Sin embargo, esa experiencia podría multiplicar la producción de
alimentos, según la opinión de los trabajadores de la UBPC Los
Burros, un sitio donde aseguran que en la agricultura existe una
única fórmula válida: sembrar.
Luís Hernández, su presidente, explica que entre las plantaciones
de plátanos —el cultivo fundamental—, hay "calles" de varios metros
de ancho que generalmente no se plantan, pero que de todas formas
deben limpiarse, de modo que han optado por aprovechar esas áreas.
"El plátano demora en producir casi un año, pero antes se pueden
recoger una o dos cosechas de otras viandas, frutas o granos",
afirma. La medida permite obtener provecho de la tierra mientras se
aguarda por cultivos de ciclo largo, que siempre entrañan un riesgo
en una provincia donde los huracanes azotan con frecuencia.
En los últimos 12 meses, recolectaron 200 quintales de col y 180
de frijoles, y ahora tienen malanga y frutabomba para cifras
similares. Más producción y los dividendos que esta genera, cubren
los gastos de toda el área y hacen que los ingresos se incrementen
de forma considerable.
Precisamente, gracias al aprovechamiento intensivo de sus 7,5
caballerías de tierras cultivables, la UBPC Los Burros, que hace un
año tenía una deuda de más de 250 000 pesos y estaba a punto de ser
desintegrada, ha tenido una considerable recuperación.
Hoy es la encargada de garantizar el plátano del consumo social
de todo el municipio, un producto que antes había que importar de
territorios vecinos.
Con los mismos hombres y la misma tierra, pero con distintos
métodos de trabajo, hemos cambiado aquella imagen en poco tiempo. A
más tardar en diciembre, con lo que tenemos en el campo, esperamos
poner las finanzas al día y distribuir utilidades, expresa Luís, un
jubilado de 67 años que asumió la dirección de la entidad a mediados
de 2007. "Tendría que venir un desastre climático para que no
podamos conseguirlo".
Según este experimentado agricultor, el intercalamiento de
cultivos se puede aplicar no solo en terrenos fértiles. "En otros
más malos hay que sembrar plantas de ciclo corto, como habichuela.
Lo importante es tener la ‘calle’ cubierta de comida en vez de
hierba, que solo sirve para atraer bichos perjudiciales para las
plantaciones".
Sembrar constantemente, dice, tiene que ser la premisa de los
hombres y mujeres del campo, en un territorio donde suelen
alternarse los efectos de sequías y de devastadores ciclones. "Hay
un pensamiento martiano que hemos convertido en una máxima de
nuestro trabajo: si el hombre sirve, la tierra sirve".