Compañeras y compañeros:
La
Declaración de apoyo a nuestros cinco compatriotas que sufren
injusta prisión en cárceles de los Estados Unidos, aprobada por esta
Asamblea, es otra modesta acción en la lucha por su libertad, en la
que no cejaremos hasta su regreso, con el apoyo creciente de quienes
en el mundo creen en la justicia.
A Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René, enviamos un fuerte
abrazo del Parlamento cubano (Aplausos).
Una parte importante de las reuniones de ayer y en esta primera
sesión, por la mañana, aunque más breve, la dedicamos a analizar
asuntos tan vitales como la protección del trabajador y su derecho a
un retiro justo.
El anteproyecto de la nueva Ley de Seguridad Social —y repetimos
algunas de las cuestiones que ya ustedes han tratado con
profundidad, para información directa a nuestro pueblo—, y sobre
todo los cambios propuestos en la edad de jubilación y los años
laborados para tener derecho a ella, se corresponden con la realidad
de un país donde la esperanza de vida es cada vez más alta y la
natalidad se mantiene, desde hace algunos años, en cifras muy bajas,
fenómenos típicos de países desarrollados, lo único que en nuestro
caso es en un país subdesarrollado y tiene sus propias
características, por lo tanto.
Permítanme dedicar unos minutos a insistir, ampliar o actualizar
sobre algunos de los datos que ustedes recibieron o fueron
expuestos, ayer y hoy, como ya dijimos, brillantemente por el
Ministro de Trabajo y Seguridad Social, sobre todo en la versión de
ayer, que fue mucho más amplia, acerca de estos dos indicadores:
esperanza de vida y natalidad, que fundamentan la necesidad de
modificar la Ley de Seguridad Social, con el objetivo de informar
directamente a nuestro pueblo, como ya dijimos.
Aquí tengo el "Resumen ejecutivo del cálculo de la Esperanza de
Vida en Cuba", concluido hace sólo unos días por la Oficina Nacional
de Estadísticas y que todavía no se ha publicado.
Leo un párrafo del mismo:
"Cuba alcanza en el período 2005-2007 una esperanza de vida al
nacer de 77,97 años para ambos sexos: 76 para los hombres y 80,02
para las mujeres".
Dicho en otras palabras, ese privilegio que disfrutan por igual
todos los cubanos, nos sitúa dentro del 25% de la población del
planeta cuyos niños pueden aspirar a vivir 77 o más años. Significa
también que nuestros compatriotas viven cinco años más que el
promedio del resto de los latinoamericanos y caribeños.
No hay diferencias notables entre las provincias, pero como dato
curioso les digo que la de más bajos resultados es la capital con
76,81 años. ¿Dónde están los habaneros, de la capital, me refiero?
Están allí, bien, los saludo; y los más altos están en Las Tunas con
79,28. ¿Dónde están los tuneros? Los felicito. Así que no aconsejo
emigrar de oriente a occidente a quienes aspiran a vivir lo más
posible (Risas).
Cabe un chiste, si me lo permiten. Esto último que dije en la
realidad debiera ser así, pero no va a poder ser así; porque, por
ejemplo, ningún habanero quiere ser policía, y hay que traer, no
miles, decenas de miles de policías, sobre todo de las provincias
orientales, con los problemas que eso trae, y que cuando ya tienen
experiencia quieren retornar, una gran parte, como es natural, al
lado de su familia, por la falta de vivienda, etcétera, etcétera.
Parece que los habaneros ninguno quiere ser policía. No va a
poder ser así como expresábamos en el documento —y sigo haciendo el
chiste; mis chistes llevan de vez en cuando algún un mensaje—,
porque, ¿quién va a construir en La Habana si no vienen de casi todo
el país y muy especialmente de oriente constructores?, porque en La
Habana casi nadie quiere ser constructor; parece que hay muchas
posibilidades, aunque todos los trabajos son honrosos. Hasta
maestros hay que traer de las provincias del interior, y sobre todo
de oriente, para la capital. Y la capital creo que es la que más
habitantes tiene.
En el futuro —nos rompemos la cabeza—, cómo resolvemos el
problema de los policías, cómo resolvemos el problema, más
complicado aún, de la falta de constructores, con tantas cosas que
hay que construir, con las empresas de materiales de construcción
que estamos haciendo un esfuerzo por desarrollar, con inversiones en
nuevas fábricas de cemento que se están proyectando y el incremento
o ampliación de las existentes, como uno de los componentes
principales para la construcción, etcétera, etcétera.
Yo pienso —y sigo en el chiste, advertiré cuando concluya—, y le
decía al ministro del Interior, Colomé, en días pasados cuando
analizábamos estos problemas: "Va a llegar el momento en que
tendremos que plantearles a todas las provincias, incluso, a la
microprovincia de mi amigo Kcho —digo microprovincia porque es un
municipio especial que siempre ha aspirado a ser provincia, y no
puede ser porque va a salir más caro—, que cada una de las
provincias debe tener sus constructores, debe tener sus propios
maestros, y debe tener sus propios policías, por solo mencionar tres
actividades importantes".
¿Qué opinan ustedes? Creo que hay que buscarlos, tenemos que
ponernos a pensar. Si no vienen los orientales a cuidar los
habaneros, empiezan a incrementarse los robos... Es solo para que
piensen.
Se acabó el chiste, sigo en el discurso.
En el período 1950-1955, etapa en la que atacamos el Cuartel
Moncada, la esperanza de vida al nacer era de poco más de 59 años, o
sea, desde entonces se ha incrementado casi 20 años, a pesar de las
dificultades impuestas por el bloqueo y el resto de las agresiones
del imperio, a las que se sumaron posteriormente los problemas
derivados del período especial. Es sin duda una gran victoria de la
Revolución.
Otro indicador muy importante, por su implicación en el tema que
analizamos, es cuánto más vivirá como promedio un cubano que en
estos momentos arribe a los 60 años de edad. Es lo que se denomina
esperanza de vida geriátrica —o sea, lo que se vive después de los
60 años de edad—, que actualmente es de 20,8 años para los hombres,
el octavo lugar a nivel mundial junto a Francia e Italia —añado que
Estados Unidos ocupa el 10—, y para nuestras mujeres esa esperanza
de vida geriátrica es de 23,4 años, el puesto 16 en el planeta y por
delante de países como el Reino Unido, Dinamarca y Noruega.
A esos años de jubilación hay que agregar los más de veinte que
como norma abarca la etapa de niño y estudiante, en que lógicamente
tampoco se produce nada, sino se adquieren los conocimientos
necesarios, cuestión igualmente esencial.
