De no ser por la subvención asumida por el Estado, la factura
mensual de cada familia sería en estos momentos 22 veces mayor;
así lo confirman cálculos realizados por especialistas de la Unión
Eléctrica (UNE).
Durante el primer trimestre de este año, el importe promedio de
los hogares fue de 32,22 pesos; ello indica que la media a pagar
hubiera sido de 708,84 pesos si no fuera por la mencionada
protección estatal. Además, para algunos la cuenta sería mucho mayor
pues sus consumos al mes están por encima de los 300 kWh y a partir
de esa cifra se aplica la escala más alta de la actual tarifa
eléctrica, como un instrumento de compulsión al ahorro.
El sector residencial no solo resulta beneficiario del subsidio
estatal; pese a las limitaciones económicas, también crece el número
de usuarios ya sea por la electrificación de inmuebles existentes o
por la construcción de nuevas viviendas. Por ejemplo, la comparación
entre el primer trimestre del 2007 con igual lapso del actual año
indica que la cantidad de viviendas con ese servicio creció en poco
más de 100 000.
De no ser por los cambios que viene introduciendo el país en el
sector electroenergético desde el 2005, en busca de eficiencia y
racionalidad, el millonario monto de los subsidios al consumo
eléctrico de la población fuera hoy muy superior.
Pensemos solamente en que hasta ese año casi la totalidad de la
generación era a partir de termoeléctricas grandes consumidoras de
combustible, con índices de consumo específico elevados y las
pérdidas en el traslado de la energía eléctrica también iban en
ascenso debido al deterioro de las redes de transmisión y
distribución.
Las inversiones han permitido abaratar los costos de producción y
entrega de electricidad, asegura la UNE; pero su positivo efecto no
puede contrarrestar el excesivo impacto del incremento de los
precios de los hidrocarburos.
Actualmente el conflicto no está en el déficit de generación
–recordemos la crisis del 2004 con masivos y prolongados apagones–,
el problema presente y perspectivo estriba en la racionalidad con
que tanto entidades estatales como consumidores residenciales
emplean la electricidad.
Muchas personas pueden sentir legítima preocupación por el monto
de los pagos mensuales de electricidad debido al aumento de la
tarifa y al empleo de equipos que si bien facilitan el quehacer
doméstico, incrementan sus erogaciones monetarias; pero junto a esos
cálculos sería conveniente pensar en la subida de los precios del
petróleo, y en las 22 veces más que nos costaría "la luz", si no
fuera por el subsidio estatal. Esto pudiera ser un punto de
referencia primordial para empeñarnos por el ahorro y el uso
racional de la energía.