"Desde pequeña siempre fui muy activa. Me gustaba tirarme en
patines de las lomas de Santiago de Cuba. Mi familia no tenía
problemas económicos acuciantes y viví una infancia muy feliz. Mi
papá, santiaguero, era sastre y mis tías casi todas modistas. Mi
mamá, costurera de alta costura, nació en Matanzas. Aprendí a leer
con los titulares de los periódicos. Pero de todas maneras me
mandaron a una escuela de una maestra retirada, de ahí pasé a la
escuela anexa a la Normal, que era pública pero con un alto nivel
profesional. Cada aula con una profesora de experiencia. Allí
estudió también el poeta César López. No estábamos en la misma
clase, pero yo lo conocía. En un principio quise estudiar Medicina.
Pero ya en primero o segundo año del Instituto se me fue quitando el
embullo, ya que disfrutaba mucho leer y escribir composiciones
escolares."
¿Cómo entraste al periodismo?
"Escuchando la radio una tarde dieron la noticia de que en La
Habana había una Escuela de Periodismo cuya matrícula costaba 6
pesos y le dije a mis padres que iba para allá. Hice las pruebas y
aprobé, pero nunca fui una alumna eminente. Me gustaba mucho vivir,
ver las cosas¼ . Aunque tuviera un examen
al otro día, iba a bailar. Hice prácticas en el Canal 4 de la
Televisión en Masón y San Miguel. Pero no me gustaba la televisión,
sino escribir.
"Cerca de mi casa en Santiago vivía un fotógrafo que se llamaba
Panchito Cano, él fungía como corresponsal de Bohemia. Hacía
reportajes gráficos y yo me ocupaba de redactarle los pies de
grabado en las vacaciones. Ese fue mi primer vínculo con la revista
Bohemia, donde estuve desde el 53 hasta el 63, etapa que me hizo ser
testigo del asalto al cuartel Moncada y del juicio a los
revolucionarios."
¿Podrías abundar acerca de tu relación con ese episodio?
"La noche antes del asalto al cuartel Moncada estaba con mis
amigos en los carnavales de Santiago donde se esperaba la
confrontación de las comparsas de los Hoyos y el Tívoli. Pero se
marchan todos por la madrugada y todavía no han ‘chocado’ las dos
rivales. Y me quedo con Panchito. Cerca de las cinco de la mañana
comienzan a sonar lo que yo creía eran los fuegos artificiales;
resultaron disparos. Entonces le dije: ‘Pues, vamos a hacer el
reportaje de los tiros’. Otros periodistas nos informan que las
descargas venían del Moncada, que se estaban fajando unos soldados
con otros, lo cual tenía cierta lógica aparente, pues los
revolucionarios estaban vestidos con trajes de soldados. Ya en el
Moncada, Panchito, que atesoraba una vasta experiencia, conocía que
los guardias podían arrancarles las fotografías que había tirado y
me pide los rollos de los carnavales y me entrega los del ataque.
"Al poco rato los militares ordenan a los fotógrafos que arrojen
todas las fotos sobre una valija. Pero yo ya guardaba en un bolsillo
de la saya aquellas que resultaron gráficas históricas. La tarde se
notaba bastante nublada, densa, y el sol apagado, una tarde triste.
De ahí fuimos a su estudio, pero antes pasamos por el de Senén
Carabia, quien fotografiaba a los soldados del regimiento, y le
entregó las fotos de los militares muertos. Y él no pudo identificar
a un sargento que resultó ser José Luis Tasende aún con vida.
"Reveló las fotos y me dio los negativos con el dinero para que
viajara a La Habana y se los entregara a Miguel Ángel Quevedo,
director de Bohemia, o a Enrique de la Osa. Partí en el primer vuelo
al día siguiente. Cuando Quevedo vio aquello, cerró rápidamente la
puerta de su oficina. Yo me puse a escribir mi reportaje con la
emoción de quien tiene en la mano algo muy importante. Luego me
indicó que las fotos se van a publicar, pero el reportaje no porque
van a enviar una información oficial del ejército. Me mandó a
regresar a Santiago de Cuba para que no levantara sospechas.
"Durante varios meses me dediqué a visitar los lugares
relacionados con los hechos para ampliar el reportaje y publicarlo
en Bohemia cuando se levantara la censura. Yo quería participar en
el juicio del Moncada y hablo con el presidente del tribunal. A los
pocos días veo mi nombre en la lista de los periodistas como
corresponsal de Bohemia, cuando aún no lo era.
"Una noche salí con mis amigos y en la esquina de San Felix había
un semáforo. Caminábamos hacia un restaurante que quedaba enfrente
para tomarnos un refresco. En eso ponen la luz roja y frena un yipi
del ejército, en el que estaba Alberto Río Chaviano, jefe del
regimiento.
"¿Tú no eres la muchachita que andaba con Panchito en los
carnavales?, me interroga de forma irónica con la mirada fija en mi
rostro. Al decirle que sí, me preguntó por mi colega y le respondí
que no lo había visto. Si él te llama, me avisas, porque ese hijo de
p¼ lo que me hizo fue tremendo.
"El 1ro. de enero Quevedo me llama para darme la alegría de que
ya mi reportaje se puede publicar porque Fidel está entrando en
Santiago. Posteriormente le cambié el título a mi trabajo sobre el
juicio del Moncada. Le había puesto La Generación del Centenario
en el juicio del Moncada. Así lo leyó Carpentier. Por ese tiempo
él se dedicaba a buscar información para escribir La consagración
de la Primavera. Y le faltaba esa época."
