Desde el momento en que se hizo claro que John McCain sería el 
			nominado republicano de este año, los reporteros se enfrentaron a 
			una seria decisión. Al cubrir la campaña, ¿debían o no hacer 
			referencia a su edad? 
			Al final fue McCain quien les solucionó el problema. No tuvieron 
			que decidir. Por medio de una serie interminable de metidas de pata, 
			McCain lo hizo por ellos. 
			Como reportaron por primera vez Mike Allen y Jim VandeHei en 
			Politico.com, en las últimas semanas John McCain ha tropezado 
			verbalmente en una declaración errónea tras otra. La más reciente, 
			por ejemplo, fue cuando le dijo a Diane Sawyer, de ABC, que la 
			situación en Afganistán todavía era muy seria. "Me temo que es una 
			lucha muy dura", reconoció McCain, "en particular por la situación 
			en la frontera entre Iraq y Paquistán". 
			Bueno, solo hay un problema. No existe la frontera entre Iraq y 
			Paquistán. Dos mil cuatrocientos kilómetros separan Islamabad de 
			Bagdad, las capitales de los dos países. No solo eso, sino que una 
			importante parcela de bienes raíces se encuentra entre Iraq y 
			Paquistán. Se llama Irán. 
			Pero ese es solo el último enredo de McCain. En su más reciente 
			visita a Iraq, se hizo famoso por confundir a los chiitas con los 
			sunitas, hasta que lo corrigió su adlátere Joe Lieberman. En 
			Noticias Fox, Bill Hume no ayudó mucho a McCain cuando excusó su 
			lapsus lingüae diciendo que era un "momento de tercera edad". 
			McCain también alardeó acerca de reducir las tropas norteamericanas 
			a "niveles anteriores a la marea", pero en realidad hay 20 000 
			soldados más en Iraq que cuando comenzó la marea. 
			Así, todo eso no es más que el inicio de los porrazos verbales de 
			McCain. El 30 de junio, mientras discutía la situación en Darfur, 
			preguntó: "¿Cómo podemos presionar al Gobierno de Somalia?" Darfur 
			se encuentra realmente en Sudán. Recientemente en tres oportunidades 
			habló acerca de la importancia de las relaciones de EE.UU. con 
			Checoslovaquia, que se dividió en Eslovaquia y República Checa allá 
			por enero de 1993. Y dejó atónitos a los reporteros al contarles la 
			gran conversación que había disfrutado con el presidente Vladimir 
			Putin de Alemania. 
			McCain ni siquiera conoce bien el nombre de sus equipos de 
			football americano. A principios de este mes, al hablar de su época 
			de prisionero de guerra en Vietnam, contó cómo trató de confundir a 
			sus captores dándoles los nombres del equipo regular de los Acereros 
			de Pittsburg cuando le pidieron que identificara a sus compañeros de 
			escuadrón. Esta es una historia que McCain ha contado varias veces 
			durante sus años como candidato. Pero antes, siempre identificó 
			correctamente el nombre de los jugadores que dio a sus captores como 
			integrantes de los Packers de Green Bay. 
			La campaña de McCain insiste en que estas meteduras de pata 
			carecen de importancia, y son simplemente el resultado inevitable de 
			que McCain está a disposición de los reporteros todos los días de 8 
			a.m. a 8 p.m. Pero cuando se suman todas sí tienen mucha importancia 
			—especialmente en el caso de un candidato que cumplirá 72 años el 
			mes próximo—. Mientras más hable McCain en esta campaña, más nos 
			recuerda a aquel tío senil que se duerme sobre el puré de papas en 
			la cena de Acción de Gracias. 
			O más nos recuerda al candidato George W. Bush en el 2000. Fue 
			Bush quien prometió mantener "buenas relaciones con los grecianos". 
			Aunque admitió que no podía encontrar a Kosovo en el mapa, dijo que 
			de todas maneras esperaba que pronto los "kosovianos pudieran 
			regresar" a sus hogares. Y más tarde, anunciando una confusión 
			posterior de John McCain, confesó a un periodista eslovaco: "Lo 
			único que sé de Eslovaquia es lo que aprendí de primera mano cuando 
			su Ministro del Exterior me visitó en Texas". Evidentemente Bush no 
			aprendió mucho. Su reunión había sido realmente con el Ministro del 
			Exterior de Eslovenia. 
			¿Quién hubiera podido predecir estos hechos? Cuando Barack Obama 
			acusó a John McCain de prometer no más que un tercer periodo de 
			George W. Bush, pensamos que estaba hablando de la continuación de 
			las fracasadas políticas de Bush. No sabíamos que también estaba 
			hablando de que McCain continuaría las torturas de Bush al idioma.
			
			La jerga de McCain es aún más imperdonable que la jerga de Bush. 
			Todo el mundo sabía que Bush era totalmente virgen en política 
			exterior. Pero se supone que la calificación primordial de McCain es 
			su experiencia. 
			Una cosa sí es segura. Los reporteros ya no tendrán que 
			preocuparse si consideran que la edad de John McCain es un tema de 
			su campaña. Él solo está haciendo todo lo posible porque se tenga en 
			cuenta. 
			
			(Tomado de Progreso Semanal)