Aún sin acuerdos concretos,
Venezuela y Colombia dieron esta semana un soporte clave a sus
relaciones, en una reunión de presidentes cuyo principal resultado
fue el de voltear la página tras ocho meses de desavenencias.
Hugo Chávez y Álvaro Uribe se saludaron cortésmente al iniciar su
encuentro el 11 de julio en el estado venezolano de Falcón, pero
siete horas después se estrecharon las manos calurosamente y
aseguraron que comenzó una nueva etapa en los vínculos.
El apretón de manos en Falcón no eliminará las serias diferencias
políticas entre Chávez y Uribe, pero puede indicar el reconocimiento
de la necesidad de no llevar la discrepancia hasta extremos que
afecten las relaciones bilaterales.
Ambos países tienen más de dos mil 200 kilómetros de frontera,
problemas comunes y estructuras económicas que se complementan,
evidenciado en un comercio que este año debe llegar a los seis mil
millones de dólares.
Por lo pronto, ambos mandatarios decidieron seguir adelante con
el proyecto de un gasoducto trasatlántico ya iniciado, dejaron
abiertas la puerta a la cooperación petrolera y consideraron bien la
propuesta colombiana de un ferrocarril transfronterizo.
El relanzamiento de los vínculos incluye cooperación
agroalimentaria y en la lucha contra el narcotráfico, un problema
que golpea a Venezuela por su cercanía con Colombia, pese a no ser
país productor ni gran consumidor de drogas.
Muchas personas han acusado a este gobierno de proteger al
narcotráfico y la subversión, cosa totalmente falsa, porque estamos
totalmente dispuestos a cooperar contra ese flagelo que tanto daño
nos hace, dijo Chávez en rueda conjunta al finalizar la reunión.
Los avances incluyeron el acuerdo para un encuentro de
cancilleres en dos meses y otro entre ministros de las áreas más
involucradas en la cooperación bilateral: energía y petróleo,
telecomunicaciones, finanzas y agricultura.
Si dudas, el camino no será fácil dada las posiciones diferentes
de los dos gobiernos en política, pero la reunión abrió, por lo
pronto, la esperanza de una adecuación en beneficio de los intereses
de 71 millones de personas que viven en las dos naciones.