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La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) criticó
hoy las políticas de países exportadores e importadores que exacerban
el mercado de los alimentos, cuando se suman millones al ejército de
hambrientos en el orbe.
El encarecimiento de la comida puede traer efectos devastadores
para gran parte de los 800 millones de personas que ahora padecen
hambre crónica, destaca un informe de la FAO, con sede en esta
capital.
A ello se unen otros millones con escasos recursos para adquirir
los alimentos necesarios, destaca al documento, el cual considera que
por ello para nada resulta sorprendente el malestar provocado por esa
situación en el mundo en desarrollo.
La FAO se refiere a medidas aplicadas para naciones exportadoras de
productos agrícolas con el fin de garantizar la seguridad alimentaria
nacional, lo cual, a veces ayuda a reducir la presión sobre los
precios.
Sin embargo, ello exacerba la inestabilidad en el mercado mundial y
lo hace más volátil, con lo cual empeora la situación de la comida
para las naciones pobres.
Asimismo, llama a examinar nuevamente las subvenciones y la
protección arancelaria para los biocombustibles, cuya fabricación es
uno de los principales catalizadores de la actual crisis.
La FAO definió 22 países con índices elevados de hambre crónica,
afectados doblemente por la combinación del encarecimiento del
petróleo y los alimentos, como son los casos de Eritrea, Níger, Haití,
Comores y Liberia.
El organismo demanda medidas en el orbe para enfrentar el hambre y
la malnutrición por el encarecimiento de la comida, la escasez de agua
y tierras, el cambio climático, el aumento de las necesidades
energéticas y por el crecimiento de la población.