El Sol es amigo… ¡y enemigo!

JOSÉ A. DE LA OSA
delaosa@granma.cip.cu

Durante los últimos años los especialistas en Dermatología vienen lanzando continuas recomendaciones en torno a los peligros del Sol. ¿Responden esos mensajes de promoción de salud a un hecho científicamente demostrado? Habría que consignar, de forma concluyente, que sí, porque ese buen amigo de los seres humanos, por nuestro inapropiado accionar con el medio ambiente, se ha convertido, también, en un gran enemigo de la salud.

Horario ideal para tomar el sol: antes de las 10 de la mañana y después de las 4 de la tarde. Todos los tipos de piel deben ser protegidos con productos antisolares.

Para corroborarlo bastaría afirmar que el melanoma (la forma más temida del cáncer de piel) se considera hoy, después del cáncer de pulmón en la mujer, la neoplasia maligna con mayor incremento a nivel mundial.

Es importante saber que los efectos del Sol son acumulativos. Aproximadamente el 80% del daño solar se produce en las personas antes de cumplir los 18 años de edad. De ahí la importancia de que las familias conozcan los beneficios y, asimismo, los efectos perjudiciales que origina esa "estrella luminosa" del sistema planetario, y, como parte de nuestro cotidiano vivir, cuidemos a niños y adolescentes, y a nosotros mismos, de los rayos solares como lo hacemos de la lluvia.

¿Qué padre o madre, en un día lluvioso, deja salir a un hijo de su casa sin la recomendación expresa de que lleve una sombrilla, un impermeable, o simplemente un nailon con qué protegerse? Similares acciones, con el uso de paraguas, pamelas, gorras, sombreros y viseras, espejuelos oscuros, habría que convertirlas en hábito para resguardarse del Sol, sobre todo en las horas comprendidas entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.

No emplear bronceadores, porque aumentan la recepción de las radiaciones solares.

Si de estos días veraniegos hablamos (y es un decir porque Cuba es un eterno verano), cuando nos volcamos literalmente a nuestras hermosas playas, los cuidados de la piel se convierten entonces en ineludible imperativo. Es esencial recordar que el simple bronceado, que no es por cierto sinónimo de salud, es una "respuesta desesperada" de la piel para intentar protegerse a sí misma de las radiaciones solares.

Junto a la necesaria divulgación y el llamado a la autorresponsabilidad con nuestra salud, las autoridades sanitarias desarrollan, con el auxilio de un grupo multidisciplinario de especialistas, un proyecto nacional para la Atención de Menores con Daño Actínico (de la luz solar) Crónico. Se han diagnosticado hasta el momento 157 niños y jóvenes que presentan alteraciones de la piel como consecuencia de una exposición no controlada al Sol.

La doctora Pilar Acuña Aguilarte, especialista en Dermatología y Medicina General Integral, miembro del Grupo Nacional de Puericultura, es la jefa de ese proyecto, que tiene entre sus objetivos contribuir a la elevación del saber en salud de nuestros ciudadanos en lo que denominan fotoeducación, que no es más que el proceso de enseñanza y aprendizaje encaminado al conocimiento de los efectos beneficiosos y perjudiciales de las radiaciones solares sobre el organismo humano, y de formación y desarrollo de hábitos que favorezcan el cuidado de nuestra piel.

Debemos saber

— Signos que alertan la posibilidad de un cáncer de piel: una llaga que no cicatriza, crecimiento escamoso o costra en la piel que no cura, lunar que se modifica rápidamente, sangra u origina picazón.

— Beneficios de las radiaciones solares: modulan las reacciones enzimáticas que se producen en el organismo, activan mecanismos antinflamatorios, destruyen agentes patógenos (que originan enfermedades), contribuyen a la síntesis de la vitamina D necesaria para el desarrollo óseo, y es por ello que al recién nacido se le indican exposiciones dosificadas a la luz solar.

— Efectos perjudiciales: incrementan la formación de cáncer de piel, alteran la respuesta del sistema de defensa del organismo, producen envejecimiento prematuro y trastornos de los pigmentos de la piel. También las radiaciones solares son causa de la aparición de cataratas y otras afecciones oculares.

— El uso de protectores solares no comporta que el niño o el adolescente puedan aumentar de forma descontrolada el tiempo total de exposición al Sol. Esta debe realizarse de forma lógica y progresiva, teniendo en cuenta su tipo o fototipo cutáneo, y evitar las exposiciones prolongadas entre las 10 de la mañana y las cuatro de la tarde.

— Existen seis fototipos de piel. Tipo uno: personas que, al exponerse al Sol, se queman y nunca se broncean. Son de piel muy blanca y ojos muy claros. Dos: Generalmente se queman y a veces se broncean. Rubios y pelirrojos con la piel clara. Tres: A veces se queman y siempre se broncean. Pelo castaño y piel clara. Cuatro: Nunca se queman y siempre se broncean. Trigueños. Cinco: No se queman nunca y el bronceado es muy intenso. Mestizos. Seis: No se queman nunca y la pigmentación constitucional se hace más intensa (raza negra).

— Todos los tipos de piel deben ser protegidos con productos antisolares. Se pueden utilizar protectores de producción nacional derivados de la placenta humana. Forma de aplicación: 30 minutos antes de salir de casa, sin excluir días nublados. Frotar y extender bien sobre todas las áreas corporales expuestas, especialmente la cara, donde se hará énfasis en la nariz, los labios y las orejas, pero no en los párpados. Los ojos deben protegerse con espejuelos oscuros. Los protectores se renovarán cada dos horas cuando, por motivos excepcionales, permanezcamos durante largo tiempo expuestos a la acción directa de las radiaciones ultravioletas.

— Los especialistas en Dermatología no recomiendan en la actualidad el empleo de bronceadores, porque origina un aumento en la recepción de las radiaciones.

— Remedios "caseros" luego de una exposición prolongada al Sol: aplicar fomentos frescos de manzanilla. También se puede añadir una cucharada sopera de vinagre a un litro de agua para emplearla como compresas sobre las áreas enrojecidas. No debe aplicarse jabón.

— Evite los excesos en las exposiciones al Sol.

 

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