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La administración del presidente George W. Bush ampara a la empresa
Blackwater, a pesar del asesinato de al menos 17 civiles iraquíes
cometido por guardias de ese contratista, critica hoy el diario The
New York Times.
El siempre obstinado gobierno de Bush acude a la insensatez de
confiar en mercenarios que actúan al margen de las leyes
estadounidenses y de la nación árabe, señala un editorial del
rotativo.
Para el Times, resulta inconcebible que más de seis meses después
de la masacre en la plaza Nisoor de Bagdad no se ha presentado ni
siquiera una acusación contra los presuntos responsables de la
balacera.
En realidad ocurrió todo lo contrario, cuando el mes pasado la Casa
Blanca decidió renovar el contrato a Blackwater, por otro año en Iraq,
lamenta el influyente periódico.
Según la fuente, también es llamativo el poco avance del Buró
Federal de Investigaciones en las pesquisas iniciadas a raíz del
suceso.
Tal vez al final de todo este dilatado proceso algún que otro
agente sea llevado ante la justicia, sin embargo, nadie espera ver a
la compañía sentada en el banquillo de los acusados, comenta el
artículo de opinión.
La polémica sobre los métodos de Blackwater incluye además el
posible empleo de sustancias antidisturbios como el gas CS, bajo el
simple argumento de despejar el tráfico al paso de sus convoyes.
Estos productos químicos provocan dificultades respiratorias,
nauseas, vómitos y quemaduras, y su utilización está sujeta a severas
restricciones por el Derecho Internacional Humanitario, aseguran
expertos de universidades norteñas, entre ellos Michael Schmitt y
Scott Silliman. De acuerdo con el diario neoyorquino, la actual
administración ignora las críticas porque necesita de los contratistas
para suplir sus deficiencias en materia de seguridad, en la nación
ocupada desde 2003.
Si retiramos a los guardias de esas empresas no tendríamos otra
opción que salir de Iraq, admitió el subsecretario de Estado Patrick
Kennedy.
En octubre último, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto
que pretende dejar abierta la posibilidad de procesar legalmente a los
contratistas norteamericanos desplegados en zonas de conflicto.
Dicha iniciativa es rechazada por la Casa Blanca, y en estos
momentos está estancada en el Senado, recordó el Times.