Al rescate de los oficios

Restauradores de sueños

Regla Alpízar Hernández y Otmaro Rodríguez (fotos)

Para quien visite La Habana Vieja y contemple admirado el cambio experimentado en los últimos 10 años gracias a la restauración de su Centro Histórico, difícilmente creerá que esa obra fue realizada, en gran medida, por jóvenes.

El 70% del fondo de tiempo en estas escuelas está dedicado a trabajos prácticos, ya sea en talleres o en obras de restauración.

Estimulada por las necesidades de ese programa, surgió en los años noventa la Escuela Taller de La Habana Gaspar Melchor de Jovellanos, donde se forman jóvenes en especialidades como la albañilería, arqueología, cantería, carpintería, electricidad, forja, jardinería y otras de igual importancia.

Desde que se inauguró el 6 de abril de 1992 hasta la fecha, se han graduado en el centro 650 jóvenes. Para 16 años de docencia, esta cifra pudiera ser no muy alentadora, pero obedece, en lo fundamental, a que la matrícula responde a la demanda de las empresas vinculadas al Centro Histórico, lo cual garantiza empleo para todos los graduados.

Una vez graduados, estos jóvenes tienen empleo seguro en las empresas vinculadas al Centro Histórico.

Eduardo González Delgado, director de la institución, explicó a Granma que originalmente la matrícula oscilaba entre 80 y 100 alumnos. Hoy, en cambio, rebasa los 220, en un sistema concebido para tener abiertas en el 2009 cuatro escuelas con unos 400 alumnos. Actualmente funcionan tres: dos a plena capacidad y una parcialmente. En general, el programa y el proceso formativo que se aplica son iguales en todos los planteles.

El curso que ahora se oferta está orientado a capacitar obreros calificados en un término de dos años. Durante ese periodo los alumnos reciben un estipendio de 225 pesos mensuales que aumentará según avancen en el oficio que se les enseña.

El oficio manual se fue degradando ante la mecanización, la automatización y los adelantos tecnológicos.

La perspectiva de la escuela es comenzar, tan pronto estén creadas las condiciones, cursos de técnico de nivel medio, en especialidades como la Pintura Mural y la Arqueología.

Los requisitos para matricularse son tener 9no. grado aprobado y edades comprendidas entre los 17 y 25 años. La única especialidad que exige hasta el momento duodécimo grado es la de Pintura Mural. El horario de clases es de 8:00 a.m. a 3:00 p.m., de forma tal que aquellos que entran con 9no. grado tengan igualmente la posibilidad de matricular en la Facultad.

Una vez graduados, los jóvenes que hayan vencido el 12 grado pueden continuar estudios superiores en cualquiera de las especialidades afines que se imparten en la Universidad de San Jerónimo, que transita por su segundo curso para trabajadores a partir de las 4:00 p.m.

El curso que ahora se oferta está orientado a capacitar obreros calificados en un término de dos años.

Pueden optar por estos estudios superiores los vinculados a la Oficina del Historiador y de otras instituciones que intervienen en la restauración del patrimonio.

ENCONTRAR EL CAMINO

Paralelo a ese proyecto el centro tiene la intención de captar a jóvenes que no tuvieron una orientación profesional adecuada, o no encontraron el camino que les gustaba.

En ocasiones se han presentado jóvenes que dejaron la universidad por un problema de salud y cuando regresan a los estudios les interesa lo que se hace aquí, explicó Eduardo.

Hasta hace dos años la matrícula era muy pobre, comparada no solo con la cantidad de jóvenes desvinculados que se presentan, sino además con el déficit de restauradores que todavía tiene el Centro Histórico.

RECUPERAR OFICIOS PERDIDOS

El tema del oficio manual cedió terreno ante los adelantos tecnológicos que, en muchos casos, no sustituyen la acción directa del hombre. Como resultado de este progreso una buena parte de los oficios fueron subvalorados. Y, afortunadamente, el Centro Histórico de La Ciudad desarrolla una plausible labor de rescate.

Cuando surgió la escuela su misión principal fue "reclutar" a viejos maestros de oficios para que enseñaran y entrenaran al personal. Gran parte de ellos se ha jubilado porque eran personas de muy avanzada edad.

Pero todavía hay veteranos consagrados como Aurelio Oliva González, maestro de albañilería y pintura de obras, de 91 años, que se incorporó al centro a trabajar cuando tenía 78 años, explica su director. Gracias a esta labor, buena parte de esa sabiduría la recibieron jóvenes que, actualmente, enseñan a otros alumnos.

Desde su fundación hasta la fecha, la escuela ha participado en más de 60 obras en el Centro Histórico de La Habana Vieja y en otras zonas. La mano creadora de estos aprendices dejará su sello distintivo en no pocos puntos de la capital.

Pero no solo en los trabajos realizados se observa la huella de la escuela, sino además en cada nueva obra emprendida por los jóvenes egresados, que día a día contribuyen a la recuperación y salvaguarda de sagrados valores patrimoniales.

 

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