El pasado 18
de junio, el Parlamento Europeo aprobó la llamada Directiva Retorno
de Inmigrantes con 367 votos a favor, 206 en contra y 109
abstenciones.
Esta nueva normativa europea criminaliza a los inmigrantes sin
papeles que por razones económicas, políticas o conflictos bélicos
se han asentado en los países que integran la Unión Europea. La
misma prevé hasta 18 meses el tiempo posible de detención de los
inmigrantes, autoriza la detención de menores sin acompañantes con
la posibilidad, incluso de enviarlos deportados a terceros países, y
establece la prohibición a los expulsados de volver a entrar en la
U.E. durante al menos cinco años.
Europa, que de 1800 a 1950 vio emigrar de su territorio a más de
80 millones de habitantes, víctimas del hambre, las persecuciones
políticas y religiosas y las guerras, (la mayor parte de los cuales
se asentaron en nuestro continente), cierra ahora las puertas a
millones de ciudadanos latinoamericanos y de otros continentes. La
Comisión Europea calcula que la Unión Europea cuenta con unos 20
millones de residentes extranjeros, entre ellos más de 8 millones
sin documentos.
El endurecimiento de la situación económica, la desintegración
del estado de bienestar, el alto costo de la vida, el aumento del
desempleo, las crecientes tasas de criminalidad, el florecimiento de
tendencias xenófobas, los manipulados discursos de seguridad y lucha
contra el terrorismo, y la acción de gobiernos con duras políticas
anti-inmigrantes han propiciado la aprobación de esta "ley de la
vergüenza", que sitúa al emigrante pobre como responsable de los
males de las sociedades europeas.
Para implementar la escandalosa política, la Unión Europea cuenta
con más de 220 centros de detención de inmigrantes, que actúan con
escaso control y pocas normas, ubicados en prisiones, antiguas
edificaciones, barcos y hasta instalaciones que fueron campos de
concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos están
situados fuera de las fronteras europeas.
Un informe del propio parlamento europeo señala que estos centros
carecen de asistencia médica, son escenarios del maltrato, motines,
huelga de hambre, ataques incendiarios y suicidios.
Mientras expulsan a los indocumentados, que son profundamente
discriminados, marginados y condenados a los trabajos duros que los
ciudadanos europeos no quieren realizar, la Unión Europea
fomenta abiertamente el robo de cerebro: una verdadera sangría de
talento formado de las Naciones del Tercer Mundo que las condena aún
más al subdesarrollo.
La Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba,
expresa su rechazo a la directiva de retorno aprobada por el
Parlamento Europeo, por constituir una flagrante y bochornosa
violación de los derechos humanos, la Convención de los Derechos del
Niño y varias normativas internacionales.
Condena la existencia de los centros de detención migratoria que
actúan como verdaderos campos de concentración modernos, donde se
aniquila la vida y la dignidad humana.
Denuncia las políticas que estimulan el robo de cerebros y a la
vez recorta la ayuda oficial al desarrollo.
Llama a la Comunidad Internacional y especialmente a los
Parlamentos del mundo a expresar su rechazo a esta decisión
discriminativa y vergonzosa de la Unión Europea.
La Habana, 11 de julio de 2008