O sea, durante un período superior a los 40 años, algo más de la
mitad de la expectativa de vida de un cubano, todos los gastos en
que incurre los asumen quienes trabajan, que como explicaré más
adelante —y ya se ha hablado sobre ese tema ayer y hoy— tienden a
ser cada vez menos los que trabajan.
Es una situación demográfica y económica muy diferente a la
existente el primero de mayo de 1963, que fue el año en que la
Revolución promulgó la Ley 1100, que por primera vez garantizó en
nuestro país seguridad social a todos los trabajadores y sus
familias.
A partir de ese día, el Estado revolucionario asumió además los
gastos de las 55 llamadas "cajas de retiro", existentes hasta
entonces, incapaces de pagar las pensiones a miles de obreros que
habían contribuido a estas durante toda su vida laboral, para
enterarse en la vejez que esos fondos fueron robados por
funcionarios de los gobiernos corruptos anteriores a 1959, y sobre
todo por la tiranía batistiana, dejándolos en total desamparo.
De esa fecha, mayo de 1963, data el establecimiento de la edad de
jubilación en 60 años para los hombres y 55 para las mujeres. Un
momento en que el principal problema del país eran los miles de
desempleados existentes, cuando los indicadores de la natalidad
rompían el récord histórico y la esperanza de vida era aún
relativamente baja; en el año 1963 era de 62 años.
La realidad actual es radicalmente distinta e impone extender la
vida laboral activa de los ciudadanos. Recuerden que en el
presupuesto aprobado por esta Asamblea para el presente año, los
gastos de la seguridad y asistencia social representan el 13,8%, una
cifra cercana a los 5 200 millones de pesos.
A lo anterior se suma el problema de la baja natalidad,
persistente desde hace varias décadas. Este y otros factores
motivaron que la población ha ido disminuyendo ligeramente en los
últimos años.
En el 2006 los nacimientos llegaron al nivel más bajo en los
últimos 60 años y la población decreció en más de 4 mil habitantes
respecto al año anterior. El año pasado, 2007, decreció un poco
menos, producto de un pequeño incremento de la natalidad, pero se
mantuvo la tendencia.
La combinación de todos esos procesos comienza a reflejarse de
manera desfavorable en la población en edad laboral. Si en 1980
arribaron a ella —o sea, a la edad laboral, en 1980, hace cerca de
30 años— más de 238 mil jóvenes, el pasado año esa cifra fue de algo
más de 166 mil —o sea, 72 mil menos— y se estima descenderá hasta
unos 129 mil para el 2020.
Esos mismos pronósticos indican —como repitió en la mañana de hoy
el Ministro del Trabajo— que en el año 2025 habrá unos 770 mil
ciudadanos menos en edad laboral que los actuales y en los términos
de la Ley de Seguridad Social vigente, serían más los que saldrían
de la vida laboral activa que los que se incorporarían a ésta.
Son además problemas, como todos los demográficos, que no pueden
solucionarse en cortos plazos ¡y el tiempo pasa rápido!
Las personas con más de 60 años constituyeron en el 2007 el 16,6%
de los habitantes del país (un año antes eran el 15,9%, o sea, en el
2006), y seguirá aumentando esta proporción en forma cada vez más
pronunciada en los próximos años.
En realidad, no hemos descubierto nada nuevo. Como reflejan los
datos en poder de ustedes, las modificaciones incluidas en este
Proyecto de Ley se aplican desde hace años por naciones que
enfrentan similar situación demográfica —las cifras exactas las dio
por la mañana el compañero Morales Cartaya: los países desarrollados
en general y la cantidad que han tenido que dar este paso—, a pesar
de que, como es conocido, estos amortiguan los efectos negativos
mediante el robo de cerebros y la importación de mano de obra barata
procedente del Tercer Mundo. Y cuando se presentan situaciones de
crisis se produce el fenómeno que acabamos de criticar con esta
declaración aprobada por la Asamblea hace unos instantes.
Algunos datos. Edad de jubilación en los Estados Unidos, 65 años,
tanto los hombres como las mujeres; igual en Canadá y México, entre
otros de América. En Europa existen los mismos parámetros de 65 años
para ambos sexos en Finlandia, Suecia, España y Alemania; y en Asia,
Japón. Pudieran citarse otros.
Veamos los que tienen establecido 65 años para los hombres y 60
para las mujeres —como se propone en nuestro caso. En América están
Argentina, Brasil y Chile, entre otros; en Asia, Israel e Irán, y en
Europa Italia, Polonia, Rumania y Austria—que, esta última, ya
anunció lo elevará a 65 años para las mujeres. Hay más ejemplos.
Además, muchos países han privatizado el sistema de seguridad
social o no abarca a toda la población. En buena parte del mundo, el
neoliberalismo ha optado sencillamente porque el Estado se vaya
quitando de encima el problema y cada cual se las arregle como
pueda.
Y no se trata sólo de cifras, es evidente que la generalidad de
los cubanos, como todos aquellos que en el mundo cuentan con
adecuados servicios de salud y una alimentación satisfactoria,
llegan en buenas condiciones físicas y mentales a los 60, los 65 e
incluso a edades más avanzadas. Es algo que se aprecia a simple
vista, aunque como ocurre en toda regla, hay excepciones que la Ley
tiene en cuenta.
Además, en su inmensa mayoría son profesionales, técnicos o
personas que dominan un oficio valioso, a veces deficitario y
sumamente necesario al país, por tanto se sienten en posibilidades
de seguir aportando y de recibir la retribución correspondiente.
Esta es una vía al alcance de las reales posibilidades económicas
actuales, de incrementar los ingresos de un importante sector de la
población, me refiero, desde luego, a quienes se jubilen de acuerdo
con las normas de la nueva ley.
Me he extendido, pero pienso que el tema lo merece.
El anteproyecto de Ley presentado incluye otras posibilidades,
como la de reincorporarse al trabajo recibiendo el salario completo
a quien se jubile bajo las nuevas reglas, repito: bajo las nuevas
reglas. También modifica el cálculo de las pensiones, de forma que
los que se jubilen cumpliendo los nuevos requisitos de edad y número
de años trabajados, recibirán una pensión superior, más en
correspondencia con el aporte, el salario y la permanencia laboral.
Además se estudia, aunque no como parte de esta Ley, la
posibilidad de tener más de un contrato laboral y percibir la
totalidad de los ingresos correspondientes, por la persona que lo
desee, el denominado pluriempleo.
Como ya se ha explicado, la aplicación de las nuevas reglas será
un proceso gradual que abarcará los próximos siete años, con el
objetivo de no afectar a los trabajadores que arribarán en ese
período a las edades de jubilación previstas en la Ley actual, y
deseen acogerse sólo a sus beneficios.
