Más de 15 000 argentinos y ciudadanos de todos los confines del
planeta respondieron al altruista llamado de este joven artista, que
me confiesa sin temor alguno su admiración por el Che y su ética que
ha marcado a generaciones enteras de hombres y mujeres, en especial
jóvenes.
"No pretendí endiosarlo, sino que lo tengamos aquí con nosotros,
presente en la escultura y no solo en las mentes y los corazones,
para que tratemos de ser iguales que él, aunque estemos muy lejos de
lograrlo.
"El Che fue un hombre de su tiempo, que es este tiempo también
nuestro, y mi deseo es que todos en el mundo, principalmente
nuestros hijos y nietos, traten de parecerse a él y de seguir sus
huellas y su ejemplo¼ "
Me cuenta Zerneri que al principio se sintió pesimista, pues él y
el equipo de colaboradores partieron de la premisa de no aceptar
donaciones oficiales, de partidos políticos, empresas y firmas.
"Convocamos a la gente y la gente respondió. Pedimos que donaran
llaves de bronce, y poco a poco mi taller de la calle Palermo se
hizo pequeño para almacenar todo lo que comenzamos a recibir.
"Sí, muchos donaron llaves y llaveros. Pero también hubo quien
nos trajo otras cosas, como un fragmento del primer microscopio
utilizado en la Argentina; una ancianita de 91 años de edad entregó
una medalla de su difunto esposo, quien fue militar; deportistas
donaron sus trofeos; una madre se desprendió del portarretratos de
su hijo desaparecido por la dictadura; un matrimonio de exiliados
envió las llaves de su antigua residencia bonaerense, y otros
trajeron campanas, cadenas, candelabros, camas, placas, escudos,
ceniceros, picaportes, pisapapeles, tuberías y grifos de agua."
Quedaba entonces resolver el problema de dónde fundir la estatua
de cuatro metros de altura, para hacerla en una sola pieza y que no
corriera el peligro de fracturarse en el traslado.
Y Zerneri y los suyos se fueron hasta la fundición de los
astilleros de Río Santiago, cuyo propietario les ofreció el local y
el horno de 900º, pero no se comprometió a más.
Tras conversar con los obreros metalúrgicos, estos aprobaron
fundir la estatua en jornadas de trabajo voluntario, pues habían
escuchado decir que el Che fue el pionero de esta forma de resolver
problemas en Cuba.
Lo mismo expresaron los constructores de Rosario, que ya dan los
toques finales a la Plaza Che Guevara. Allí Emilio, Israel, Ernesto
y los demás albañiles y ayudantes afirman que sienten orgullo por
laborar en este complejo escultórico, y hasta expresan que se han
hecho acompañar en ocasiones de sus pequeños hijos, "para que desde
ya vayan aprendiendo quién era y es el Che Guevara y traten de
seguir su ejemplo".
La Plaza Che Guevara se encuentra enclavada en cinco manzanas
comprendidas en los terrenos del antiguo predio ferroviario de calle
27 de Febrero entre Laprida y Buenos Aires, en Rosario, ciudad natal
del Che, que en el 2003 lo proclamó su Hijo Ilustre.
Andrés Zerneri, además de escultor, es director de arte,
realizador cinematográfico, fotógrafo, docente, pintor, dibujante e
ilustrador, y como escritor tiene en su haber dos importantes
ensayos: La deuda externa y El oro robado a América. A
los 19 años de edad, ya dirigía la radio comunitaria de la provincia
de Neuquén y además, formó filas en la agrupación denominada Hijos
de Desaparecidos.
Me habla acerca de su profunda admiración por el Che y dice que
ojalá pudiera viajar a Cuba para platicar con compañeros de lucha
del legendario guerrillero y estadista, e intercambiar con sus
colegas escultores: "Sé mucho de Cuba por mediación de mis
constantes contactos con la Embajada, gracias a los cuales conozco
de la valentía y dignidad de ese pueblo noble, trabajador, justo,
combativo, invencible, solidario y seguidor de Fidel, de Raúl y del
Che, quien precisamente en Cuba comenzó a inscribirse en la Historia
Universal".
¿Satisfecho?, le pregunto.
Y Andrés Zerneri responde con absoluta modestia:
"Sí. Y mucho. Sobre todo porque este Che que regresa a Rosario no
es una estatua solamente mía, sino de miles de personas que en
Argentina y el resto del mundo, se sumaron al proyecto, por lo cual
siempre digo que es una obra colectiva y levantada desde abajo.
"Sé que el Che era crítico de los homenajes, pero estoy
convencido de que aceptaría este por haberse convertido en una
convocatoria de masas y por saber que sus ideas, sus principios y su
ética han calado hondo en las multitudes a las que él supo defender
desde su más temprana adolescencia hasta su caída en combate y
posterior asesinato en las selvas de Bolivia.
"Ustedes tienen su monumento en la ciudad de Santa Clara; los
bolivianos el suyo en La Higuera, y nosotros tenemos ya el nuestro
en Rosario, donde el Che volverá a estar presente para siempre y ser
profeta en su tierra¼ "