¿Fidel? ¿Cómo te encuentras con él? ¿Cómo valoras esa cercanía?
"Yo asistí a todas las sesiones del juicio oral por los sucesos
del Moncada, iniciado el 21 de septiembre, e incluso, a la que se
celebró en la Sala de Enfermeras del hospital Saturnino Lora, donde
Fidel fue juzgado el 16 de octubre, momento en que el pronunció su
histórica defensa conocida con el nombre de La Historia me
Absolverá. Desde que lo vi entrar a la Sala de Audiencia
protestando porque a un acusado no se le podía llevar esposado, me
percaté de su dimensión histórica, se convertía, en minutos de
acusado en acusador. También intuí su proyección de futuro. Un
hombre que imantaba hasta a los soldados que lo custodiaban en el
tribunal. A mi me pareció, al verlo a él y a sus compañeros, que
estaba viendo a los mambises, y eso le conté a todo el que me
preguntaba sobre ese día, empezando por mi familia.
"Recuerdo que en una conferencia de prensa al triunfo de la
Revolución unos periodistas norteamericanos le preguntan a Fidel
cómo había sido el comportamiento de los moncadistas en el juicio.
Él me llama para que les explique ese suceso y me cede el asiento
que él ocupaba en aquella comparecencia. De más está decir que es
para mí un orgullo ser coetánea de un ser semejante."
"Una vez, estando dentro de un túnel oímos la noticia por una
radio estadounidense de que el Che había abandonado Cuba, que Fidel
había leído su carta de despedida, que habían desaparecido los
periódicos Hoy y Revolución y se había fundado un nuevo periódico
con el nombre de Granma. Entonces los guerrilleros llamaron
por Radio Liberación a Hanoi y nos facilitaron la información
exacta. La fundación de Granma me sorprendió en la jungla de
Vietnam del Sur. Raúl Valdés Vivó me dijo en broma: ‘Tú saliste por
Revolución y yo por Hoy y ahora resulta que estamos cesantes"’.
¿Qué sentías cuando se acercaban los aviones?
"En una ocasión fuimos a ver al batallón Playa Girón, una de las
brigadas insignes del ejército vietnamita. Los soldados
estadounidenses estaban a dos kilómetros de allí. Pero a lo que más
yo le tenía respeto era a los refugios. De pronto los vietnamitas me
empujaron a un refugio porque se aproximaban unos aviones que
volaban más bajo que los B-52. Ya dentro sentí que unos bichos me
empezaron a caminar por la nuca; me olvidé del bombardeo y salí
precipitadamente, lo cual provocó que un guerrillero se me tirara
encima para protegerme. Eso me sucedió dos veces. En otra una hoja
me pasó por la cara y me quemó. Parece que tenía gases tóxicos."
¿Cómo fue el encuentro con Ho Chi Minh?
"La entrevista sucedió un día entre el 10 y 12 de julio del 69 a
las seis de la mañana en el Palacio Central, en Hanoi. Al entrar al
recinto veo una figura vestida completamente de blanco, en sandalias
y con una bata de seda. Era Ho Chi Minh. Durante el transcurso de la
conversación me comenta que aprendió español en un barco cuando
navegaba por el Caribe. En su juventud él fue pinche de cocina de un
buque francés. Me recordó hasta cierto punto a Fidel, porque él fue
quien empezó a hacerme preguntas durante casi 30 minutos. También me
dijo que le gustaba mucho el cine y las películas de Charles Chaplin¼
Inmediatamente viajé a París y envié la entrevista para Granma
desde la oficina de Prensa Latina. Un día la hija de Charles Chaplin,
Geraldine Chaplin fue a Granma, donde le relaté la historia
del diálogo con Ho Chi Minh y de su admiración por las películas de
Chaplin. Geraldine me contó que una vez, cuando su papá viajaba en
un barco, un joven vietnamita le pidió un autógrafo. Y a él le dio
gracia aquello; bajó a la cocina y comenzó a hablar con el joven. Y
cuando con el paso del tiempo ve que aquel joven era Ho Chi Minh,
empiezan a establecer una comunicación que los llevó a convertirse
en íntimos amigos."
"Me encuentro con Alejo en un hotel de Vietnam que ahora se llama
Continental, donde se reunían los periodistas que salían al norte a
buscar noticias. Allí me preguntó si mi libro sobre el juicio del
Moncada no lo iban a publicar de nuevo y al decirle que sí, me
prometió que iba a escribir el prólogo y lo hizo, proporcionándome
una de las satisfacciones más grandes en la vida profesional."
Marta siempre ha sido una cazadora de noticias ¿Cómo ves el
asunto en la Cuba de hoy?
"Tengo la impresión que se ha perdido un poco el hábito de la
búsqueda de la noticia y se ha caído en el facilismo. Algunos
periodistas, tanto jóvenes como no tan jóvenes, han perdido la
curiosidad de ver las cosas por ellos mismos. La curiosidad es una
de las virtudes que más se deben alimentar en el periodismo."
¿Qué evento quisiste cubrir y no pudiste?
"Me hubiera gustado hacer en África lo que hice en Vietnam.
Cuando la guerra en Argelia estuve muy cerca de ir, pero en ese
momento me subyugaba más lo que pasaba en Cuba con la Revolución."
¿Cuál es el secreto de Marta Rojas para no aparentar la edad?
"Yo siempre busco aspectos positivos de la vida, hasta en sus
peores momentos. Pienso que siempre hay que ser optimista. Esa
actitud me ha dado muy buenos resultados¼
"