Incluso se pensó inicialmente en una etapa de transición de diez
años, pero mientras más la extendamos, se nos vendría encima una
crisis cada vez mayor, ya que, como se ha anunciado, a partir del
año 2020 —que faltan sólo 11 años— serían más los que saldrían de la
vida laboral activa que los que se incorporarían a ésta, en los
términos de la Ley de Seguridad Social vigente. Recuerden, además,
lo que se dijo también, y hace unos momentos lo decía en este
discurso, en el año 2025 tendremos unos 770 000 trabajadores menos.
De ahí la decisión de proponer que sean en siete años.
Una vez incorporadas las consideraciones emitidas por los
diputados en estos días y las que se recibirán de las consultas
previstas con los trabajadores, se redactará el proyecto de Ley que
someteremos a la aprobación de la Asamblea en la próxima sesión
ordinaria, a finales de año.
Es un nuevo paso, de los muchos que habrá que dar, en el
establecimiento de normas y mecanismos dirigidos a que el salario
recupere su papel.
Añado solamente que se continúa estudiando integralmente el
problema del salario, para irlo incrementando de manera gradual y
según prioridades. No menciono fechas ni sectores. Dependerá de la
situación económica del país, inevitablemente vinculada a la crisis
existente hoy en el mundo, la cual puede incluso agravarse. Es mi
deber expresarlo con franqueza, pues no sería ético crear falsas
expectativas. Decir lo contrario sería engañarlos.
Paso a abordar otro importante asunto: hoy nos faltan maestros y
profesores. Por diversas causas miles ya no están en las aulas,
algunos por jubilarse y otros al asumir nuevas responsabilidades
fuera del sector de la educación, pues resultan cuadros idóneos para
múltiples tareas y en todas partes los apetecen. A estos factores se
suman los problemas del salario.
Y como una muestra de lo que dije, a los que ejercen o no, en el
Consejo de Estado y en el Parlamento, yo les rogaría a los presentes
que levanten la mano aquellos que lo son, o fueron maestros o
profesores (Un grupo lo hace). ¿A ver en el Consejo de Estado?
(Otros también). Podríamos fundar casi una universidad con ustedes
(Risas).
Por lo tanto, hago un llamado a esos maestros y profesores a
regresar a su noble profesión. En el caso de los jubilados aún con
posibilidades de aportar su profesionalidad y experiencia frente a
un aula, propondremos al Consejo de Estado, antes de que comience el
nuevo curso escolar en el próximo septiembre, que hasta tanto se
apruebe la nueva Ley de Seguridad Social a fines de año, autorice
provisionalmente y de forma excepcional, que reciban desde su
reincorporación, o sea, los maestros retirados que regresen, el
salario íntegro previsto para la plaza, sin perjuicio del derecho a
la pensión como jubilados, que reciban los dos completos (Aplausos).
Ahora, no basta con estas declaraciones ni los aplausos,
empezando por el sindicato, la CTC, el Partido, las organizaciones
de masa, que pueden colaborar mucho en esto, y todos nosotros
hagamos un esfuerzo, porque el que más y el que menos conoce a un
maestro; que, naturalmente, no basta la buena disposición. Hay que
ver, según las normas que establezca la nueva Ministra de Educación,
los que son aceptados o no.
Confiamos en que serán muchos los que regresarán para seguir
aportando al avance de nuestra educación y con ello apoyar la
preparación y el desarrollo de los maestros jóvenes, esos que han
contribuido a que Cuba siga ocupando un lugar cimero en este
decisivo frente, como lo demostró el reciente estudio realizado por
la UNESCO, que sitúa a nuestro país en el primer lugar entre todos
los de América Latina, en matemáticas y lectura de tercer grado y en
matemáticas y ciencias de sexto grado, con más de 100 puntos por
encima de la media regional. Existen deficiencias, las conocemos,
pero no hay dudas de que nuestros maestros y profesores merecen el
mayor reconocimiento y respeto de toda la sociedad, muy
especialmente de padres y alumnos.
Recuerdo cuando hace unos años, ante la necesidad de modernizar
de forma masiva nuestro armamento, se hizo igual llamado a los
ingenieros, técnicos, obreros calificados y demás especialistas de
la Industria Militar ya jubilados. Fueron muchos los que
respondieron y se mantienen trabajando, entre ellos unas cuantas
abuelas y abuelos.
Volviendo al tema del salario, todos quisiéramos ir más rápido,
pero es necesario actuar con realismo, como no lo hacen quienes
propalan por todo el mundo la absurda, aunque nada ingenua mentira,
de que un trabajador cubano gana como promedio el equivalente a 17
dólares mensuales.
Recordé cuando el Ministro del SIME informaba el salario medio en
436 pesos. Dividido por 25, ¿cuánto da? Diecisiete o dieciocho
dólares. Verás mañana mismo, en la prensa internacional que refleje
tus palabras, que al citar eso pondrán: "Equivale a 17 ó 18 dólares
mensuales."
Simplemente parten de dividir el salario medio en Cuba por la
tasa establecida para las casas de cambio conocidas por CADECA, es
decir entre 25. Lo hacen a sabiendas de que con 30 veces esos 17
dólares —por decir una cifra bien conservadora—, nadie en ningún
país capitalista puede pagar aquello a que tiene acceso normalmente
cualquier familia cubana, y sabemos los problemas que existen.
Un solo ejemplo, un núcleo familiar promedio paga mensualmente
unos 118 pesos por los productos normados, todos subsidiados, cuyo
costo a los precios actuales es de 61 dólares.
No significa que estemos satisfechos con lo alcanzado. Conocemos
las dificultades, los productos que escasean o no alcanzan, y
trabajamos para que sean menos cada día. Mientras más aportemos
todos, más rápido se logrará, pues hay que estar consciente de que
cada aumento de salario que se apruebe o precio que se establezca
debe corresponder con las posibilidades de la economía.
De lo contrario, simplemente aumenta el dinero circulante, suben
los precios de manera automática y no hay aumento real del poder
adquisitivo. Estas no son cuestiones que se resuelvan con un
decreto. En nuestro caso son aún más complejas porque la Revolución
no aplica las llamadas "terapias de choque" —que ya empezamos a ver
en todos los continentes en estos momentos—, que no son más que
cargar sobre el pueblo todas las consecuencias de la crisis. Además
subsisten vicios en la mente de cuadros y trabajadores como la
indisciplina o la tolerancia ante ella, con incidencia directa en la
productividad y la eficiencia.
Que el trabajador se sienta dueño de los medios de producción, no
depende sólo de explicaciones teóricas —en eso llevamos como 48
años— ni de que su opinión se tenga en cuenta en la actividad
laboral. Es muy importante que sus ingresos se correspondan con el
aporte personal y el cumplimiento por el centro de trabajo del
objeto social para el que se constituyó, es decir, alcanzar la
producción o la oferta de servicios que tiene establecido.
