Baliño había compartido con José Martí la constitución del
Partido Revolucionario Cubano en 1892. Mella era el representante
del estudiantado y de los sectores más progresistas de la juventud.
Para la fundación de ese partido, las condiciones se mostraban
difíciles: el sanguinario Gerardo Machado secuestraba el poder, el
movimiento sindical no tenía entonces orientación política clara, y
los partidos políticos estaban corrompidos.
El 18 de marzo de1923 se funda la Agrupación Comunista de La
Habana y pronto surgirían otras en diversas regiones del país. La
labor política de esas agrupaciones contribuyó, sin duda, a que
maduraran las condiciones objetivas para la fundación del Partido.
Con ese fin, y trabajando en la clandestinidad, un puñado de
revolucionarios con convicción y esperanza en el porvenir,
encabezados por Baliño y Mella, impulsaron la idea de convocar el
Congreso Nacional de Agrupaciones Comunistas.
El encuentro tuvo lugar en La Habana los días 16 y 17 de agosto
de 1925. Con lo mejor del movimiento obrero y revolucionario cubano
reunido entonces, se aprueban los estatutos de la organización,
eligen el Comité Central y trazan un programa de lucha.
La administración estadounidense y el gobierno machadista
recibieron con inquietud la noticia de la creación del nuevo
partido. Comenzó la represión contra los miembros de la naciente
organización, la cual experimentó no pocas vicisitudes y vivió gran
parte de su existencia sumida en la clandestinidad.
Desde su surgimiento, tuvo una clara concepción
marxista-leninista y fue la vanguardia de la clase obrera, con la
tarea principal de la divulgación de sus ideas y la formación de una
conciencia revolucionaria en el pueblo.
Entre los aportes al movimiento revolucionario cubano pueden
citarse la lucha incansable por la unidad, la independencia y la
revolución social, así como la defensa de las tradiciones
patrióticas, sobre todo del pensamiento martiano, y el
enriquecimiento de los sentimientos internacionalistas del pueblo.
La fundación del Partido Comunista de Cuba constituyó una hazaña.
Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, hombres de ideas justas y
revolucionarias, junto a otros fundadores, son ejemplo para todos
los tiempos.
Ellos inspiraron a quienes desde 1925 y hasta el triunfo de la
Revolución en 1959, mantuvieron en alto sus ideales, como lo hizo
luego Rubén Martínez Villena y el maestro de revolucionarios Blas
Roca, quien depositó, en manos del compañero Fidel Castro, las
banderas gloriosas del primer Partido Comunista de Cuba.