En el calendario de grandes fechas de Rusia, el 9 de mayo ocupa un
lugar especial. La mera mención del Día de la Victoria hace vibrar el
corazón de cada ruso tanto de gozo, como de profunda tristeza. Incluso
hoy en día, pasados 63 años, es difícil hallar en el país una familia
que saliera indemne de los estragos de aquella terrible guerra. Las
duras pruebas que tuvieron que superar los pueblos de la Unión
Soviética descubrieron la grandeza del espíritu humano, sacaron a la
luz numerosos ejemplos de heroísmo, de verdadero patriotismo, hazañas
personales de alcance incomparable. Justamente por esto, aquella
confrontación bélica entró en la historia de nuestro país como la Gran
Guerra Patria.
La Gran Guerra Patria fue verdaderamente un acontecimiento que
marcó toda una época. En ella entraron en colisión no solo los
intereses de los estados e ideologías diferentes, sino visiones
diametralmente opuestas e irreconciliables de las bases sobre las que
se asienta la existencia de la humanidad. Pueblos enteros apostaron la
vida en esta lucha. Y los que hoy en día cuestionan en algunos países
el significado de la victoria y el papel de nuestro país, olvidan que
sin aquel triunfo muchos de esos países no seguirían en el mapa.
Respecto a esto estamos sumamente agradecidos a los amigos cubanos
que, consecuentemente, defienden la verdad histórica de la guerra y de
esta manera contribuyen a la unión de todos los países y pueblos, la
paz y solidaridad de cara a los desafíos globales del siglo XXI.
Nuestro deber, ante quienes ofrendaron su sangre para salvar a la
humanidad de las garras del fascismo, consiste en poner una barrera
segura en el camino de las ideas de intolerancia y superioridad
racial, étnica o religiosa, detrás de las cuales se ocultan las
pérfidas aspiraciones al dominio mundial que abonan el terreno para
las nuevas amenazas. El desarrollo armonioso de las relaciones entre
las diversas etnias y confesiones, la tolerancia y el respeto mutuo,
el mantenimiento de la diversidad cultural y el diálogo constructivo y
abierto de las civilizaciones: esas son las exigencias principales
para combatir las fuerzas del odio y del extremismo.
Valorando los resultados de la Gran Guerra Patria, cabe destacar
que la victoria sobre el bloque fascista significó la derrota de la
ideología antihumana que fue la base de la política del Tercer Reich.
El triunfo creó condiciones importantísimas para una renovación social
en el mundo, para el fomento de los ideales de la democracia y el
humanismo.
El resultado principal de la guerra no solo fue la victoria de una
coalición sobre la otra: en rigor, fue la victoria de las fuerzas de
la creación y la civilización sobre las fuerzas de la destrucción y la
barbarie, la victoria de la vida sobre la muerte.
*Embajador de la Federación de Rusia en Cuba