En resumen, que cada cual reciba según su trabajo, y para ello
deben cumplirse las siguientes premisas insoslayables:
Primero, que ese trabajo realmente aporte lo que todos después
demandan recibir.
Segundo, orden, control y rigurosa exigencia que aseguren
eficiencia, ahorro y eviten robos o desvíos de recursos.
Tercero, eliminar las gratuidades indebidas y el exceso de
subsidios. Repito, eliminar las gratuidades indebidas y el exceso de
subsidios.
Cuarto, un adecuado sistema de impuestos y contribuciones, de
forma que todos aportemos al sostenimiento de servicios que se
brindan gratuitamente o a precios fuertemente subsidiados, y a
financiar actividades como la defensa, la seguridad y el orden
interior, la administración pública y otras muchas imprescindibles
para el funcionamiento de cualquier país.
Estoy tratando de recordar en qué momento hemos oído ese término
de impuesto, porque me contaba un compañero el otro día que en un
pequeño barrio de la provincia de La Habana, un campesino ganadero,
contento con sus vacas, los planes que tenía de incrementar, al pago
que ahora se les hacen, ya estaba organizando hacer el segundo piso
en su casa, en el techo, para su hijo, estaba poniendo las primeras
cabillas, y el compañero, que es de la ciudad y no conoce mucho del
campo, le preguntó: "¿Y cuánto tú pagas de impuesto?" Y el otro le
contestó: "¿Y eso qué es?"
Eso del campesino no es que sea un ignorante. A esta altura hay
que ver cuántos ancianitos nos quedarán por ahí, entre el Ministerio
de Finanzas y de Economía y Planificación, etcétera, que sepan algo
de impuesto. Lo señalo porque hay que aplicarlos, y es un medio,
además, de regulación de muchas cosas.
A fuer de sincero, les puedo decir que llevo semanas esperando el
dato de cuántas cosas son gratis en este país o subsidiadas. Son
tantas que todavía no tengo los datos.
En las noches de desvelo, que muchas veces son por estos temas,
digo: "Estamos construyendo el socialismo". Después hago una mención
de las reflexiones de Fidel, cuando el discurso famoso en el Aula
Magna de la universidad hace unos años, y me pregunto: "¿Estamos
haciendo el socialismo? Porque a fuer de sincero, también digo que,
además de estos problemas que estamos analizando de la nueva Ley de
Seguridad Social, se trabaja poco, se trabaja menos. Esa es una
realidad que ustedes la pueden comprobar en cualquier rincón del
país. Perdonen la crudeza de mis palabras, no es obligatorio estar
de acuerdo con ellas.
Socialismo significa justicia social e igualdad, pero igualdad de
derechos, de oportunidades, no de ingresos. Igualdad no es
igualitarismo. Este, en última instancia, es también una forma de
explotación: la del buen trabajador por el que no lo es, o peor aún
por el vago.
Otro asunto decisivo es que la fuerza de trabajo esté donde se
necesita. Por eso les decía que cada provincia debía tener sus
propios maestros, sus propios médicos, sus propios constructores,
etcétera. Y como somos una sola nación, y muy unida, si algún
territorio necesita alguna ayuda, de cualquier tipo y en cualquier
circunstancia, la recibirá de los demás; pero el Partido, las
organizaciones sociales y de masas, los órganos del gobierno
provinciales y municipales tienen que pensar en esas cuestiones, y
como ustedes verán, lo que queremos es que pensemos y profundicemos.
Y en todas esas visitas de los diputados —correcta decisión— a los
municipios adonde fuimos elegidos es correcta, pero no ir por ir, no
permitir que les hagan, como sucedió muchas veces, que nos reciben
como si fuéramos una delegación extranjera o un representante del
Cuerpo Diplomático, con un programita prefabricado.
Los menos jóvenes no recuerdan que desde este mismo atril, cuando
las provincias informaban, que hace tiempo no informan, un
presidente de gobierno, buen compañero, leyó un informe aquí, que yo
no tuve más remedio —a pesar de la pena que me daba y la vergüenza
ajena que me daba— que pronunciar un discurso fuerte, que trajo como
consecuencia las destituciones de los responsables de eso, empezando
por el Primer Secretario del Partido de la provincia, que fue
Granma. ¿Dónde están los granmenses? ¿Se acuerdan de aquello? Todo
preparadito, y aquí muchos diputados hablaron, diciendo maravillas
de la provincia.
Recuerdo que nosotros hicimos alguna inspección; recuerdo que a
Machado, que sabían que iba a visitar una escuela, le habían cortado
la hierbita hasta del trillo en el campo por donde tenía que pasar.
Y como fui a un lugar donde había muchos movilizados, yo veía desde
el ómnibus —donde iban conmigo el secretario, el Presidente del
Gobierno y otros compañeros, iba un grupo grande— que dondequiera
había una bandera y una reunión, y era que lo habían preparado; sí,
yo me di cuenta, pregunté: "¡Eh!, ¿y por qué están reunidos, son las
4:00 de la tarde?" Banderas, banderas cubanas, banderas del 26, no
sé si estábamos próximos a algún aniversario, y me dijeron una
mentira inaceptable: "No, como están en la emulación, ahora están
analizando." Digo: "Dale para atrás, métete ahí", y entro a un
campamento. Enseguida se presentaron los jefes del campamento, el
discurso ya estaba escrito, el orador estaba ronco de practicarlo
(Risas), porque delante de los propios dirigentes le dije: "Estás
ronco, es que lo practicaste mucho." Y dice: "¡Oh!, desde que me
llamó el Secretario del Partido estoy practicando" (Risas).
Los menos jóvenes se acordarán de eso. Yo, que sigo joven, me
sigo acordando de eso y jamás se me olvidará.
Otro asunto decisivo —les decía— es que la fuerza de trabajo esté
donde se necesita. De lo contrario, pregunto, ¿quién va a sembrar
para obtener los alimentos que consumimos y suben constantemente de
precio en el mercado internacional? Yo lo simplifico a veces y
pregunto: ¿Quién va a sembrar los frijoles? ¿Quién va a construir
las obras que se requieren? ¿Quién va a producir lo necesario para
mantener esos crecientes gastos de la seguridad social de que
hablábamos, de la salud, la educación?, por sólo mencionar esas tres
importantes conquistas sociales, a las que el país destina cerca del
43% de los gastos presupuestarios, y si les añadimos los del deporte
y la cultura, estas cinco esferas: seguridad social, salud,
educación, deporte y cultura representan el 55% del Presupuesto
Nacional del presente año; el 45% es para el resto de las
actividades del país.
