La violencia en general, ha sido siempre un atractivo efectivo
para hacer llegar los mensajes, y el recurso que logra un efecto más
contundente en los sentimientos del ciudadano medio.
En la vida real, neoconservadores o liberales, demócratas o
republicanos, la han explotado siempre para sus fines, así en
política interna como exterior.
Pero la exacerbación de la violencia a niveles como los que se
derivan de las "leyes patrióticas", en lo interno, y la "guerra
contra el terrorismo" como pivote de la política internacional, han
llegado a tan alucinantes extremos que ya se debate si la práctica
de la tortura es un recurso legítimo de gobierno y dominación.
A mediados de junio, tuvo lugar una audiencia en el Senado de
Estados Unidos para debatir acerca del límite que habría que fijar
entre los métodos eficientes para los interrogatorios y las torturas
en las técnicas autorizadas por el Pentágono para su aplicación en
el centro de reclusión de sospechosos que funciona en la base naval
de Guantánamo y en las prisiones estadounidenses de Iraq.
Los legisladores que integran el Comité de Fuerzas Armadas del
Senado, que fue el que llevó a cabo la investigación, determinó en
una de sus conclusiones que las técnicas basadas en suplicios se
concibieron y diseñaron en el Pentágono para su aplicación en el
Centro de Guantánamo.
El senador demócrata Carl Levin, presidente del Comité, declaró
que conocía que "la política sobre interrogatorios aprobada en
noviembre del 2002 por el entonces secretario de Defensa, Donald
Rumsfeld, fue uno de los factores que propiciaron que ocurriera lo
que vimos en Abu Ghraib", en referencia a las fotos aparecidas a
finales de abril del 2004 cuando salieron a relucir los abusos que
cometían los soldados estadounidenses en esa prisión iraquí.
El senador Levin reconoció que se trató de hacer creer que los
crueles abusos cometidos en esa cárcel iraquí "eran obra de algunas
manzanas podridas que actuaban por su cuenta, pero ahora se sabe la
verdad".
En la audiencia, Levin reveló que estos crueles métodos fueron
ideados partiendo de un programa de entrenamiento para fuerzas
especiales que les capacitaría para soportar torturas cuando fueran
capturados en países que no respetaran la Convención de Ginebra.
"Funcionarios del gobierno estadounidense idearon estas técnicas
inhumanas, las manipularon a su antojo para darles una apariencia
legal y, luego, autorizaron su ejecución", aseguró.
Dijo así mismo que pudo saber que algunos abogados militares
habían objetado fuertemente tales métodos de interrogación antes de
que fueran autorizados por el Pentágono.
El ex consejero general del Pentágono, William Haynes, quien
renunció a su puesto en febrero pasado, fue llamado a testificar
porque antes había asegurado que fueron los militares en Guantánamo
los que habían pedido técnicas más estrictas para poder interrogar a
los prisioneros que no querían colaborar.
Pero en los documentos que se mostraron en la audiencia quedó en
claro que fue antes, en las oficinas de Rumsfeld, que se comenzó a
planear un manual.
Estas técnicas, cuyo uso ha sido defendido por algunos
funcionarios del Pentágono como necesarias para obtener información
de los detenidos, incluyen el llamado tormento de toca, la
inmovilización por largo tiempo en la misma posición, la privación
de luz y de sonido, mantener a los detenidos desnudos, y
amedrentarlos con perros.
"Cuando estaban analizando la legalidad de estos métodos, como
abogados, ¿no se les ocurrió pensar que una palabra puede hacer toda
una diferencia? ¿Cómo permitir que a los detenidos se les quite la
ropa y se usen perros?", expresó con molestia, durante la audiencia,
la senadora demócrata Claire McCaskill.
Ante este tipo de lenguaje, la legisladora opinó que no se
tomaron las precauciones necesarias para evitar los abusos que luego
se vieron en Abu Ghraib.
La investigación en el Congreso de Washington de la que forma
parte esta audiencia, debe concluir a finales de año, con
posterioridad a la elección presidencial. Esto garantiza que no
habrá en Estados Unidos cambio alguno en lo que respecta al empleo
de torturas —si lo fuera a haber— hasta que la Casa Blanca tenga un
nuevo inquilino.
La guerra contra el terror es escenario propicio para prácticas
tan deshumanizantes como la tortura de prisioneros, pero hay que
saber que Estados Unidos ha utilizado, extendido y entrenado
personal para su uso por todo el mundo desde hace muchos años. Las
dictaduras latinoamericanas impuestas y amamantadas por Washington
desde los años cincuenta, y el Plan Cóndor, entre los sesenta y
setenta, dan fe histórica de ello.