Consumo de electricidad y subvención estatal

Multiplique por 22

Las familias cubanas no han sufrido la subida de los precios del petróleo a la hora de pagar su factura eléctrica

María Julia Mayoral
ma.julia@granma.cip.cu

Con un total de 3 286 000 clientes, el sector residencial en Cuba consume hoy el 46,1% de la electricidad entregada por el Sistema Electroenergético Nacional. Ninguno de esos más de 3 millones de hogares se ha visto perjudicado por el aumento de los costos de producción de la energía eléctrica a causa de los desmesurados precios del petróleo.

Si no fuera por inversiones como la instalación de grupos electrógenos fuel oil el costo de la producción de la electricidad fuera mucho mayor.

De no ser por la subvención asumida por el Estado, la factura mensual de cada familia sería en estos momentos 22 veces mayor; así lo confirman cálculos realizados por especialistas de la Unión Eléctrica (UNE).

Durante el primer trimestre de este año, el importe promedio de los hogares fue de 32,22 pesos; ello indica que la media a pagar hubiera sido de 708,84 pesos si no fuera por la mencionada protección estatal. Además, para algunos la cuenta sería mucho mayor pues sus consumos al mes están por encima de los 300 kWh y a partir de esa cifra se aplica la escala más alta de la actual tarifa eléctrica, como un instrumento de compulsión al ahorro.

El sector residencial no solo resulta beneficiario del subsidio estatal; pese a las limitaciones económicas, también crece el número de usuarios ya sea por la electrificación de inmuebles existentes o por la construcción de nuevas viviendas. Por ejemplo, la comparación entre el primer trimestre del 2007 con igual lapso del actual año indica que la cantidad de viviendas con ese servicio creció en poco más de 100 000.

De no ser por los cambios que viene introduciendo el país en el sector electroenergético desde el 2005, en busca de eficiencia y racionalidad, el millonario monto de los subsidios al consumo eléctrico de la población fuera hoy muy superior.

Pensemos solamente en que hasta ese año casi la totalidad de la generación era a partir de termoeléctricas grandes consumidoras de combustible, con índices de consumo específico elevados y las pérdidas en el traslado de la energía eléctrica también iban en ascenso debido al deterioro de las redes de transmisión y distribución.

Las inversiones han permitido abaratar los costos de producción y entrega de electricidad, asegura la UNE; pero su positivo efecto no puede contrarrestar el excesivo impacto del incremento de los precios de los hidrocarburos.

Actualmente el conflicto no está en el déficit de generación –recordemos la crisis del 2004 con masivos y prolongados apagones–, el problema presente y perspectivo estriba en la racionalidad con que tanto entidades estatales como consumidores residenciales emplean la electricidad.

Muchas personas pueden sentir legítima preocupación por el monto de los pagos mensuales de electricidad debido al aumento de la tarifa y al empleo de equipos que si bien facilitan el quehacer doméstico, incrementan sus erogaciones monetarias; pero junto a esos cálculos sería conveniente pensar en la subida de los precios del petróleo, y en las 22 veces más que nos costaría "la luz", si no fuera por el subsidio estatal. Esto pudiera ser un punto de referencia primordial para empeñarnos por el ahorro y el uso racional de la energía.

 

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