Las plazas que otorgan los centros educacionales deben ser
proporcionales a las necesidades y posibilidades futuras de empleo
de cada lugar específico. Repito: Las plazas que otorgan los centros
educacionales deben ser proporcionales a las necesidades y
posibilidades futuras de empleo, y además ser ocupadas por los
realmente interesados en llevar a la práctica esos conocimientos.
Pregunten cualquier dato, que hay quien se gradúa en una cosa y a
los tres meses está en otra, y eso cuesta. Hay quien por no ir a un
lugar se matricula en un tecnológico y después hace sus maniobras y
sus cosas para ir a otro lugar.
Ustedes vieron a una diputada aquí hablar de las necesidades de
los politécnicos, tecnológicos, dijo, para el Ministerio de la
Industria Sideromecánica.
Aquí voy a hablar de la agricultura y de las tierras que se
entregarán. ¿Estará por ahí María del Carmen, la ministra de la
agricultura?, que anoche te pregunté un dato en la reunión que
tuvimos del Consejo de Estado y del Buró Político, donde analizamos
estas cuestiones y este discurso.
¿Tienes el dato de cuantos agrónomos tenemos graduados en el país
y cuántos están trabajando en su especialidad?
María del Carmen Pérez.- Sí. Ayer después conversé con el
compañero Fernández y veía que en total se habían graduado más de 31
000 agrónomos, y en estos momentos en el sector, en el Ministerio de
la Agricultura —no hablo del Ministerio del Azúcar— tenemos un 8%,
alrededor de 6 000 ó 7 000 graduados de ingeniería agrónoma.
Raúl Castro.- Deben haberse muerto algunos, algunos
fallecidos, etcétera.
El Ministerio del Azúcar debe tener menos; no te pregunto (Se
refiere a Ulises Rosales), que a ti no te pregunté ayer, ¿o lo
tienes en la mente? ¿O me dices un más o menos?
Ulises Rosales.- Compañero General de Ejército, nosotros
tenemos el 20% y con los que están estudiando completamos, somos
privilegiados por lo que se decidió con la tarea Álvaro Reinoso.
Raúl Castro.- Claro, y la reducción del sector.
Pero ese es un ejemplo y no es el más elocuente. Pero a nivel
territorial ustedes mismos pueden comprobarlo.
Gracias a los dos.
La armonía en la planificación y la organización es esencial en
el socialismo. Su ausencia puede conducir a un caos más peligroso
que el característico del capitalismo, donde las leyes del mercado
terminan por establecer cierto orden y equilibrio, aunque sea a
costa del sacrificio de miles de millones de seres humanos a escala
mundial.
En el socialismo es indispensable que en los planes económicos la
asignación de recursos se ajuste estrictamente a los ingresos
disponibles. No podemos aspirar a que 2 y 2 son 5; 2 y 2 son 4; más
bien a veces en el socialismo 2 y 2 da 3.
Les transmito estas ideas en primer lugar para incitarlos a
pensar, no sólo a ustedes, compañeras y compañeros diputados, sino a
todos los compatriotas, a todo el país. Algunas son valoraciones
personales que no deben interpretarse como inmutables. Son asuntos
que estamos en el deber de estudiar y debatir con profundidad de
manera objetiva, única forma de continuar aproximándonos a las
fórmulas más convenientes para seguir adelante con la Revolución y
el socialismo.
No olvidemos la reflexión del compañero Fidel, en aquella
trascendental intervención en el Aula Magna de la Universidad de La
Habana, el 17 de noviembre del 2005, cuando dijo:
"Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los
muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era
creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo
se construye el socialismo", hasta aquí sus palabras.
También es un concepto de validez permanente que mientras menos
recursos existan, mayor disciplina se requiere y más hay que prever,
planificar, organizar, exigir y ahorrar. Así lo impone con urgencia
la actual coyuntura económica internacional y, por lo tanto, la
nuestra.
Ya yo no soy muy joven, aunque me sienta joven, y muchas de estas
cuestiones las hemos comprobado, las hemos practicado. Cuando
teníamos un gigantesco ejército que llegó a tener, contando los 55
000 hombres que había al final en Angola, alrededor de 280 000
hombres y 50 000 oficiales, se creó una situación muy difícil,
aunque ya habíamos hecho las correspondientes reducciones
paulatinamente cuando cayó la Unión Soviética, y esto lo practicamos
nosotros en las Fuerzas Armadas, y nos dio resultado, y hemos tenido
éxito en todo.
Pero vale la pena repetir este concepto. "También es un concepto
de validez permanente que mientras menos recursos existan, mayor
disciplina se requiere y más hay que prever, planificar, organizar,
exigir y ahorrar. Así lo impone con urgencia la actual coyuntura
económica internacional".
En el 2003 el barril de petróleo se cotizaba en alrededor de 28
dólares. En igual fecha del pasado año ya estaba entre 70 y 80. En
días recientes rompió la barrera de los 145 dólares, más de cinco
veces el precio de hace apenas cinco años, y es imposible predecir
hasta dónde será la escalada, ya que su agotamiento a nivel mundial
es más rápido de lo calculado. Como un ejemplo de lo expresado, hace
unas horas, en Europa, el precio del barril rebasó los 147 dólares,
el petróleo de Brent, del norte; estuvo a 145 hace unas 72 horas,
bajó un poco, después hace unas horas se puso ese a 147; no había
movimiento en el mercado de Estados Unidos y, mientras estábamos en
el receso del almuerzo, en Nueva York alcanzó la misma cifra, un
poco más, 147,50. El dólar siguió devaluándose.
A lo anterior se suman otros factores como la producción de
agrocombustibles, la especulación financiera y la devaluación del
dólar —por citar sólo algunos de los fundamentales— que han
disparado los precios de prácticamente todos los productos
destinados a la alimentación humana y de los insumos para
producirlos.
Tres ejemplos. En julio del 2007, el costo de importar una
tonelada de arroz ya se había elevado hasta 435 dólares, hoy exige
erogar 1 110 por tonelada, lo que antes era 435. Igual cantidad de
trigo, una tonelada, el año pasado, cuando hablábamos en Camagüey,
se compraba por 297 dólares, ahora requiere más de 409. Y como dije
el 26 de julio en Camagüey, la tonelada de leche en polvo se
cotizaba en ese momento al astronómico precio de 5 200 dólares
mientras hace cuatro años se adquiría por unos 2 100, menos de la
mitad del precio actual.
¡Todo sube!, y para colmo, entre los que más han crecido están
los precios de los fertilizantes, esenciales para que los
rendimientos sean mayores. Uno de los más importantes, la fórmula
completa de cultivos varios, elevó su precio de 303 dólares la
tonelada en julio de 2007, a 688 en este momento. Otro fertilizante
muy empleado, la urea, la tonelada costaba unos 400 dólares hace un
año, ahora hay que pagar casi 700. ¡Parece obra del diablo!
