Esperemos el sorteo

MIGUEL HERNÁNDEZ
miguel.hm@granma.cip.cu

"Esperemos el sorteo", dijo ante un auditorio días atrás el profesor Alcides Sagarra, en un empeño por enviar un mensaje optimista sobre la actuación del boxeo nacional en el torneo olímpico.

Su frase sería también realista.

Antes de la crítica situación en este deporte, que de improviso borró las opciones de cinco posibles medallas de oro en Beijing, el avezado estratega y su entorno acostumbraban a responder: "lucharemos por los 11 títulos" de cara a una gran competencia, Juegos Olímpicos, Panamericanos y Campeonatos del Mundo, cuando se le requería por vaticinios.

También solía escucharse con frecuencia, a tono con el poderío mostrado en el espectro de los eventos universales desde los Olímpicos de Munich’72 o desde el Primer Mundial de La Habana en 1974, que la preocupación del sorteo era para los adversarios, por el dolor de cabeza que significaba encontrar a un cubano en las primeras jornadas eliminatorias.

Hoy, tras la renovación a la que se ha visto obligada la primera selección de la escuela cubana, habría que calificar de muy meritorias las posibles conquistas de metales en la Arena de los Trabajadores de Beijing.

El campeón mundial del 2005 en los ligeros, Yordenis Ugás; el titular juvenil del orbe en los welter, Carlos Banteur; el monarca panamericano de los medianos, Emilio Correa, y el también experimentado mosca Andry Laffita, parecen contar con las mejores posibilidades al podio en la escuadra caribeña.

Pese a las adversidades, el boxeo nacional clasificó a 10 hombres para el torneo olímpico. Solo Rusia logró los 11 cupos y aunque es la principal favorita para el cercano certamen del 9 al 24 de agosto, clausura de los XXIX Juegos Olímpicos, la repartición de los títulos podría presentarse con espectro amplio y no el mayor botín a un solo bando.

El pugilismo fue entre los deportes de combate el único con la camisa de fuerza en el proceso preolímpico de fijar nombres y no plazas, una cláusula que podría exigírse a la federación internacional su anulación si no convencen sus argumentos.

Como también los próximos foros de la AIBA podrían ser escenarios de la denuncia enérgica contra la "cacería" de púgiles cubanos que han desatado en los últimos tiempos el turco-alemán Ahmet Oner y sus asociados, tras la fachada de la Arena Box Promotion.

A diferencia del resto de los preparadores en el mundo, los entrenadores cubanos tienen, además de asegurar la forma de sus pupilos, la preocupación del asedio de los "piratas" y como secuela las restricciones de torneos en que se pasean como en casa.

Los técnicos están trabajando sin descanso no solo en la técnica, la táctica y el dispositivo físico, también en la autoestima de sus 10 discípulos, una virtud capaz de dar sorpresas en el encerado asiático, como lo han confirmado a su regreso tras varias semanas de preparación en Ecuador.

Al frente de la escuadra figura un adiestrador, Pedro Roque, que conoce muy bien a la mayoría de los favoritos en cada una de las divisiones desde que aparecieron por primera vez en mundiales juveniles.

Se descarta que, pese a la ausencia en el último Mundial de Chicago tanto a púgiles como a estrategas se les hayan conseguido grabaciones sobre el desempeño de los medallistas en el mitin estadounidense. En el mundo de la competencia la información muchas veces decide.

En Barcelona’92, Cuba reapareció con siete medallas de oro a pesar de que sus boxeadores no tenían experiencia olímpica como ahora, pero la diferencia principal es que entonces aquella escuadra liderada por Félix Savón había cumplido un proceso lógico de desarrollo competitivo a nivel mundial.

Distinto también es el contexto internacional. Las antiguas repúblicas soviéticas, por ejemplo, hoy están más consolidadas que hace 16 años en lo que al boxeo se refiere. El 20% del total de púgiles (286) que combatirán en Beijing procederán de esta zona, tradicionalmente fuerte entre las cuerdas.

Muy distintas son también nuestras perspectivas en el horizonte del boxeo olímpico que obligan, a diferencia de otros momentos, al vaticinio discreto. A esperar el sorteo.

 

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