Algunos cronistas españoles de la época de la conquista aseguran
que los indocubanos habían aceptado a los conquistadores y que
preferían suicidarse antes que luchar por la libertad.
Eso no es cierto. Entre los indios hubo diversos alzamientos y
aun careciendo de armas los aborígenes se enfrentaron a los
españoles. Era evidente que cualquier indio se convertía en un
enemigo a exterminar. Pero no todos se resignaban a caer y los más
enérgicos se fugaban para pelear. Uno de estos intentos de lucha
tuvo por escenario a Baracoa y fue protagonizado por el cacique
llamado Guamá.
El invicto aborigen nació en Cuba y provocó no pocos quebraderos
de cabeza a los gobernadores de la isla en una época de explotación
y exterminio.
Muy joven se alzó, en 1522, contra los españoles, se internó en
las montañas de Baracoa y puso en práctica la guerra de guerrilla.
Luchó con arcos, flechas, macanas y hachas de piedra, contra las
lanzas, espadas y arcabuces españoles.
Incendió en varias ocasiones el poblado de Baracoa, asaltó
haciendas y sumó indios a la contienda. Llegó hasta la región de
Camagüey e intentó unir a otros caciques y negros africanos para la
rebelión contra los españoles. Mantuvo la lucha hasta su muerte, el
7 de junio de 1533.
Guamá, protagonista de una rebelión contra los españoles, no
murió en manos de ellos. Según los historiadores, su muerte fue
"misteriosa", de un golpe contundente en la frente. Mientras el
cacique dormía, su hermano Olguama lo agredió, supuestamente
motivado por celos por una mujer.
A 475 años de su desaparición física, las luchas del cacique
permanecen aún desconocidas para los historiadores. Sin embargo, por
lo que sabemos es posible afirmar que Guamá fue un indio rebelde que
odió el maltrato.