Se va cumpliendo de manera abrumadora la predicción de Fidel en
su Reflexión del 28 de marzo del 2007: "Condenados a muerte
prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el
mundo", así la tituló. Y para tan terrible realidad no se vislumbran
soluciones, al menos con la inmediatez que se requiere.
Y la situación puede incluso empeorar, aunque algunos se empeñen
en cerrar los ojos ante ella. Seguiremos haciendo cuanto esté a
nuestro alcance para que esas serias adversidades afecten lo menos
posible a nuestro pueblo, pero es inevitable que sufriremos cierto
impacto en determinados productos y servicios, pues además el
enemigo está haciendo hasta lo imposible para multiplicarnos las
dificultades, con la absurda aspiración a ponernos de rodillas.
Ante cada medida adoptada últimamente en nuestro país, sale
enseguida algún funcionario del gobierno de los Estados Unidos,
desde un vocero hasta el propio Presidente, calificándola de
"insuficiente" o "cosmética".
Aunque aquí nadie les ha pedido opinión, reitero que jamás
adoptaremos una decisión, ¡ni la más mínima!, como resultado de la
presión o el chantaje, venga de donde venga, de un poderoso país o
de un continente entero.
Ya lo demostramos cuando bajo el dictado del gobierno de los
Estados Unidos, nos expulsaron de la OEA y todos los países
latinoamericanos, con la honrosa excepción de México, rompieron
relaciones diplomáticas con Cuba.
También recordamos cuando en 1996, bajo la misma batuta imperial,
los países de la Unión Europea adoptaron la llamada "posición común"
contra Cuba.
A estos supuestos acusadores, en primer lugar a los Estados
Unidos, los pueblos los han sentado en el banquillo de los acusados,
por los cientos de personas mantenidas durante años en el territorio
usurpado a nuestro país por la Base Naval de Guantánamo, en
condiciones infrahumanas y desconociendo las normas universalmente
aceptadas de trato a prisioneros.
Millones de personas en el planeta los condenan por los cientos
de miles de civiles asesinados por las bombas y la metralla del
ejército de ocupación, a los que eufemísticamente llaman "daños
colaterales"; por el empleo indiscriminado de la tortura, las
ejecuciones extrajudiciales y las cárceles clandestinas; por llevar
a cabo o ser cómplices de traslados secretos de prisioneros y otras
graves violaciones de las leyes y los derechos humanos.
Es iluso soñar que un pueblo que ha resistido actos terroristas,
guerra económica y agresiones de todo tipo durante medio siglo, va a
renunciar a conquistas fruto de enormes sacrificios, sólo para
satisfacer a determinados círculos de poder de los Estados Unidos o
a quienes los secundan en otras partes.
La desigual batalla de esta pequeña isla frente a tan poderoso
enemigo le ha granjeado el respeto de los pueblos y de gran parte de
los gobiernos, fundamentalmente de los países del Tercer Mundo.
Otros, aunque no comparten algunas de nuestras ideas, han asumido
una actitud más realista.
Voy a abordar ahora otro asunto importante de nuestra economía.
Tenemos que revertir definitivamente la tendencia al decrecimiento
del área de tierra cultivada, que entre 1998 y 2007, en sólo 9 años,
disminuyó en un 33% —una tercera parte de la tierra cultivada—, en
lo que influyeron de manera considerable las limitaciones impuestas
por el período especial. Dicho en pocas palabras: ¡hay que virarse
para la tierra! ¡Hay que hacerla producir!
Se trabaja sin improvisaciones ni apresuramientos. Ya existe una
estrategia clara y un plan de acciones desde el nivel nacional hasta
la base productiva.
Son ideas acerca de cómo debe ser la agricultura y la ganadería
en Cuba en el momento actual, en que alrededor del 75% de la
población es urbana, lo que no quiere decir que el 25% restante
trabaje en el campo. Por lo tanto, no puede quedar una hectárea apta
sin sembrar, en primer lugar en la periferia inmediata de cada
poblado y ciudad. Es mucho más económico aprovechar óptimamente esas
tierras cercanas que el incosteable traslado de trabajadores o
estudiantes a grandes distancias, a veces para laborar media
jornada. Así evitamos pérdidas y baja productividad.
Ahí están los magníficos resultados de la agricultura urbana, que
sin recurrir a movilizaciones ni a grandes gastos realiza una
notable producción de vegetales y ha contribuido al hábito de
consumir ese importante alimento y además proporciona empleo a más
de 300 mil personas, incluidas unas 67 mil mujeres y alrededor de 40
mil jubilados.
Son propuestas realistas para un país cuyos recursos no siempre
permiten acudir a las modernas tecnologías, muy productivas, pero
caras y que además consumen combustible. Las emplearemos cuando se
justifique económicamente, como se viene haciendo con la maquinaria
e implementos agrícolas, los productos químicos, los sistemas de
riego y los cultivos protegidos, con resultados alentadores aunque
todavía incipientes.
Pero también hay notables experiencias de productores que
alcanzan buenos resultados combinando la ciencia con el buey, el
abono orgánico, otros medios tradicionales y sobre todo mucho y
eficiente trabajo.
Admiro la gran empresa estatal socialista, incluidas las
agropecuarias, y no renunciaremos a ellas. Conozco varias que
producen con eficiencia. Lo anterior no niega en absoluto el papel
de la cooperativa en sus diversas modalidades y del pequeño
agricultor, de los que también puedo poner ejemplos muy destacados.
Todas son formas de propiedad y producción que pueden coexistir
armónicamente, pues ninguna es antagónica con el socialismo.
Durante el proceso de reflexión sobre el discurso del 26 de julio
el pasado año en Camagüey, realizado a lo largo y ancho del país, se
hicieron más de 141 mil planteamientos referidos a la producción o
el precio de los alimentos. Fue uno de los temas más abordados.
En los doce meses transcurridos se ha trabajado para implementar
lo que afirmé en esa ocasión: la tierra, los recursos y todo el
apoyo necesario estarán cada vez más a disposición de quienes
produzcan con eficiencia, independientemente de que sea una gran
empresa, una cooperativa o un campesino individual.
En fecha muy próxima, tan próxima que puede ser la próxima
semana, se aprobarán —se puede decir se aprobó ya anoche en una
reunión conjunta del Buró Político con el Consejo de Estado y otros
invitados— las disposiciones legales para iniciar la entrega en
usufructo de tierras ociosas a quienes estén en condiciones de
ponerlas a producir de inmediato, y se adoptarán otras medidas
asociadas a la actividad agropecuaria.
