Los rumores de entendimiento entre el ejército español y el
estadounidense se materializaron el 16 de julio de 1898. El acuerdo
se había firmado a espaldas de los jefes del Ejército Libertador. En
su afán de poder, los yankis prohibieron la entrada en Santiago de
Cuba a las tropas mambisas.
En carta dirigida por el Lugarteniente Calixto García íñiguez al
General norteamericano Shafter, reivindica el prestigio del Ejército
Libertador cubano, excluido injusta y sorpresivamente de los actos
de capitulación.
El texto de la misiva que se reproduce a continuación es un
reclamo atronador por aquello que se pretende borrar: la
independencia de Cuba.
Al Mayor General Shafter, General en Jefe del 5º Cuerpo del
Ejército de los Estados Unidos.
Señor:
El día 12 de mayo último, el Gobierno de la República de Cuba me
ordenó, como comandante en jefe que soy del Ejército Cubano en las
provincias orientales, que prestara mi cooperación al ejército
americano.
Siguiendo los planes y obedeciendo las órdenes de los jefes, he
hecho todo lo posible para cumplir los deseos de mi Gobierno,
habiendo sido, hasta el presente, uno de los más fieles subordinados
de Ud. y teniendo la honra de ejecutar sus órdenes e instrucciones
hasta donde mis facultades me han permitido hacerlo.
La ciudad de Santiago de Cuba se rindió al fin, al ejército
americano, y la noticia de tan importante victoria solo llegó a mi
conocimiento por personas completamente extrañas a su Estado Mayor,
no habiendo sido honrado con una sola palabra, de parte de Ud. sobre
las negociaciones de paz y los términos de la capitulación propuesta
por los españoles.
Los importantes actos de la rendición del ejército español y de
la ciudad por Ud., tuvieron lugar posteriormente, y solo llegaron a
mi conocimiento por rumores públicos. No fui tampoco honrado con una
sola palabra de parte de Ud. invitándome a mí y a los demás
oficiales de mi Estado Mayor para que representáramos al Ejército
Cubano en ocasión tan solemne. Sé, por último, que Ud. ha dejado
constituida, en Santiago, a las mismas autoridades españolas contra
las cuales he luchado tres años como enemigo de la independencia de
Cuba. Yo debo informar a usted que esas autoridades no fueron nunca
electas por los habitantes residentes en Santiago de Cuba, sino
nombradas por decretos de la Reina de España.
Yo convengo, señor, en que el ejército bajo su mando haya tomado
posesión de la ciudad y ocupado las fortalezas; yo hubiera dado mi
ardiente cooperación a toda medida que Ud. hubiese estimado más
conveniente, guardando el orden público, hasta que hubiera llegado
el momento de cumplir el voto solemne del pueblo de los Estados
Unidos, para establecer en Cuba un Gobierno libre e Independiente;
pero cuando se presenta la ocasión de nombrar las autoridades de
Santiago de Cuba, en las circunstancias especiales creadas por una
lucha de 30 años contra la dominación española, no puedo menos que
ver, con el más profundo sentimiento, que esas autoridades no sean
elegidas por el pueblo cubano, sino que son las mismas que tanto la
Reina de España como sus ministros habían nombrado para defender la
soberanía española contra los cubanos.
Circula el rumor que, por lo absurdo, no es digno de crédito,
general, de que la orden de impedir a mi Ejército la entrada en
Santiago de Cuba ha obedecido al temor de venganza y represalia
contra los españoles. Permítame Ud. que proteste contra la más
ligera sombra de semejante pensamiento, porque no somos un pueblo
salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada;
formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como
lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la
independencia de los Estados Unidos de América; pero, a semejanza de
los héroes de Saratoga y de Yorktown, respetamos demasiado nuestra
causa para mancharla con la barbarie y la cobardía.
En vista de todas las razones aducidas por mí anteriormente,
siento profundamente no poder cumplir por más tiempo las órdenes de
mi Gobierno, habiendo hecho, hoy, ante el General en Jefe del
Ejército Cubano, Mayor General Máximo Gómez, la formal renuncia de
mi cargo como General en Jefe de esta sección de nuestro Ejército.
En espera de su resolución, me he retirado, con todas mis fuerzas
a Jiguaní.
Soy respetuosamente de usted, Mayor General,
Calixto García
Campos de Cuba Libre, 17 de julio
de 1898.