Bolígrafo y un trozo de papel. Siempre tiene alguno encima, listo 
			para cuando baje la musa. Entonces, abre fuego contra la insensatez, 
			la que conduce a multiplicar bombas en vez de alimentos; dispara 
			contra los absurdos, la pobreza, la ignorancia; propone la 
			reflexión, la sonrisa.
			Médico y humorista. Pero en este caso el orden de los factores 
			alteró provechosamente el producto, pues su medicina más eficaz son 
			las caricaturas. Cuando llegó a la revista Opina, no pudo firmar 
			Arístides, porque ya existía otro. De modo que acudió a la 
			contracción de su nombre, Arístides Esteban. Así surgió ARES, y "si 
			coincide con la divinidad de la mitología grecorromana, mejor".
			Una de sus obras aún coloca a buena parte del mundo del lado de 
			Cuba, mientras llega a uno y otro destinatario por correo 
			electrónico. Responde a la ridícula expectativa de una "era 
			postCastro": Muchos Fidel; es nuestra decisión, así se llama.
			Hace poco llegó hasta el Museo Internacional del Humor, en San 
			Antonio de los Baños, y presentó tres libros suyos: Amores en 
			aceite de Oliva, La caricatura cubana contemporánea e 
			Historia del humor gráfico en Cuba, este último editado en 
			España y con una edición criolla prevista para el evento del 2009 y 
			la próxima Bienal Internacional.
			"Considero al humor un arma, porque toda manifestación artística 
			puede ser usada para defender lo que piensas y hacérselo llegar a 
			los demás, a fin de que comprendan el mensaje. De acuerdo con tus 
			objetivos, será buena o mala."
			Y mientras, como dice Frei Betto, los desaparecidos en el Cono 
			Sur siguen enterrados en los archivos secretos de las Fuerzas 
			Armadas, y la sociedad globalizada hiperestetiza la banalidad, desde 
			un archipiélago en las Antillas este artista insubordina cerebro y 
			alma.
			"¿Mi condición de cubano? Me ayuda en la visión de cuanto 
			acontece en el planeta. Haberme formado en Cuba me hace pensar como 
			lo hacemos los cubanos. Mis mensajes tienen que ver con mi mundo. 
			Aunque espero lo que digo no tenga fronteras, sea entendible más 
			allá. Por eso en mi obra hay ausencia de textos. Uso los códigos que 
			usa la gente adentro y afuera, para que entiendan cuanto quiero 
			decir."
			ARES acumula tantos premios que debe de haber olvidado algunos. 
			Sin embargo, no duda en mencionar uno más bien ajeno a concursos y 
			certámenes; para él, vale la pena recordarlo por encima del resto: 
			"La Distinción Por la Cultura Nacional. La han obtenido 
			personalidades que admiro muchísimo. Es muy reconfortante. Significa 
			que también reconocen mi obra de tantos años."
			Entre tanto, está listo para ideas a las cuales llama partos 
			perfectos: cuando alumbran al unísono de la expresión gráfica. Otras 
			veces se le ocurre algo y ha de buscarle un enunciado visual. "Anoto 
			lo que me viene a la mente, trabajo el boceto y elaboro el trabajo 
			final en casa, a plumilla, con acuarela o en la computadora."
			Sucedió así con tantas de sus obras, y quizás ahora tras andar 
			por esta tierra de Abela, Posada, Nuez¼ 
			esté naciendo otra caricatura y una nueva invitación a pensar.