Ya se han ido poniendo en práctica algunas necesarias para
asegurar este proceso, como la creación de las delegaciones
municipales del Ministerio de la Agricultura y el reordenamiento de
su sistema de empresas.
El Partido, el Gobierno y la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños, la ANAP, desde el nivel central hasta los municipios,
están siguiendo de cerca este proceso, que inevitablemente requiere
algún tiempo para que los resultados sean notorios, sobre todo en
medio de una situación económica internacional desfavorable.
Ahora se impone como nunca invertir con racionalidad nuestros
limitados recursos, esencialmente en la obtención de utilidades que
permitan costear los ya elevados gastos sociales del país. La
producción de alimentos, la sustitución de importaciones y el
incremento de las exportaciones, continúan siendo líneas
fundamentales. Además el ahorro, que como ha orientado el compañero
Fidel, es hoy nuestra fuente de recursos más inmediata y factible.
En primer lugar, el combustible.
Establecer prioridades y cumplirlas estrictamente. Postergar las
inversiones que no sea imprescindible acometer de inmediato. Donde
resulte posible, lógico y se puedan crear las condiciones, acudir al
doble turno para utilizar mejor los equipos disponibles y acortar el
tiempo de terminación de las obras, muy especialmente en el sector
de la construcción.
Aprovechar las instalaciones existentes. Por ejemplo, remodelando
viejas edificaciones subutilizadas, de las que hay bastantes por
todo el país, es posible ubicar, como ya se está haciendo, el
equipamiento de las nuevas industrias que se construyen como parte
de los programas de la Alternativa Bolivariana para las Américas, el
ALBA, especialmente en colaboración con Venezuela.
Otro asunto en el que quiero detenerme es el consumo de alimentos
y demás productos destinados a comedores obreros, escuelas,
hospitales, etcétera, o sea, no hablo de los que se venden por la
libreta de abastecimiento o en forma liberada.
En esa esfera, que los especialistas han denominado "consumo
social", no puede continuar el derroche, la falta de planificación,
el descontrol ni su crecimiento desmedido.
Sobran ejemplos recientes de cuánto todavía se despilfarra, se
emplea en un destino diferente al previsto en los planes o se
inmoviliza en un almacén.
Mencionaré algunos casos detectados en una reciente visita
realizada por el Comité Central del Partido a centros de la capital,
o sea, centros de trabajo, hospitales, escuelas, a partir de una
experiencia iniciada por el Ministerio de Comercio Interior.
Aprovecho para reconocer los esfuerzos que viene realizando este
ministerio, que es muy complejo y difícil, en particular su jefe,
para cambiar justificaciones por espíritu de resolver los problemas.
No es solo un reconocimiento merecido, es a la vez una nueva alerta
a cuantos administran o dirigen: revísense constantemente, siempre
pensando que nada es perfecto y que todo puede hacerse mejor.
Primera conclusión de estas visitas: mes tras mes se entrega la
asignación completa de alimentos, como si nadie faltara un solo día
al centro de trabajo o estudio.
Resultado: alimentos por encima del inventario autorizado, que es
de 45 días de cobertura, en la mayoría de los centros visitados. No
mencionaré nombres, no es el objetivo, pues desafortunadamente es
algo bastante generalizado, repito, bastante generalizado.
Dije que debía tener cubierto 45 días, ¿no? Arroz: un hospital
con 147 días de consumo, otro hospital con 123, y otro hospital 119
días; un centro de estudios interno 88 días, el doble, otro 86 días,
de ese alimento que ha incrementado su precio en más del doble en el
último año y vale más de mil dólares la tonelada de arroz.
Azúcar, aquí la cosa es en grande: un centro de estudios con una
cobertura de 908 días ¡más de dos años!, otro centro de estudio con
639 días, otro con 294 días; un centro de trabajo con 300 días de
azúcar, otro 136.
Aceite: un centro de estudios 206 días, un centro de trabajo 128.
Son cifras impresionantes y espeluznantes. Imagínense esta
situación en los miles de comedores existentes en Cuba. Todo eso
crea además condiciones propicias para el robo, el desvío o el
propio deterioro de los alimentos.
Es la consecuencia de abastecer con métodos burocráticos, sin
molestarse en comprobar cuántos productos sobraron del mes anterior
para completar lo necesario. No, si le toca tanto todos los meses le
dan tanto, y si un mes, porque se retrasó un barco o por lo que sea,
no le dieron lo que corresponde, en el mes próximo le dan lo del mes
y lo que dejaron de darle en el mes anterior. Y son alimentos que en
muchos casos se distribuyen gratuitamente o se venden a precios muy
inferiores a los reales, que suben a diario. Basta decir —observen
esto— que para importar el mismo volumen de alimentos que en el
2007, el año pasado, la misma cantidad, este año se requerirían 1
100 millones de dólares más, para recibir lo mismo. Fíjense si es
espeluznante lo que estoy narrando.
Sé de organismos, muy pocos por cierto, donde esto no ocurre,
sencillamente porque se planifica, controla y exige. Es por tanto
algo que está en manos de nosotros resolver, sin recursos
adicionales y en muy breve tiempo.
Son problemas nuestros. Surgirán otros en el futuro, así es la
vida, pero cada vez que detectemos algo mal hecho, hay que trabajar
sin descanso hasta eliminarlo.
En realidad los retos son grandes y difíciles, pero de
situaciones peores ha salido airoso nuestro pueblo.
Permítanme poner un ejemplo de las FAR —me da vergüenza, hasta el
otro día fui el ministro de las fuerzas armadas—, pues pienso que
encierra una valiosa experiencia para momentos como estos.
La desaparición de la Unión Soviética significó la pérdida de
suministros decisivos para la defensa del país, en momentos en que
nuestra economía no podía asegurarlos.
Primero dijimos que los frijoles eran tan importantes como los
cañones, y cuando la situación se agravó, llegamos a afirmar que los
frijoles eran más importantes que los cañones. Algo similar le
sucede en estos momentos al país.
No hubo lamentos ni justificaciones. Las tropas marcharon a los
campos agrícolas y en un plazo relativamente breve produjeron sus
alimentos, salvo los que no resultaba lógico o posible, no vamos a
producir sal o azúcar, o trigo, que no se puede dar en Cuba. De
forma simultánea se fueron organizando las estructuras empresariales
que asumieron gradualmente esas producciones, y los combatientes
regresaron a sus actividades habituales. Se creó la Unión
Agropecuaria Militar, cuyas siglas dicen UAM.
