Sal si puedes y otras lecturas es el nombre del un libro
revelador sobre la vida cotidiana del geólogo de campo en Cuba,
presentado en el Museo Nacional de Historia Natural, en la ciudad de
La Habana.
El autor del texto es el doctor Manuel A. Iturralde Vinent,
miembro de la Academia de Ciencias de Cuba, y en su promoción
explicó que se habla de árboles convertidos en piedras, de sardinas
en el malecón, de antiguos monos que poblaron el país y de un
tiburón tierra adentro.
Narra sus múltiples exploraciones el paso por la Sierra de
Cristal, macizo de la provincia de Holguín, de los primeros restos
de un dinosaurio cubano, descubiertos a principios del siglo 20 en
el Valle de Viñales, en Pinar del Río, por el naturalista de la Isla
Carlos de la Torre.
Reseña también en ese último territorio las evidencias de los
primeros pobladores del Caribe, en la Sierra de los Órganos, al
igual que muestras fósiles de antiguos quelonios en lechos rocosos
de La Habana, Matanzas y Sancti Spíritus.
Además, una retirada en estampida de un grupo de investigadores,
''seguidos de mosquitosas nubes negras que no les dieron paz hasta
elevar anclas y poner proa al mar abierto. Atrás quedaban la
naturaleza virgen, el canto de las gaviotas y el arrullo del mar
sobre la arena''.
Geólogos, geógrafos, geofísicos, mineros, topógrafos,
perforadores y muchos otros especialistas posibilitan el
abastecimiento de agua potable, materiales para la construcción,
petróleo y gas natural para producir electricidad y mover la
industria.
Su accionar incluye extracciones de metales para el consumo
nacional y la exportación, la preparación para encarar los peligros
naturales de origen geológico, debido a las investigaciones sobre
terremotos, derrumbes, deslizamientos, cambios del nivel del mar y
la erosión