En 1953 había sido apresado por primera vez, ocasión en la que
sufrió las primeras sesiones de torturas. Paralelamente, estableció
vínculos indisolubles con el movimiento revolucionario y su líder
Fidel Castro.
Una vez liberado trabajó en la organización de las brigadas del
M-26-7 y en la distribución de la primera tirada de La Historia me
Absolverá. En su fructífera labor clandestina dirigió y encabezó
frecuentes actividades de acción y sabotaje contra las huestes de
Fulgencio Batista.
A mediados de 1957 fue detenido nuevamente y torturado con
ensañamiento. Confinado al Castillo del Príncipe, allí organizó junto
a su hermano Ángel (Machaco) y a Sergio González (El Curita), círculos
de estudio para la capacitación de los jóvenes revolucionarios.
A la salida de la prisión, El Curita lo convenció de que era
necesaria su presencia en La Habana para la Huelga General
Revolucionaria. Al fracasar esta, el 9 de abril, reinició sus
gestiones para incorporarse al Ejército Rebelde. Según ciertos
testimonios, partió a finales de abril hacia Santiago de Cuba,
acompañado de Julio César González, con ese fin. Nunca pudieron llegar
a la Sierra.
Julio César no era un acompañante ocasional. Él y Gustavo se habían
conocido en la lucha revolucionaria y coincidieron en la galera número
uno del Príncipe.
Había nacido en Holguín, de padre dominicano y madre venezolana. Se
sabe que estudió la primaria en su ciudad natal y que muy joven quedó
huérfano. Ante las injusticias y la represión que caracterizaban al
país, Julio César decidió abrazar la causa revolucionaria.
Algunos testimoniantes aseguran que fue detenido con Gustavo en
Santiago y remitido a las dependencias del Servicio de Inteligencia
Militar. Después ya nunca se supo de ellos. Se supone que sus restos
fueron arrojados al mar.
La fecha y el lugar exacto de sus muertes quizás jamás se conozcan,
pero sus ideales fueron inmortalizados pocos meses más tarde en la
grandiosa obra emprendida por la Revolución triunfante.