Han transcurrido más de 15 años desde entonces. Hoy la
preparación para la defensa del país es más efectiva que nunca,
incluyendo la Operación Caguairán, que debe ser del conocimiento de
todos ustedes y que continúa exitosamente, y además logramos
modernizar el armamento —desde la caída de la Unión Soviética no
hemos adquirido armamentos, porque tienen precios prohibitivos, y
modestamente, con la colaboración de otros órganos de la
Administración Central del Estado, los hemos movilizado, los hemos
modernizado y constituyen una gran proeza, porque se ajustan
perfectamente al tipo de guerra que libraríamos si fuéramos
invadidos por el más poderoso país del planeta, que es Estados
Unidos. Hemos adquirido piezas de repuestos, además de las que
hacemos, decenas de miles de mirillas telescópicas para los
francotiradores, si vamos a hablar de armamentos, y algunas cosas
menores; pero somos más fuertes que nunca—, gracias al esfuerzo y la
inteligencia de los ingenieros y obreros de numerosos organismos,
tanto militares como civiles. Y esta importante tarea continúa, es
permanente.
Las FAR siguen produciendo alimentos y ya abastecen el 79% de sus
necesidades, ahora mediante 24 grandes empresas agropecuarias
militares donde laboran miles de trabajadores civiles. La mayoría
funcionan, además, con eficiencia y generan utilidades.
Por eso soy un admirador y firme defensor de la gran empresa
estatal socialista industrial, agropecuaria o de lo que sea, pero no
subestimo ni a las cooperativas ni a los campesinos, como dijimos.
Y el que más y el que menos tiene un pariente en el Servicio
Militar y les pueden preguntar la calidad y cantidad de la comida.
Ese espíritu que les acabo de explicar, de hace alrededor de 15
años, prendió en nuestro pueblo, el de ¡Sí se puede! Por eso venció
obstáculos al parecer insalvables en la etapa más crítica del
período especial.
Así vamos a hacerlo nuevamente, como siempre —y no estoy
proponiendo que empecemos a cerrar fábricas y llevar obreros al
campo, por eso decimos que lo primero es, toda la tierra, sea del
que sea, próxima a todas las ciudades y poblados, de todos los
tamaños, es traer la tierra a la ciudad, para no tener que llevar la
ciudad al campo, empezar por ahí—, con el esfuerzo unido y
consciente de todos los patriotas. Produciremos alimentos,
preservaremos las principales conquistas de la Revolución y
seguiremos avanzando sin descuidar un minuto la defensa.
Dediquémonos, con modestia y sin fanfarria, cada cual en el
puesto que le corresponde, al cumplimiento diario y estricto del
deber. Repito: Dediquémonos, con modestia y sin fanfarria, cada cual
en el puesto que le corresponde, al cumplimiento diario y estricto
del deber.
¡Pienso que esta es la clave para vencer!
Muchas gracias.
(Ovación)
Bueno, ¿creen que estén de acuerdo?
Alarcón, usted que es un hombre experimentado en aplausos y
votaciones, ¿piensa que están de acuerdo los diputados? (Aplausos.)
Les ruego que se sienten brevemente. Ya esto es extraoficial,
aunque puede considerarse como parte del discurso.
Como ya decía en el discurso, hay cuestiones que son opiniones
personales y que no son inmutables, hay otras que son conceptos, son
ideas, otras son informaciones. Este mismo fenómeno con los precios
de los alimentos y este mismo fenómeno (lo del consumo social), que
lo acabamos de decir, esto es como para que no llegue al 26 de
Julio; pero, bueno, faltan solo 15 días para el arribo del 55
aniversario de los ataques a los cuarteles del Moncada y de Bayamo,
"Carlos Manuel de Céspedes".
Aquí hay cuestiones que son, como les dije, para pensar y hay
cuestiones que son directivas, ya que ustedes están de acuerdo, como
órgano supremo del poder del Estado, con lo que dijimos ahí; puede
ser que alguno no esté de acuerdo con algunas de las cuestiones
planteadas, por eso digo que hay unas que son simples expresiones y
opiniones personales y otras que son conceptos, pero que constituyen
directivas.
Ayer se discutió, entre otras cuestiones, por los compañeros que
les dije, los órganos superiores del Partido y del Estado —aunque el
órgano supremo del poder del Estado son ustedes, no el Consejo de
Estado—, y unánimemente estuvimos de acuerdo con esto.
Ya inmediatamente se había empezado a trabajar y habrá que
elaborar, por el Buró Político, el Consejo de Ministros, si fuera
necesario también con el Consejo de Estado, con la aprobación de
algún Decreto Ley como el que les mencioné de las tierras hace un
momento, hay que sacar una directiva, y si hay tiempo, para el
próximo Consejo de Ministros ya la podemos empezar a discutir por
allí.
Esto desde ahora es así, y a luchar por eso. Eso forma parte ya
de las cosas que tendremos que discutir y ya tendremos tiempo de
comprobar si sirven o no, cuando celebremos a fines del año que
viene nuestro Congreso, porque todos los que estamos aquí, que
representamos la voluntad del pueblo, que nos eligió, y del Partido
que igualmente nos eligió, aunque hace mucho tiempo, estamos de
acuerdo.
Pero es muy importante que uno que se sienta allí donde yo estoy
(Realiza gesto indicando una barba), está también plenamente de
acuerdo (Aplausos).
Ya voy a terminar, siéntense (Risas). Y, además, una anécdota
también, empezamos casi con un chiste, podemos concluir con otro,
pero real. Al llevarle el material, del cual ya habíamos discutido
temas a tratar, igual que próximamente en Santiago de Cuba, el 26 de
Julio, serán otros temas, como es natural, ni todos pueden enfocarse
en una tarde o en una sola sesión de la Asamblea —que hay muchos
temas de estos que al desarrollarlos tendrán que volver aquí—;
realmente es un discurso difícil (el pronunciado), su propia
elaboración, se lo llevé un poco tarde. Él tiene su vida muy activa,
haciendo ejercicios, escribiendo, meditando, pensando, a veces es él
el que me da noticias internacionales que yo no he tenido tiempo de
leer, y le pedí que me contestara lo más rápido posible. Batió
récord esta vez, y a través de la interlocutora, que por teléfono me
avisaron, hace dos días —por eso la reunión de antes de ayer la
tuvimos anoche— y dijo que estaba totalmente de acuerdo —quiero
recordar textualmente lo que dijo—, "está perfecto". Cuando me lo
comunican, cosa que me alegró mucho, le dije a la persona que
hablaba conmigo que lo felicitara, ella me contesta: "¿A él?", digo:
"Sí, felicítalo, porque tiene un hermano muy inteligente y lo
aprendió todo de él" (Risas y Aplausos).
Ricardo Alarcón.- Yo dije que usted iba a hacer las
conclusiones y las hizo, así que, por lo tanto, lo único que me
queda a mí por hacer es declarar concluido este período ordinario de
sesiones. Buenas tardes (Aplausos).