Las imágenes estremecen: sobre el lecho de un hospital de Shenandoah,
Pennsylvania, yace el cuerpo casi irreconocible de un hombre, horas
antes de morir. Agonizó durante dos días en la instalación
asistencial, tras la golpiza recibida por un grupo de, al menos,
seis adolescentes blancos, quienes le pegaron brutalmente, mientras
le gritaban insultos raciales. Luis Ramírez, un joven mexicano,
había llegado a Estados Unidos seis años atrás en busca de mejoras
para él y su familia. Era indocumentado.
Según testigos, cuando uno de los compañeros de Ramírez intentó
detenerlos, de entre los agresores se escuchó: "Dile a tus amigos
mexicanos que salgan de la ciudad o vas a terminar acostado a su
lado". Por su parte, Cristal Dillman, novia de la víctima, aseguró
que desde hace algún tiempo le decían peyorativamente "mexicano
sucio".
Las agencias de noticias informan que se han presentado cargos
contra tres de los autores del horrible hecho. ¿El delito? Ramírez
había ido a visitar a su prometida en un vecindario
predominantemente anglosajón.
Mientras, en otro punto de la geografía, el Gobierno de Silvio
Berlusconi decide extender a todo el territorio italiano el "estado
de emergencia ante la inmigración clandestina" en vigor en ciertas
regiones desde hace varios años. Tal declaración de urgencia
permitirá en particular acelerar la construcción de nuevos centros
de retención de los inmigrantes ilegales, como indicara el ministro
de la defensa, Ignazio La Russa.
Pero "es una decisión abominable", a juicio de Giancarlo Bressa,
vicepresidente del grupo parlamentario del Partido Democrático, y
significa el establecimiento de "un clima de estado policial", como
indicara Rosy Bindi, vicepresidente de la Cámara. Para el gobernador
de la región de Apulia (sur), Nichi Vendola, la actual situación
podría compararse con un "pedazo de fascismo". Observación
interesante la de Nichi. Los vientos del odio racial se exacerban.
Una ola xenófoba se extiende. Es preocupante. (Deisy Francis
Mexidor)