...Unas veces era guajira guantanamera; otras, guajira vueltabajera, guajira holguinera o guajira camagüeyana…", dijo el autor en una de sus pláticas con medios de difusión.

Cuentan que a finales de los años 20 trabajó en una estación de radio en la que también lo hacía una joven de Guantánamo, la provincia más oriental de Cuba.

Ella lo amaba y, en ocasiones, le llevaba algo de comer y hablaban. Un día lo sorprendió haciendo un gesto de galanteo a otra mujer y, enfurecida, le arrebató el bocadillo que le había procurado.

Joseíto se hizo del micrófono en ese mismo instante, para generar aquel místico estribillo: "Guantanamera, guajira guantanamera…"

Sin embargo, el 30 de noviembre de 1979, la revista cubana Bohemia cita a Joseíto diciendo: "Un día, a Facundo Rivero, nuestro pianista, se le ocurrió que al terminar el programa que radiábamos por la CMCO (...) lo hiciéramos con una guajira. (...) Entonces compuse la Guajira Guantanamera. Y el éxito nos sorprendió a todos. (...) Esto ocurría allá por el año 1934".

Según musicólogos, la Guantanamera alcanza su celebridad por estar montada en la misma métrica octosilábica de los "Versos Sencillos" del Héroe Nacional cubano, José Martí, muy apropiada para las improvisaciones.

Un oportunista le dijo al cantante estadounidense Pete Seeger que aquella composición no tenía autor, y el intérprete la difundió por su país y el mundo hasta que un día el propio Joseíto le dijo: "Señor, tango algo que conversar y aclarar con usted".

¿Cuántos y quiénes han cantado la Guantanamera?, es una interrogante que ya resulta imposible responder con total precisión.

Hoy se afirma sin medias tintas que su fama no anda muy lejos del "Yesterday", de Paul McCarney, o del "Imagine", de John Lennon, salvando distancias y contextos.

El bardo cubano murió el 11 de octubre de 1979, pero esta afirmación suena a falsedad. Joseíto Fernández vive, vivirá en todos los buenos cubanos como el mar que los rodea, como sus legítimas deidades, sus calles y pueblos, su hablar, sus leyendas, sus montañas y arroyuelos, y su tiempo futuro. (PL)

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir