Los conciertos, las conferencias, los encuentros inesperados en
medio de la madrugada profunda, la fiesta de abrazos entre nuevos y
viejos amigos, los rugidos metaleros de las bandas de rock, los
acordes de la peña Trovuntivitis que recogió su carpa en El Mejunje
villaclareño para instalarla en medio del parque San Jos, dan paso a
la quietud habitual que no cesará hasta ser interrumpida por otro de
los tantos eventos que hacen de Holguín una plaza cultural a tomar
en cuenta.
Los invitados retornan a sus lugares de origen con los ojos como
platos y en las mochilas la esperanza de que estas fechas hayan
tributado a construir el sueño colectivo de un mundo amueblado por
la diversidad cultural.
Apenas salimos de la ciudad, todavía vestida como se visten las
muchachas los domingos, la memoria evoca recuerdos tan nítidos como
si los estuviéramos viviendo de nuevo. Los debates en el espacio
Cámara Azul, que entregó su premio al joven realizador Nelson
Martín y reconoció la obra de Bilko Cuervo; Palabras Compartidas,
donde se recordó al poeta Emilio Ballagas; Memoria nuestra
que estableció lazos de ilusión entre jóvenes que defendieron sus
ponencias con la vehemencia de quien compromete el pensar con una
idea que contribuya al desarrollo del pensamiento emancipador, y la
música de la cantante sudafricana Lorraine Klaseen.
El breve espacio en que no dijo presente el cansancio lo
aprovechamos para conocer de las tradiciones culturales de países
como Perú, Brasil, Canadá, Venezuela, México, Japón; asistir a la
casa de la trova Faustino Oramas, donde trovadores de todo el país
parecían dejar día a día la vida sobre el escenario, y viajar por
los rincones más increíbles de una urbe que subió un punto más alto
con las Romerías, a pesar de ciertos detalles organizativos que
deben ir puliéndose con el paso del tiempo para no lastimar las
expectativas de cientos de personas que llegan aquí con la intención
de participar en un festival que tiene mucho de realismo mágico,
como la misma ciudad. Su símbolo, un hacha aborigen, vuelve a dormir
ayer sobre la espalda de un edificio, después de ser bajada por
fornidos hombres de la Loma de La Cruz.
Cabe decir que las Romerías se despidieron respirando el aire del
triunfo. Más aun cuando el último día se presentó ante el miembro
del Buró Político del Partido y ministro de Cultura, Abel Prieto la
convocatoria al Festival Mundial de Juventudes Artísticas que cuenta
con el apoyo de la Asociación Hermanos Saíz, máxima organizadora del
evento y la Unión de Jóvenes Comunistas.
Las Romerías ya son historia, pero nosotros, los romeros de mayo,
nos vamos convencidos de que la vida comienza de nuevo en cualquier
esquina.