|
|
|
Céspedes y Agramonte
El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pedante, o
el ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el ímpetu, y de
Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e
imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio
azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la
purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza
como de la luz, el otro vence. Vendrá la historia, con sus pasiones y
justicias; y cuando los haya mordido y recortado a su sabor, aún
quedará en el arranque del uno y en la dignidad del otro, asunto para
la epopeya. Las palabras pomposas son innecesarias para hablar de los
hombres sublimes. Otros hagan, y en otra ocasión, la cuenta de los
yerros, que nunca será tanta como la de las grandezas. Hoy es fiesta,
y lo que queremos es volverlos a ver al uno en pie, audaz y magnífico,
dictando de un ademán, al disiparse la noche, la creación de un pueblo
libre, y al otro tendido en sus últimas ropas, cruzado del látigo el
rostro angélico, vencedor aún en la muerte.
José Martí |
|
|