"Humilde, valiente, muy activo", así coincidieron en definirlo
sus antiguos compañeros de armas, quienes hicieron la última guardia
de honor en la Casa de Cultura del Municipio de Viñales.
Cientos de pinareños, encabezados por Olga Lidia Tapia y Ernesto
Barreto, primera secretaria del Partido y presidente del Poder
Popular en la provincia, respectivamente, acompañaron luego el
féretro del valeroso combatiente hasta el memorial erigido en
homenaje a Los Malagones —donde ya descansan varios de ellos— en el
corazón de la Sierra de los Órganos.
José Antonio Álvarez tenía 28 años y trabajaba en el campo cuando
se incorporó a la tropa que, por orientación de Fidel, tendría la
tarea de capturar en un plazo de tres meses a una banda
contrarrevolucionaria que operaba en las montañas pinareñas. "Si
ustedes triunfan, habrá milicias en Cuba", les dijo entonces el
Comandante en Jefe.
El cumplimiento de la misión en solo 18 días constituyó un
impulso decisivo para la creación de las Milicias Nacionales
Revolucionarias una semana después, el 26 de octubre de 1959.
Al igual que el resto de Los Malagones, Álvarez Camacho
permaneció combatiendo hasta el fin de la lucha contra bandidos, y
alcanzó el grado de primer teniente.
En reconocimiento a su dedicación recibió más de una decena de
condecoraciones, entre ellas las medallas 20, 30, 40 y 50
Aniversario de las FAR.
"Los Malagones siempre hemos seguido integrados a la defensa de
la Patria —aseguró a Granma Juventino Torres, uno de los
cuatro miembros del legendario grupo que aún viven. La ropa de
miliciano es como nuestra piel".