Ante tantas interrogantes, Granma entrevistó a los vicedirectores
provinciales de inversiones en Educación y Salud, Wilian Luis Morel y
José Antonio Martín Herrera, respectivamente, máximos responsables de
la ejecución y mantenimiento de las obras en estos sectores.
Durante las conversaciones, una y otra vez surgió el tema de la
calidad de las construcciones. Los dos directivos coinciden en que el
mal acabado deja una secuela muy difícil de resolver con los obreros
de mantenimiento. Ahí comienza la cadena en la que inversionistas y
contratistas aparecen como figuras imprescindibles. El control de los
recursos, la calidad de la ejecución, los suministros y el cronograma
de la obra son algunas de las tareas que han de cumplir.
Cuando se realizaron las primeras inversiones no existía una
subdirección creada. Un departamento con un grupo de técnicos asumió
la responsabilidad, y la terminación de las obras no fue muy buena,
afirma Morel.
Hoy encontrar inversionistas no es fácil, y en esto concuerda
también Martín. Entre las causas señala el poco estímulo monetario,
pues el inversionista, responsable de toda la obra, gana unos 400
pesos, mientras que, por ejemplo, el contratista recibe hasta 800.
Ambos aseguran que sus plantillas de subdirectores municipales
están cubiertas, y aunque hace poco tiempo no sucedía igual con los
operarios de mantenimiento, la situación ha cambiado.
"El obrero de mantenimiento tiene un salario fijo y, sin embargo,
al trabajar con el MICONS gana más, y si además lo hace en una obra de
la Batalla de Ideas tiene hasta un 30% de estímulo, eso sin hablar de
que por la calle, haciendo trabajos particulares recibe más dinero",
reconoce Wilian Morel.
Ante esta situación, aclara, no siempre encontrábamos fuerza de
trabajo, pero ahora se valora la posibilidad de vincular el salario a
los resultados, y muchos han regresado a sus puestos.
La entrega de herramientas ha sido también un incentivo. Meses
atrás muchos debían laborar con sus propios utensilios pero, según
Martín, el Ministerio de Salud Pública aprobó una considerable suma
para su compra.
Actualmente las brigadas de mantenimiento en cada municipio
disponen de las herramientas necesarias y en los próximos meses deben
entrar más para otorgarle un módulo a cada centro.
La mejoría también llega a Educación, pues Morel asegura que ya
cuentan con hojas de segueta, pinzas de corte, taladros percutores,
palas de albañil, vagón de construcción, entre otros instrumentos, y
hoy se esfuerzan por dotar a más centros de estos recursos.
Para este año las obras de Salud y Educación asumidas por el
programa de la Batalla de Ideas ya disponen de un presupuesto para el
mantenimiento, superior incluso a otras etapas. Con la mano de obra,
las herramientas y un riguroso control, los malos ejemplos deberán ser
historia contada para no repetir.
José Antonio Martín y Wilian Morel reconocen que ellos son los
principales responsables. Si una obra se recibe sin terminar, si un
inversionista permite que "desaparezca" el cemento o si el prometido
mantenimiento de la empresa constructora que figura en los contratos
se incumple, hay que tomar medidas. Obviamente, junto a las
perspectivas de hoy, se perciben descuidos. Ahora quedará enmendarlos.
Aunque el plan de mantenimiento compite por la escasez de fuerzas
con las inversiones, este año la provincia emprendió menos labores
constructivas, por lo que podrá dedicarle mayores esfuerzos al
mantenimiento.
No sucederá como antes, explica Martín, que construíamos y nos
olvidábamos de evitar el deterioro. Los miles de espirituanos que
visitan estas instalaciones sociales lo comprobarán entonces. Y los
trabajadores deberán cuidar también, pues para nadie es un secreto que
el sentido de pertenencia no siempre funciona y la persiana de la
escuela termina siendo un problema de otros.
Ante la sencilla matemática de no poder gastar más de lo que
tenemos, la inversión tendrá que asumirse con una rigurosa mirada
económica sin apartarse del beneficio social, y la constancia habrá de
acompañar al mantenimiento.
Mientras eso no se haga, las obras nos recordarán los castillos de
arena que de niños intentábamos hacer perdurar. Ojalá la "marea" sepa
retener las desavenencias. Los buenos vientos que soplan en Sancti
Spíritus tendrán la última palabra. Esperemos.