Con
la intensidad de una mujer de letras y arte que lleva consigo toda
la carga de un Caribe sincrético, desgarrador y místico al mismo
tiempo, la martiniqueña Nicole Cage-Florentiny (1965) dejó en la
Casa de las Américas el impacto de su presencia.
Como parte de la agenda del 2008 del Centro de Estudios del
Caribe estuvo puntual en la sala Manuel Galich, para ofrecer una
conferencia esperada por muchos, Dos lenguas para expresar el
alma creole. Al finalizar se llevó los aplausos, pero dejó
reflexiones.
Poeta, profesora, periodista y promotora cultural, graduada en
Español e Historia en la Universidad de las Antillas, sostiene —y
así lo demostró en su disertación— la tesis de la búsqueda de un
mundo mejor, de una identidad particular, "plural" por los pueblos
que unieron la sangre africana a la francesa, la inglesa o la
hispana en una región que hoy tiene sobre sí buena parte de los ojos
de la humanidad.
Hombres
y mujeres "deportados, exilados, violentados, lanzados a una tierra
desconocida, reducidos a ser esclavos y obligados a hallar voz
propia en medio de un caos lingüístico sin nombre" —argumenta Nicole—,
que en el caso del Caribe francófono se han nutrido de dos lenguas
que han dado lugar a una nueva, autóctona, como es el creole,
"forjada con toda suerte de formas y vocablos".
El Centro de Estudios del Caribe y el Premio literario de la Casa
dieron una oportunidad para no desaprovechar, al traer a Cuba de
vuelta a un ser singular, merecedor en 1996 del Premio Casa de las
Américas por su poemario Arco iris, la esperanza/Arc-en-ciel,
l’espoir, traducido por la poetisa Nancy Morejón, y en 1993 de
la Mención Especial del Premio de Poesía Joven de la Casa de la
Poesía y del Ministerio de la Juventud en París, por su libro
Lavalas.
De Arco iris... todos esperaban que leyera algunos de los
versos, pero dio más. Vestida totalmente de rojo sobre su piel
mulata, descalza, declamó varios poemas con todos sus dones
dramáticos, cual monólogo perfecto.
De ellos dijo la poetisa cubana Nancy Morejón: "Poemas que
resumen ese espíritu de canto de amor a la palabra hablada".
Nancy comentó su satisfacción por reencontrarse con la obra,
incluidas las novelas, de Nicole, a quien consideró parte de una
nueva generación de escritoras antillanas de expresión francesa.
"He podido comprobar en el currículo de Nicole una expansión
enorme de todas sus condiciones como escritora, como animadora
cultural, como promotora, como persona de teatro, como alguien que,
incluso, ha hecho experimentos con el yoga, con esas culturas que
también conforman la antillana", afirmó.
Fue un programa con versos y música, de sabor caribeño.