“Échele una mano al Paraguay”

DEISY FRANCIS MEXIDOR,enviada especial
Francis_mexidor@granma.cip.cu

ASUNCIÓN.— Las incógnitas irán despejándose a partir de este 15 de agosto. Los festejos que invaden a Asunción se irán apagando y Fernando Lugo se instalará en el Palacio de López. Para entonces tratará de materializar la política de equidad social y de adecentamiento del Estado que ha propugnado desde aquel día de diciembre del 2006 en que representantes de distintos grupos sociales se le acercaron en la localidad de San Pedro, con un grupo de carpetas contentivas de alrededor de 100 000 firmas, conminándole a encauzar una solicitud que cambiaría su vida.

Mientras esta mujer vive en la miseria, las vitrinas exhiben un mundo inalcanzable para la mayoría de la población paraguaya.

"Échele una mano al Paraguay" fue la petición y no se negó. Así irrumpe en el escenario político del pequeño país del cono sur, uno de los más pobres de América Latina, y decide dejar a un lado el púlpito para servir a su pueblo de otro modo.

Su participación en las manifestaciones de mediados del 2006, contra la decisión del presidente Nicanor Duarte Frutos de obtener la titularidad del gobernante Partido Colorado, fue un suceso que conmocionó la vida nacional y agitó la entrada del hoy ex obispo de 56 años en el escenario paraguayo. Más que el cuestionamiento al presidente de la República, lo que afloró fue la inconformidad ante el sistema de cosas imperante.

Se abrieron paso la coalición Resistencia Ciudadana, el movimiento campesino Tekojojá y el Bloque Popular y Social, antecedentes directos de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC).

En ese instante muchos ni creían en la posibilidad de que fuera postulado y menos que ganara la presidencia del Paraguay; incluso hubo quienes quisieron impedir su avance, utilizando como bandera la letra de la Constitución, porque era un "hombre de la Iglesia".

Sin embargo, los pronósticos fallaron. En un hecho sin duda inédito en la historia de esta nación sudamericana, donde el predominio del Partido Colorado había instituido un control del poder por más de seis décadas, Lugo, con una concertación de fuerzas cristalizadas en la APC, se llevó el triunfo en los comicios del 20 de abril pasado.

Si difícil resultó el camino para llegar hasta este punto, mayor y más complejo será lo que se le presente en el futuro al nuevo mandatario; aún las consecuencias de más de tres décadas de dictadura militar son una sombra que afecta a la sociedad paraguaya.

En el orden externo, el contexto en que asume Lugo es de auge para América Latina. Los esquemas integracionistas, de cooperación regional, pueden ser un elemento decisivo para darle a Paraguay un respiro en el orden económico y abrir el sendero para canalizar apremiantes necesidades de la población del país.

Por lo pronto, se descorre una etapa esperanzadora para Paraguay. En una entrevista publicada este 14 de agosto en el diario Última Hora, aseguró que se presenta la "oportunidad única de hacer mejor las cosas". El desafío está en que pueda mantener su capacidad de concertación, la autoridad moral y la sensibilidad social y política, para intentar impulsar los cambios por los que claman las grandes mayorías.

 

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