El presidente
cubano, Raúl Castro, afirmó hoy que se continúa estudiando
integralmente el problema del salario, para irlo incrementando de
manera gradual y según prioridades, destaca Prensa Latina.
En el discurso clausura de la Primera Sesión Ordinaria de la
actual legislatura del Parlamento, el jefe de estado señaló que la
solución de ese problema dependerá de la situación económica del
país, inevitablemente vinculada a la crisis existente hoy en el
mundo, la cual puede incluso agravarse.
"Es mi deber expresarlo con franqueza, pues no sería ético crear
falsas expectativas. Decir lo contrario sería engañarlos", expresó.
Todos –dijo- quisiéramos ir más rápido, pero es necesario actuar
con realismo, como no lo hacen quienes propalan por todo el mundo la
absurda, aunque nada ingenua mentira, de que un trabajador cubano
gana como promedio el equivalente a 17 dólares mensuales.
"Simplemente parten de dividir el salario medio en Cuba por la
tasa establecida para las casas de cambio conocidas por CADECA, es
decir entre 25. Lo hacen a sabiendas de que con 30 veces esos 17
dólares –por decir una cifra bien conservadora– nadie en ningún país
capitalista puede pagar aquello a que tiene acceso normalmente
cualquier familia cubana", indicó.
Recordó que en Cuba un núcleo familiar promedio paga mensualmente
unos 118 pesos por los productos normados, cuyo costo a los precios
actuales es de 61 dólares.
"No significa que estemos satisfechos con lo alcanzado. Conocemos
las dificultades, los productos que escasean o no alcanzan, y
trabajamos para que sean menos cada día", acotó.
El presidente cubano alertó que, de lo contrario, simplemente
aumenta el dinero circulante, suben los precios de manera automática
y no hay aumento real del poder adquisitivo.
Estas –manifestó- no son cuestiones que se resuelvan con un
decreto. En nuestro caso son aún más complejas porque la Revolución
no aplica las llamadas "terapias de choque", que no son más que
cargar sobre el pueblo todas las consecuencias de la crisis.
Agregó que además subsisten vicios en la mente de cuadros y
trabajadores como la indisciplina o la tolerancia ante ella, con
incidencia directa en la productividad y la eficiencia.
Advirtió que para que el trabajador se sienta dueño de los medios
de producción, es muy importante que sus ingresos se correspondan
con el aporte personal y que su centro de trabajo cumpla con su
objeto social y alcance la producción o la oferta de servicios que
tiene establecido.
Para lograr esos objetivos se refirió a cuatro premisas
insoslayables: que ese trabajo aporte lo que todos después demandan
recibir; y al orden, control y rigurosa exigencia que aseguren
eficiencia, ahorro y eviten robos o desvíos de recursos.
También mencionó la eliminación de las gratuidades indebidas y el
exceso de subsidios; así como instó a un adecuado sistema de
impuestos y contribuciones.
De forma –indicó- que todos aportemos al sostenimiento de
servicios que se brindan gratuitamente o a precios fuertemente
subsidiados, y a financiar actividades como la defensa, la seguridad
y el orden interior, la administración pública y otras muchas
imprescindibles para el funcionamiento de cualquier país.
"Socialismo significa justicia social e igualdad, pero igualdad
de derechos, de oportunidades, no de ingresos. Igualdad no es
igualitarismo. Este, en última instancia, es también una forma de
explotación: la del buen trabajador por el que no lo es, o peor por
aún el vago", enfatizó.