Las estrellas desde fuera de la casa

Joel Mayor Lorán

Mirar las estrellas no siempre es algo fascinante; puede ser muy triste para quien no tiene más techo que el cielo, porque un ciclón le ha llevado la cubierta de su hogar. Pero en la noche del lunes, en el municipio pinareño de La Palma, con la entrega de tejas de fibrocemento a los damnificados, se iniciaron los trabajos para dejar al firmamento fuera de la casa.

Foto: Ricardo López HeviaLa caravana de nueve rastras de la Unidad de Transportación de las FAR llevó los techos directamente hasta los hogares que los necesitan.

Desde la fábrica de asbesto cemento de Artemisa, en La Habana, partió la caravana de nueve rastras de la Unidad de Transportación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, con la preciada carga.

El sentimiento de solidaridad y compromiso brota por cada rincón del archipiélago. Igualmente los choferes se desprenden de los horarios habituales y el tiempo libre; ahora lo más importante es ayudar a los que han sido más duramente azotados.

Cuando el general de división Orlando Almaguel, jefe de la jefatura de Logística de las FAR, les plantea la misión, parten rumbo a La Palma. Atrás quedarán más de 160 kilómetros; curvas y carreteras estrechas donde tendrán que maniobrar con sumo cuidado, pues hay árboles, arbustos, ramas, postes y tendido eléctrico sobre el asfalto, en medio de la noche, que dificultan el paso de los grandes camiones.

Sin embargo, el que arribaran de madrugada no disminuyó un ápice el júbilo de los palmeros. Cada rastra llevó un poco de felicidad a un sitio distinto del municipio vueltabajero. A la 1:30 a.m. una de ellas sorteó la estrechez del espacio entre casas y edificios para entrar a la circunscripción 40, justo donde los pobladores esperaban.

La intención era esa: prescindir de intermediarios o almacenes donde los recursos demoraran en llegar a manos de quienes están urgidos de estos. Listos para descargar cuanto el Estado les enviaba, de las casas salieron hombres, mujeres, jóvenes y viejos; unos subieron al camión mientras los demás recibían las tejas desde abajo.

Estaban desesperados, pero sin dejar de confiar ni por un momento en la Revolución. ¿Ya ve? El sábado pasó el ciclón y ya hoy lunes tenemos la respuesta, manifiesta Lidia María Rodríguez, la delegada.

A mí me sorprendió la hora; ya pensaba que llegarían a la mañana siguiente, afirma Iván Fernández, a quien Gustav le dejó la casa completamente descubierta. "Solo sabía que íbamos a salir de esto. No es la primera vez que la Revolución demuestra cómo se preocupa por todos. Así ha sembrado confianza en nosotros".

El ajetreo no cesa. En un abrir y cerrar de ojos, el camión está casi vacío. A Mileibis Fernández se le ve ir de un lado a otro. Tan pronto coloca una teja va en busca de la próxima.

Esa madrugada, la alegría llegó a muchas viviendas en La Palma. Hombres, mujeres, jóvenes y viejos, acudieron de inmediato a descargar cuanto el Estado les enviaba.

"Pasamos los vientos fuertes en una casa de placa. Cuando pudimos salir y lo vi todo destruido, lleno de escombros, las cosas mojadas¼ Me eché a llorar. No pensé que la solución demoraría, pero tampoco que fuera tan rápido. Estoy muy contenta y, por supuesto, agradecida".

De acuerdo con el anhelo, la disposición y solidaridad de los vecinos del lugar, es muy probable que después del siguiente amanecer la vista de un cielo estrellado vuelva a ser un bello espectáculo para contemplar¼ no precisamente desde el interior de sus casas.

 

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