.— El Departamento de Defensa
estadounidense despacha hacia las ocupaciones de Iraq y Afganistán a
soldados afectados por problemas de salud, a pesar de dictámenes
médicos que sugieren retirarlos del servicio, señala hoy el diario
USA Today.
La fuente ilustra la situación a través del caso del sargento de
infantería Kevin Dunne, enviado por tercera vez al país árabe, poco
después de ser diagnosticado con severas dificultades auditivas.
Antes de la nueva misión, el jefe de los galenos en la base de
Fort Hood, Texas encontró tantos daños en los oídos de Dunne que
sugirió licenciarlo, opinión ignorada por mandos castrenses, agrega
el periódico.
Las limitaciones del militar se pusieron de manifiesto en los
teatros de operaciones iraquíes, donde -precisa- las bombas de la
resistencia explotaban una tras otra.
Soy responsable por lo sucedido, no pude dar las órdenes
pertinentes porque apenas escuche los disparos, dijo el sargento,
luego de una emboscada que dejó un efectivo norteamericano muerto.
Un reciente reporte del Pentágono admitió que desde 2003, 43 mil
uniformados fueron desplegados en Iraq y Afganistán, a pesar de ser
médicamente calificados de no aptos para combatir.
Entre las dolencias más frecuentes están pérdida de audición, con
al menos uno de cada cuatro soldados afectados; estrés
postraumático, presente en el 20 por ciento de los veteranos de las
contiendas; y problemas locomotores.
Estados Unidos mantiene en el país del golfo Pérsico y en la
nación centroasiática 185 mil efectivos, como parte de la llamada
cruzada contra el terrorismo, desatada por la Casa Blanca después de
los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y
Washington.