Con un gran despliegue publicitario, Batista investido ya como
mandatario electo recibió el 5 de febrero de 1955, al vicepresidente
de los Estados Unidos, Richard Nixon. Días después, junto a su
vicepresidente, el machadista Rafael Guas Inclán, hizo su primera
declaración pública en el acto de toma de posesión el 24 de febrero,
donde expresó que "el alcance de la anunciada amnistía, no incluía a
los asaltantes del Moncada". Aquello fue un detonante y desde ese
momento, no hubo un minuto de descanso.
En los más apartados rincones del país se escuchó un grito de
rebeldía que exigía la libertad de los moncadistas, pues sin ellos
no podría haber amnistía política.
Es necesario destacar que con el objetivo de evitar cualquier
maniobra gubernamental, Fidel Castro envió una carta a la revista
Bohemia, desde el presidio Modelo en Isla de Pinos, fechada el 19 de
marzo, en la que se puso de manifiesto su valiente posición de
principios y señaló entre otras consideraciones: "no queremos
amnistía al precio de la deshonra (...) mil años de cárcel, antes
que la humillación (...) lo proclamamos serenamente sin temor ni
odio".
A la dictadura no le quedó otra opción que doblegar su posición y
luego de aprobarse el 16 de abril el proyecto de ley sobre la
amnistía política, que incluía a los moncadistas, se publicó el 7 de
mayo, en la Gaceta Oficial, el texto íntegro de la ley. Es
indiscutible que la libertad de los combatientes del 26 de julio, se
ganó tras el reclamo indetenible de las fuerzas populares.
Al salir los combatientes del Presidio el 15 de mayo de 1955, de
inmediato Fidel se reunió con la prensa en el hotel Isla de Pinos,
en Nueva Gerona y el día 16 llegó a Batabanó a bordo de la motonave
El Pinero. Desde ahí salió en tren hacia La Habana para llegar a la
Terminal de Ferrocarriles de la capital, en las primeras horas de la
mañana, donde desde muy temprano, le esperaba una entusiasta
multitud.
Entre los congregados estaban los miembros del ejecutivo de la
FEU encabezados por Echeverría, quienes habían tomado posesión de
sus cargos el 25 de abril. Con su presencia le daban un saludo
solidario y cordial a Fidel y sus compañeros de lucha. José Antonio
tenía un brazo enyesado y aún eran visibles las marcas de los golpes
recibidos en el enfrentamiento con los esbirros del Coronel Triana
Calvet, Jefe de la Policía en Matanzas, durante el acto
conmemorativo por el vigésimo aniversario de la caída en combate de
Antonio Guiteras y del venezolano Carlos Aponte, Coronel del
Ejército de Augusto César Sandino.
José Antonio invitó a Fidel Castro para que hiciera las
conclusiones del acto por la efeméride del 20 de mayo, en la
escalinata de la Universidad de La Habana. La dictadura trató de
impedir la celebración y para eso cortó el fluido eléctrico y el
agua en la zona, además de cerrar el acceso al recinto
universitario, con los carros conocidos como "perseguidoras".
La escalinata fue balaceada por los agentes del orden público,
pero solo hubo una víctima: una paloma que amaneció muerta. Batista
había asesinado a "la paloma de la paz", que los estudiantes
enterraron con todos los honores.
Fidel permaneció en el país hasta el 7 de julio de 1955, cuando
partió hacia México. Desde su salida de la prisión hasta esa fecha
transcurrieron 53 días de intensa actividad. Ganaba múltiples
batallas dentro de las dificultades existentes y evadió al aparato
represivo de la dictadura con diversas medidas clandestinas. Cada
día era más evidente la falta de visión y perspectiva de los
partidos políticos existentes.
Hubo un acoso brutal contra los moncadistas. Contra ellos se
hicieron acusaciones públicas de planes conspirativos; llegó una
orden de detención contra Raúl Castro, quien se vio en la necesidad
de adelantar, para el 24 de junio de 1955, su salida hacia México;
fueron suprimidos los programas radiales que pudieran ser utilizados
por Fidel para dirigirse al público y por último, se clausuró el
periódico La Calle.
A pesar de todo, Fidel venció esas dificultades y sostuvo
numerosas reuniones, sin rehusar el debate público. Esos encuentros
fueron recogidos por los principales medios de prensa de la época y
entre ellos se destaca el artículo que publicó en la revista Bohemia
bajo el título: ¡Mientes, Chaviano!
Para tratar de tergiversar la creciente popularidad de Fidel, los
voceros del régimen buscaron el modo de crear un acoso público en su
contra, mediante el uso de la radio, la televisión y los principales
periódicos de la época, que estaban en manos de la dictadura.
Mientras que, la circulación y lectura de "La Historia me
absolverá", documento raigal de la Revolución, iba haciendo
conciencia en las masas.
El líder de la Revolución, tras reorganizar el Movimiento
Revolucionario 26 de Julio, que desde entonces adoptó oficialmente
ese nombre, y quedó constituida su dirección nacional, se dedicó a
buscar la unidad y durante ese periodo estrechó el vínculo con José
Antonio Echeverría, en sus frecuentes encuentros y era visita asidua
al apartamento de Carmen Castro Porta, en la calle Paseo y 25, en El
Vedado, fundadora del Frente Cívico de Mujeres Martianas, por el
interés que tenía de unirlas a un esfuerzo común.
También se reunió en la casa del Profesor Raúl Roa García, en
Miramar, con el Dr. Rafael García Bárcenas y los dirigentes de la
FEU, además de efectuar otros contactos, por lo que sería
interminable hacer una exposición detallada de aquellos días, en los
que los investigadores e historiadores tienen un material de vital
importancia, en el que pueden profundizar.
El 7 de julio de 1955, fuimos René Anillo y yo al aeropuerto de
Rancho Boyeros. Todos los presentes querían hablar con Fidel y él
atendió a cada uno. Un momento emotivo fue la despedida de sus
hermanas Lidia y Enma y su pequeño hijo Fidelito. Luego de unas
breves palabras con el periodista Guido García Inclán, lo
acompañamos hasta el final del pasillo donde tomaría el avión.
Ante la proximidad del aniversario del 26 de julio, trató —entre
otros temas— sobre la importancia de realizar un acto en la
Universidad de La Habana, que debía convocar la FEU y señaló:
"Hay que insistir en la denuncia de los crímenes cometidos en el
Moncada". Se despidió y su silueta se perdió al entrar en la
nave aérea.
Primero fue a Mérida y de ahí partió hacia la capital mexicana.
Me resulta imposible, olvidar aquella escena de la despedida y
entonces recordé lo que Fidel había declarado antes: "De viajes
como éstos, no se regresa, o se regresa, con la tiranía descabezada
a los pies".