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El primer ministro israelí, Ehud Olmert, se colocó otra vez en una
cuerda floja luego que el jefe del Partido Laborista y ministro de
Defensa, Ehud Barak, lo instara hoy a renunciar.
"En el interés del Estado (...), creo que el primer ministro debe
dejar de ocuparse de la gestión cotidiana del gobierno", declaró Barak
en una conferencia de prensa en Jerusalén.
"El partido Kadima debe hacer un examen de conciencia y elegir a un
reemplazante" agregó e insistió haremos lo necesario para que se fije
una fecha para elecciones anticipadas.
Esas declaraciones fueron hechas luego que el empresario
israelí-estadounidense Morris Talansky, declarara la víspera que
entregó 150 mil dólares en los últimos años a Olmert.
El Primer Ministro reconoce que recibió el dinero, pero asegura que
fueron donaciones legales destinadas sólo a financiar sus campañas
electorales, algo que ponen en duda hasta sus propios votantes.
Un sondeo publicado por el diario Haaretz y reseñado por otros
medios de prensa arrojó que el 70 por ciento de los israelíes no cree
en su jefe de gobierno.
Más de dos tercios de la población consideran que Olmert miente a
la Fiscalía, quien sigue un proceso de investigación contra él por
corrupción.
De acuerdo con la encuesta, 51 por ciento de los seguidores del
partido Kadima, están convencidos que el dinero no se empleó sólo con
fines electorales.
El pasado año el Primer Ministro fue sometido a un proceso similar,
por acusaciones de corrupción y cuestionamientos sobre su política
durante la guerra israelí-libanesa de 2006, de igual manera su
credibilidad fue en picada y las exhortaciones a renunciar llovieron
sobre él, sin que trascendiera más allá.
Las declaraciones de Talanski y las exhortaciones de Barak avivaron
la opinión pública nacional y algunos analistas regionales cuestionan
que hay detrás de esas intrigas que sacuden el gabinete israelí.